Anoche desperté antes de las 12.00 a.m. y me volví a dormir. Dos horas más tarde, mi perra Lola fue a despertarme para que le abriera la puerta y pudiera salir a la calle. No pude volver a conciliar el sueño. Salí de la cama entre las 3 y las 4 horas y bajé a tomar café y pan y a ver un video musical en la sala. Mientras contemplaba la imagen y escuchaba la música me comí la avena que había preparado la noche anterior y antes de las cuatro subí a mi habitación a ejercitarme en mi bicicleta, sobre rodillos.
En este momento son las 13:00 horas y siento un acusado malestar por la falta de sueño, lo bueno es que hoy es día de paga y el fin de semana está a punto de comenzar; mañana no me levantaré temprano y dedicaré el fin de semana a descansar.
He estado trabajando desde las 7.00 horas y mientras lo hago mi mente se mantiene ocupada en pensamientos improductivos. Imagino que Jeff, el esposo de mi hermana Mónica puede ver la pantalla de mi computadora mientras realizo mi labor. De alguna manera se evidencia que tengo capacidades intelectuales que de las que él carece. Mi trabajo consiste en traducir del inglés al español documentos de la industria farmacéutica , él no domina una lengua extranjera y por supuesto, no sabe traducir.
He pensado mucho en ese mal individuo durante 13 años y lo que me hicieron él y mi hermana Mónica sigue doliéndome mucho, pero es parte de la basura de la que tengo que deshacerme.
Algo parecido me ha sucedido (aunque con baja intensidad) respecto a lo que pasó la semana pasada, en que mi madre (mi osito dormilón) se fue a Puerto Vallarta porque Iris, hija de mi hermana Yolanda haría su primera comunión el sábado 16 de julio. Jaime, hijo del hermano mayor de mi padre (ambos ya fallecidos) estuvo en el evento y le hizo compañía a mi cuñado Enrique Manuel Cano Hernández, el licenciado en Administración de Empresas del Tecnológico de Ciudad Guzmán que en realidad tiene escolaridad primaria.
Me dijo mi madre que creía altamente probable que Enrique le haya hablado mal de mí a Jaime y eso me causó una incomodidad menor, algo que me sorprende agradablemente. Pude ver imágenes de la primera comunión de mi sobrina y en algunas aparece este señor Jaime Madrid Yáñez, diez años mayor que yo, presentando una apariencia verdaderamente lamentable. Es el típico ciudadano del tercer mundo que comenzando la séptima década de su vida muestra un deterioro físico muy evidente, con poquísima masa muscular y toda la pinta de un hombre que ha fracasado total y absolutamente. Si este señor tiene una mala opinión de mí debería importarme un reverendo cacahuate, pues nunca he tenido ningún tipo de relación con él y es muy probable que jamás lo vuelva a ver.
Si le cree a Enrique lo que le dice, demuestra ser un auténtico pendejo, en fin, allá él, Jaime Rafael Madrid Yáñez, que con su pan se lo coma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario