domingo, 3 de enero de 2016

Comienza un nuevo año y veo la necesidad de cambiar


Comienza un nuevo año y cobro conciencia de la necesidad de cambiar. El año que terminó fue excepcionalmente bueno porque pude conseguir un empleo, algo por lo que debería darle gracias a un poder superior, ante la dificultad de creer en Dios. Ese empleo ha cambiado muchas cosas, me ha convertido en una persona productiva, me ha dado estabilidad económica, autoestima, respeto propio y el de otras personas, la posibilidad de que mi vida continúe y no termine trágicamente uno de estos días.

Sin embargo, pese a los cambios positivos muy evidentes, la he pasado mal una buena parte del tiempo porque mi mente sigue haciéndome trampa alterando mi conciencia y mi percepción de la realidad, dificultando que disfrute el buen momento por el que estoy pasando y en cambio poniéndome en situaciones de riesgo en el trabajo y en mis relaciones personales.

Empiezo a darme cuenta de que tengo que dejar de vivir en el pasado y detener los pensamientos en los que aparece mi padre, que murió hace ocho años así como otras personas que me han hecho daño. Tengo un comportamiento muy violento, especialmente en lo que se refiere a mi vocabulario, sea de forma oral o por escrito. Con esto último me refiero a la red social twitter, en la que interactúo con un cierto número de personas y frecuentemente agredo a alguien. Creo que esa agresividad y esa violencia provienen de una tremenda inseguridad, parece un intento por llamar la atención presentándome como algo que en realidad no soy.

También soy extraordinariamente vengativo. Fabiola, la dama que fue mi psiquiatra a partir de febrero de 2011 me llamó narcisista y esto viene a cuento porque pienso que mi carácter vengativo podría tener su origen en un narcisismo desproporcionado. Un cierto número de personas han enfrentado consecuencias porque se las he cobrado por haberme jugado rudo en el pasado.

Vivo una activa vida de fantasía en la que me imagino en situaciones de conflicto que empiezan en agresiones verbales con alta probabilidad de peleas a golpes. Otra fantasía frecuente es aquella en la que participo en un partido de tenis, dobles varonil en el que soy el jugador más fuerte y más rápido y hago gala de un servicio excepcionalmente potente. Un poco menos frecuente es aquella en la que recorro ciertas distancias en bicicleta manteniendo promedios de velocidad muy altos, dejándome ver muy competitivo con ciclistas muy dedicados y haciendo gala de una anatomía privilegiada.

Todo esto proviene de una falta de aceptación. No me acepto como soy y quisiera llamar poderosamente la atención de otras personas. Sobra decir que mis fantasías son irreales y absolutamente imposibles de realizar. La solución obvia es aceptarme como soy y para ello es necesario conocerme a mí mismo. En el empleo que he desempeñado durante ocho meses he llamado la atención de forma positiva por mi dedicación al trabajo y mi buen desempeño. La otra parte es que también he llamado la atención de forma negativa por arranques de furia y una cierta hostilidad que comienza a manifestarse de forma más frecuente y puede meterme en problemas.

He pensado en lo mucho que sufro por todo lo que perdí a partir de febrero de 1998, cuando mi incipiente carrera en la maquiladora electrónica se vio cortada de tajo por la traición de mi “amigo” David y la saña con la que me atacó mi padre, con participación del resto de mi familia. En lugar de sufrir por todos esos años en los que me vi privado de un empleo con una remuneración justa, debo disfrutar lo que sí tengo.

Tengo un empleo que me hace sentir productivo y útil, valioso.

Tengo a mi madre conmigo, una mujer en la tercera edad que me atiende con mucho amor y que hace mi existencia menos solitaria y más llevadera.

Tengo el uso de mis piernas y mis brazos y la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto. Mi actividad deportiva que he mantenido durante tantos años junto con mis buenos hábitos de alimentación me han ayudado a permanecer físicamente apto y eso se refleja en mi persona, en mi anatomía y en cada uno de mis rasgos físicos.

Tengo una cierta capacidad de empatía y una compresión de la vida que me dan la posibilidad de amar a otros seres humanos, dejando de juzgarlos o de considerarlos inferiores y aprendiendo a conocerlos y a reconocer su potencial.

Para aceptarme y estar bien conmigo mismo tengo que aprender a detener el tren de pensamientos que me hacen sentir que estoy siendo observado por otras personas que tienen un gran interés en mí, como si fuera el personaje principal de una película de Hollywood. Tengo que dejar de pensar que siendo violento puedo parecer un individuo interesante y atractivo para otras personas y darme cuenta de que puedo ser eso aprendiendo a ser yo mismo, aprendiendo a dejar de parecer algo que no soy.

Mi inseguridad proviene de una idea inconsciente de que soy poco, de que otras personas no se fijan en mí por eso.

No soy poco pero vivo como si lo fuera. Si logro conocerme a mí mismo, podré sacarle mucho provecho a la vida y cambiar mi existencia para bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario