Dormí bastante durante entre la tarde del jueves y la
madrugada del viernes.
El jueves traduje tweets de una cuenta estadounidense
de judaísmo Torá, que publiqué en esa red social y también en forma de blog en
blogspot.com y en el microblog Tumblr.
Después de apagar
mi computadora personal, pasé mucho tiempo buscando información sobre Celia, la
bella psicoanalista que ha cautivado mi corazón, haciendo uso de mi Smartphone,
síntoma de obsesión muy severa; me sentí terriblemente mal. Pasé el resto del
día sin hacer nada, esa inmovilidad me hizo sentir mal, culpabilidad, pero al mismo
tiempo soy capaz de cobrar conciencia de que continúo avanzando y pronto seré
capaz de superar el doloroso sentimiento que implica internalizar que Celia no
será jamás parte de mi vida.
Respecto a ella,
mis sentimientos y mis ideas son un tanto contradictorios. Por una parte,
pienso en la posibilidad de que esas características excepcionales que percibo
en ella no sean reales, que yo se las haya atribuido, como he hecho con otras
personas en diferentes épocas de mi vida. Pero, por otra parte, durante nuestra
comunicación (sobre todo durante las últimas llamadas, en enero del año en
curso) el tiempo de llamada se prolongó en una medida mucho mayor a la
acostumbrada y sentí que Celia hacía esto con toda intención, como si sintiera
un vínculo poderoso entre nosotros y al mismo tiempo necesitara ese nivel de
identificación con otro ser humano. Si tuviera razón respecto a que Celia
cuenta con un nivel intelectual formidable (lo cual parece bastante probable),
tal característica haría de ella una persona solitaria, porque encontrarse en
un nivel muy superior al promedio dificulta establecer una comunicación con
otras personas. Si esta bella psicoanalista vive en soledad (pese a la
proximidad de compañeros de trabajo durante las largas jornadas en esa
asociación civil, Fundación Origen), al dialogar conmigo podría hallar lo que
yo llamo un alma gemela. A ese
respecto, vuelvo a caer en la situación que pretendo expresar en este párrafo.
Esto es especulación y posiblemente también un deseo irreal, pero habiendo
encontrado a esta dama a principios del año 2019 (es decir, hace cinco años) en
un servicio de consejería emocional, identificándola desde la primera llamada
como una persona excepcional, la idea podría tener mucho sentido.
No obstante —y muy
a mi pesar—, mi determinación respecto a no volver a buscarla es firme. Parece
poco probable que suceda, pero si la bella psicoanalista ha identificado en mí
a un hombre con el que puede encontrar algo significativo en su vida, podría
contactarme para iniciar algún tipo de relación conmigo.
Me dispongo a leer
un capítulo de To kill a mockingbird, de Harper Lee (una obra maestra de la literatura estadounidense, que he leído
varias veces) para después entrenar en bicicleta, usando mi velocípedo marca Alu
Bike, y más tarde, escribir. Esta última actividad se ha facilitado a últimas
fechas, principalmente porque he sido capaz de suprimir la sintomatología de mi
grave neurosis, superando así la inmovilidad que me aquejó durante más de dos
años, a partir de que fui despojado de un empleo sin la menor justificación,
una enorme injusticia.
Otras tareas pendientes son continuar con la
traducción de un capítulo de Profit over
people, de Noam Chomsky (sobre
neoliberalismo), escribir sobre la falsa filantropía de Fundación Origen y
sobre la bella psicoanalista Celia, su aparente vinculación con la comunidad
judía en este país, que es algo muy opuesto al judaísmo; en realidad se trata
de sionismo, doctrina política y racial que con sus actividades criminales
promueve el antisemitismo en todo el mundo. La vinculación de Celia con esa comunidad judía resultaría tremendamente
incongruente, pues se trata de gente que acapara el capital, lo cual es la
característica más representativa del neoliberalismo.
Alguien en Israel
ha visitado un blog que abandoné hace cerca de cuatro años y ahora el número de
visitas se acerca a 40 mil.
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