
Tomado de Turning Life into Fiction, de Robin Hemley
Recibí este libro como un obsequio, hace ya unos quince años, y debido a mis problemas con el déficit de atención (TDAH), casi no lo he usado. Creo que tengo un talento para escribir que no he desarrollado más que en pequeña medida y ahora que cuento con atención psiquiátrica competente y medicamentos, puedo concentrarme y hacer pequeños esfuerzos encaminados a la adquisición de conocimientos en relación con esta disciplina: la escritura. Parte de lo aquí escrito es traducción, parte es de mi cosecha.
Capítulo Cinco
Real Stories; Historias de la Vida Real
Los sueños también son parte de nuestras vidas. Pasamos un tercio de ellas durmiendo, ¿cierto? Igual podríamos obtener algo de ello. Frecuentemente resolvemos problemas en nuestros sueños y aun si usted es de esas personas que afirman que no sueñan, debe todavía comprender que el inconsciente juega un papel en su escritura. De hecho, escribir es de cierta forma una manera consciente de soñar, sentado frente a una hoja de papel o frente a una pantalla, y en ocasiones moldeando imágenes, a veces permitiendo que las imágenes se materialicen a su alrededor surgiendo de la nada. Frecuentemente, en una historia ficticia o en una novela, usted no sabe hacia dónde va, como ocurre en un sueño, y esa noción de misterio es uno de los placeres tanto de escribir, como de soñar.
Muchos escritores usan sus sueños como trampolines para sus relatos. El relato de David Michael Kaplan “Summer People,” surgió de un sueño que tuvo, por lo menos la escena final de la historia surgió de ahí. “Tuve un sueño en el que la imagen que prevalecía era mi padre columpiándose sobre un lago con una cuerda y cayendo, con mi ansiedad asociada a ello,” dice Kaplan. “Pensé que era interesante, así que lo escribí en mi diario. Más tarde, se convertiría en la escena final de mi relato de ficción.”
Varios de mis relatos ficticios han surgido de sueños, y he hecho una costumbre registrar mis sueños en mi diario cuando los recuerdo. Un sueño que tuve involucró cavar un hoyo en el patio trasero de alguien. Anoté eso y un par de años más tarde, estaba ojeando mis notas cuando encontré la mención del sueño y pensé que podría ser un buen punto de partida para una historia. El relato se llama, sorprendentemente, “Cavando un hoyo,” e involucra a un hombre cavando en el patio trasero de la propiedad de su ex esposa. La pregunta dramática es, desde luego, ¿por qué alguien haría tal cosa?
Así es como comencé la historia.
Cuando Abby, mi ex esposa, finalmente se dio cuenta de que me hallaba en su patio, yo llevaba ya sesenta centímetros escarbados. Abrió la puerta trasera de su casa y se situó a mi lado, impidiéndome que lanzara hacia fuera más tierra del hoyo.
En esa entrada, intenté no solamente plantear la pregunta dramática sino también, al presentar a Abby como la ex esposa del hombre doy la idea de que hay una historia entre los personajes, tal vez conflictos no resueltos. Y por supuesto, los hay; la historia e sobre conflictos internos de estos dos personajes como se reflejan en sus acciones externas.
Cuando comencé esta historia, yo tampoco sabía por qué el hombre cavaba ese hoyo. Me hallaba tan desconcertado como Abby; ni siquiera sabía quiénes eran estas dos personas, y así, al continuar tuve que inventar sus historias. A la mitad de la historia, descubrí que habían perdido un hijo y esto había destruido su matrimonio. Algo similar le había pasado a unos parientes míos, pero transformé las circunstancias en mi historia de modo que en sus casos las tragedias fueran diferentes, sólo similares en las emociones que hacían emerger. Por encima de eso, añadí dos personajes de mis diarios, una pequeña niña con un viewmaster y su hermanito, montando desnudo su triciclo. Había encontrado a este par cuando tenía dieciocho años. Cuando llegué al punto donde me di cuenta de que necesitaba niños como personajes realistas, además del que había muerto, busqué en mis diarios y los encontré. Encajaban perfectamente. Le digo a usted todo esto, simplemente para mostrar todas las fuentes diferentes de una historia. Primero comencé con un sueño, añadí la historia de una familia y hasta puse mis diarios en acción.
Los sueños casi siempre involucran metáforas, símiles y símbolos. Escribir la historia de un sueño es casi lo contrario a escribir otra clase de historias. El sueño es la vida de usted ya transformada, una reinterpretación de hechos, así que su tarea es transformarla en la vida real—hacerla parecer real. Usted logra esto mediante detalles sobresalientes. El escritor Gabriel García Márquez, galardonado con el Nóbel de literatura, dice que entre más extraña es la historia, más detalle debe dársele para hacer que ese mundo cobre vida, para hacerlo real más allá de toda duda. Por supuesto, no todos los sueños son extraños—por ejemplo, el de David Michael Kaplan sobre su padre no lo es. El sueño en sí mismo es bastante creíble. Lo que necesita ser descifrado por el escritor es la emoción subyacente del sueño—la ansiedad que el que sueña siente mientras ve a su padre en el agua. O tal vez no sea ansiedad, tal vez es culpa. Algunos psicólogos dirían que el sueño de Kaplan es en realidad una necesidad de que se cumpla un deseo—un deseo de ahogar al padre. ¿Demasiado Freudiano? Pudiera ser, pero Freud, independientemente de sus errores, entendió las contradicciones que subyacen en la psiquis humana—esa idea de Faulkner del corazón humano en conflicto consigo mismo. Si usted entiende que las personas son un atado de contradicciones, que dicen lo que no quieren decir y quieren decir lo que no dicen, está usted a medio camino hacia lograr una comprensión sobre cómo se escriben caraterizaciones complejas, por no mencionar el comprender sus sueños.
Kaplan entiende bien estas contradicciones como lo muestra en la bella última escena de su historia, que trata de un hombre y su padre regresando a una casa de verano que el padre vendió recientemente. La madre está muerta y el hijo ha vuelto a divorciarse. La última vez que el hijo visitó esta casa de verano era mucho más joven, y ahora padre e hijo han regresado para poner todo en orden para los nuevos dueños. La relación está llena de tensión, el hijo se siente fastidiado y menospreciado por el padre y finalmente pierde el control de sí mismo; el padre camina solo hacia el lago junto a la casa. Cae una tormenta y el hijo le sigue, sintiendo una tremenda ansiedad. Para sorpresa del hijo, su padre toma el columpio de cuerda atado a la rama de un árbol y camina hacia arriba por una colina:
Su padre agitó su mano como si saludara, sujetó la gruesa cuerda con ambas manos y se deslizó sobre la ensenada, su camisa revoloteando detrás de él. Frank abrió la boca, pero ningún sonido salió de ella, el único chillido el de su padre al alcanzar el punto más lejano de su trayectoria y soltarse, cayendo la cuerda conforme él descendía hacia el lago agitando sus brazos. Golpeó la superficie doblado, parte sobre su estómago, el agua separándose violentamente donde él entró.
“Pa,” murmuró Frank con incredulidad.
Esperó a que su padre emergiera pero no lo hizo. Nada se movía en el agua excepto por el tamborileo de la lluvia sobre su superficie y las últimas ondas causadas por el impacto.
“¿Pa?” llamó Frank, Se dirigió hacia el muelle y miró sobre el agua golpeada por la lluvia. El lago estaba oscuro, no podía ver nada bajo su superficie.
“¡Pa!” gritó él. “Oh Dios...” Frank corrió hacia el extremo del muelle. Se despojó de un zapato y tenía el otro en una mano cuando su padre emergió con un grito de felicidad más lejos en la ensenada. Sacudió la cabeza como una foca juguetona y comenzó a avanzar, nadando de pecho lentamente hacia el muelle. Frank se sentó, su piernas colgando sobre la orilla como las de una impotente marioneta. Parecía llorar y reír al mismo tiempo; pese a intentarlo, no podía parar. Su padre debía sentirse confundido, pues gritaba “¿cuál es el problema?” y “qué es lo que está mal?” pero Frank sólo podía sacudir su cabeza y levantar su mano para dejarla caer.
“Pensé que estabas muerto,” dijo. Las palabras se atoraban en su garganta como si fuera él quien hubiese estado ahogándose. Dejó caer el otro zapato en el agua y extendió sus ahora vacías manos. “Pensé que estabas muerto, pero no lo estabas.”
Nótese la ambivalencia de emoción en esa última línea. Note también cómo Kaplan ha transformado el esqueleto de un sueño en una situación creíble con personajes totalmente logrados. Ha hecho esto dando a los personajes una historia personal, permitiéndoles ver los detalles de sus vidas y el conflicto entre ellos. Otra vez, el asunto es distanciarse del material real y reclamar o darle un nuevo reparto con la herramienta más poderosa que usted posee: su imaginación.
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