viernes, 4 de diciembre de 2015

La piel de Karenn, el amor que en mí despierta, el dolor que su rechazo provoca

Labios que acarician su piel
Ojos que asimilan su tonalidad
Tacto que percibe su tersura
Luz que ilumina su belleza
Visión que te traslada a mi mente
Y despierta un amor que le ofrezco como todo lo que poseo
Que ella rechaza una y otra vez
Lastimando mi alma
Cultivando un dolor que se hace permanente
Contribuyendo a quebrantar mi voluntad
Y pese a todo, mis sentimientos por Karenn son indestructibles

martes, 1 de diciembre de 2015

1 de diciembre, comienza el último mes del año

Comienza el último mes de un año que ha sido bueno para mí y que he disfrutado en parte, y en el que también he sufrido.

He aprovechado la oportunidad que se me presentó al obtener finalmente un empleo, algo que se me había negado prácticamente toda mi vida. He tenido buen desempeño, he sido responsable y he realizado mi labor con la energía que me caracteriza, pero también he tenido dificultades que me han provocado un sufrimiento que no guarda proporción con su verdadera magnitud y eso me preocupa.

En las últimas semanas mi comportamiento ha sido verdaderamente muy malo y cito tres ejemplos muy representativos:

El domingo 22 de noviembre me hallaba lavando unas prendas en el lavadero, cuando por alguna razón entré a la casa y al salir no encontré el jabón. Hablaba por teléfono con Karenn, mi queridísima amiga y le comenté que no sabía que había hecho con la pastilla de jabón. Después de buscarla dentro y fuera de la casa, pensé en la posibilidad de que Helga, la perra pastor Malinois que me dieron en adopción la hubiera tomado y comencé a buscarla en el patio, que es una mezcla de tierra suelta, maleza y arbustos. Cuando la encontré (acababa de desenvolverla) me di cuenta de que la perra la había mordido y se hallaba completamente cubierta de tierra y prácticamente inservible. Sentí una furia tremenda y le dije a mi bella amiga que iba a echar a la perra a la calle. Con esto quise decir que iba a echarla de la casa para que volviera a ser un animal sin dueño, sin hogar. Así lo hice. Tengo conciencia de que estaba muy enojado, pero no entiendo cómo pude hacer algo tan cruel.

Me dirigí a la tienda a comprar otro jabón y al regresar vi a la perra en el estacionamiento de una iglesia cercana a la casa y la visualicé alejándose sin rumbo, para perderse y enfrentar un destino trágico.

Seguí lavando mis prendas de ropa y cuando le volví a llamar a Karenn, ella se mostró muy enojada conmigo, por mi acto cruel e insensible. Mi bella amiga tenía razón, absolutamente.

Afortunadamente, a las diez de la noche la perra regresó y cuando escuché ruidos en la cochera, bajé y la metí a la casa, para sacarla finalmente al patio.

Ese asunto no terminó mal.

Por el contrario, el pasado viernes 27 de noviembre, después de cenar encontré a Rito, mi perro Chihuahua en uno de los baños de la casa, debajo del lavabo, visiblemente enfermo. En cuanto lo vi me di cuenta de que era muy probable que cualquiera que fuese su padecimiento, terminara matándolo.

Salí a pasear a las perras, Lola de nueve años y Helga, cachorra, y mientras caminaba comencé una conversación telefónica con mi bella amiga, la mejor persona que hay en mi vida en este momento. De pronto sentí unos celos de una intensidad enloquecedora por lo que me decía y comencé a insultarla, diciéndole cosas que sabía la lastimarían terriblemente. Ella continuó hablando conmigo recibiendo mis agresiones y jamás cortó la comunicación. La llamada se extendió aproximadamente dos horas y media y en algún momento me di cuenta de que lo que estaba haciendo era reprobable e injustificado. Mi bellísima amiga, enojada y llorando me decía que yo era su amigo, algo que me conmovió porque no conozco a ninguna persona que después de ser lastimada de esa manera pueda seguir dando afecto, un amor incondicional que parece indestructible.

Sentí un arrepentimiento y una culpabilidad tremenda y se lo expresé a este hermoso ser humano, pero el daño ya estaba hecho.

Por otra parte, mi perrito Chihuahua pasó una noche de mucho sufrimiento y a la mañana siguiente murió, cuando yo me disponía a conseguirle la atención médica que necesitaba.

Estoy muy arrepentido por mi comportamiento y siento tristeza y culpabilidad, pero eso no resuelve nada.

No te merezco Karenn. Eres un ser humano excepcional, a una persona como tú es imposible no amarla.

Te pido perdón por lo que te hice, Rito, mi perro Chihuahua que me adoptó como dueño y me quiso, dándome todo a cambio de nada.

Me siento tan mal.