domingo, 17 de enero de 2016

El hombre en busca de sentido, primera parte



El hombre en busca de sentido es un libro de 1946 de Viktor Frankl, una crónica de sus experiencias como interno en el campo de concentración Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial, y describe su método psicoterapéutico, que involucró identificar un propósito en la vida por el cual desarrollar sentimientos positivos y entonces, imaginar el resultado con la mayor energía posible. De acuerdo con Frankl, el modo como un prisionero imaginaba el futuro afectaba su longevidad. El libro intenta responder a la pregunta, ¿cómo se reflejaba la vida diaria en un campo concentración en la mente del prisionero promedio? La Parte Uno constituye el análisis de Frankl de sus experiencias en campos de concentración, mientras que la Parte Dos introduce sus ideas de significado y su teoría llamada logoterapia.

Frankl identifica tres reacciones psicológicas experimentadas por todos los internos en un grado u otro: (1) shock durante la fase de admisión al campo, (2) apatía después de acostumbrarse a la existencia en el campo, en el que el interno valora sólo aquello que le ayuda a sí mismo y a sus amigos a sobrevivir, y (3) reacciones de despersonalización, deformidad moral, amargura y desilusión si sobrevive y es liberado.

Frankl concluye que el significado de la vida es encontrado en cada momento de la existencia; la vida nunca deja de tener significado, aún durante el sufrimiento y la muerte. En una sesión de terapia de grupo durante un ayuno masivo infligido sobre los internos del campo que trataban de proteger a un compañero anónimo de represalias fatales, Frankl ofreció el pensamiento de que para cada persona en una condición terrible hay alguien mirando desde arriba, un amigo, un miembro de la familia, o incluso Dios, que esperaría no ser decepcionado. Frankl concluye de su experiencia que las reacciones psicológicas de un prisionero no son solamente el resultado de sus condiciones de vida, sino también de la libertad de elección que siempre tiene, incluso durante sufrimiento severo. El asidero interior que un prisionero tiene en su yo espiritual se basa en tener una esperanza en el futuro, y una vez que el prisionero pierde esa esperanza, está perdido.

Un ejemplo de la idea de Frankl sobre encontrar significado en medio de sufrimiento extremo se encuentra en su relato de una experiencia que tuvo mientras trabajaban en las terribles condiciones del campo de concentración Auschwitz:

… tropezamos en la oscuridad sobre grandes piedras y charcos, a lo largo de un camino que provenía del campo. Los  guardias que nos acompañaban gritaban y nos empujaban con las culatas de sus rifles. Quien tuviera los pies lastimados se apoyaba en el brazo de su vecino. Difícilmente se hablaba una palabra; el viento helado no nos animaba a hablar. Ocultando su boca detrás de su cuello vuelto hacia arriba, el hombre que marchaba junto a mí susurró de pronto: “si nuestras esposas pudieran vernos, espero que estén mejor que nosotros en sus campos y no sepan lo que nos está pasando.”

Eso trajo a mi mente a mi propia esposa. Conforme caminábamos millas, resbalando en puntos helados, apoyándonos uno en el otro una y otra vez, arrastrándonos uno al otro hacia arriba y hacia adelante, nada se decía, pero ambos sabíamos que cada uno de nosotros pensaba en su esposa. Ocasionalmente miraba al cielo, donde las estrellas se desvanecían y la luz rosada de la mañana comenzaba a expandirse detrás de un oscuro banco de nubes. Pero mi mente se aferraba a la imagen de mi esposa, imaginándola con una extraña exactitud. La escuché respondiéndome, vi su sonrisa, su mirada franca y alentadora. Real o no, su mirada era entonces más luminosa que el sol que comenzaba a elevarse.

Un pensamiento me paralizó: por primera vez en mi vida vi la verdad como tantos poetas la expresan, proclamada como sabiduría por tantos pensadores. La verdad – que el amor es el último y más alto objetivo al que el hombre puede aspirar. Entonces comprendí el significado del mayor secreto que la poesía y el pensamiento humano y la creencia tienen para impartir: la salvación del hombre es a través del amor y en el amor. Comprendí cómo un hombre al que no le queda nada en este mundo aún puede conocer la felicidad, así sea por solo un breve momento, en la contemplación de su ser amado. En una posición de profunda desolación, cuando el hombre no se puede expresar mediante acción positiva, cuando su único logro podría consistir resistir sus sufrimientos del modo correcto – de un modo honorable – en tal posición el hombre puede, mediante el amor a la vida, lograr su realización. Por primera vez en mi vida fui capaz de comprender el significado de las palabras “los ángeles están perdidos en perpetua contemplación de una gloria infinita…”

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