miércoles, 30 de marzo de 2016

Mis ideas con un sesgo de negatividad; las respuestas de Lola, su posición ante la vida


Cuando le expreso a Lola la idea de que mi realidad es difícil, sobre todo porque habiendo terminado mi juventud llevo en mis hombros la pesada carga de haber hecho poco con mi vida, pero sé que todavía no soy un viejo y estoy a tiempo de lograr algo, ella me dice, muy acertadamente que la juventud no es asunto de años transcurridos, sino de actitud.

Y aflora en mi mente otra idea que he llevado en el inconsciente: que es necesario disfrutar el presente, el aquí y el ahora, que es exactamente lo que no estoy haciendo.

Hace algunas semanas obtuve en internet una bella canción, concierto para una sola voz, interpretada por una cantante francesa y sin poder explicarlo, supe que iba a aparecer algo bueno en mi vida; un poco después Laura me abrió la puerta y me dejó entrar en su vida, algo que siempre quise desde que la conozco, hace ya ocho años, si bien durante unos cuatro años no tuve ningún contacto con ella.

Ahora, encuentro a Lola en una red social y la interacción con ella me hace darme cuenta de que es una persona muy fuera de lo común, pese a su juventud, su actitud ante la vida refleja una profunda sabiduría y su amistad puede ayudarme a discernir el camino correcto y a darme cuenta de que el futuro no es algo a lo que deba temer, concibiéndolo como un periodo de debilidad, peligro, vulnerabilidad, abandono y desesperación, sino como una etapa en la que pueden consolidarse todas mis experiencias, todos mis años vividos, con su parte trágica, con el dolor y el sufrimiento pero también con la satisfacción de los esfuerzos realizados, de las vivencias positivas y de los conocimientos adquiridos, consolidando mi vida como una unidad en la que nada sobra y nada falta, percibiéndome a mí mismo como un ser humano al que no le sobra nada y no le falta nada.

¿Qué sigue? ¿Se va de mi vida el Trastorno Límite de la Personalidad?

Démoslo como un hecho.

Te quiero, Lola.

Aparece Lola, una bella mujer con quien voy a desarrollar una fructífera relación de amistad


Comienzo una relación de amistad con Lola, una bella mexicana que actualmente radica en Alemania, que me ha impresionado por su intelecto y su nivel cultural; en primer lugar es políglota, habla alemán, inglés, ruso, y por lo menos en un nivel básico, hebreo y árabe.

Me resulta inevitable pensar que he hecho poco con mi vida y esto tiene un origen multifactorial (espero que el uso de esta palabra no suene a cliché). La combinación de factores que caracterizaron mi vida desde el principio: violencia intrafamiliar, sobre todo el odio demencial de mi padre y la ceguera de mi madre antes su comportamiento, provocada en buena parte por su codependencia; el haber nacido con un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) que nunca se detectó y dio como resultado problemas de aprendizaje y el enorme rezago que acumulé durante mis años de enseñanza básica, media y media superior, provocaron que llegara a la edad adulta con enormes deficiencias, mismas que me encargué de superar en buena medida, pero hacerlo me tomó muchísimo tiempo.

Me parece que la causa de esto último fue en su mayor parte el TDAH, algo que jamás cambió, pues hasta la fecha, aprender algo me resulta difícil por mi incapacidad para concentrarme, el no poder evitar estar pensando en algo diferente a lo que estoy haciendo, tener la mente ocupada en otra cosa, pero hay un elemento que me parece de una tremenda importancia: el resentimiento que llevo conmigo, principalmente contra mi padre (que falleció hace ocho años) y hacia otras personas de mi familia y gente como David, el individuo al que consideré mi amigo, que hace 18 años me asestó una puñalada por la espalda que me mandó a un infierno peor que el que ya conocía.

Y mientras escribo esto, me doy cuenta de que el resentimiento, o el odio, dominan mi vida. Es posible que estas pasiones sean lo que me ha motivado para seguir adelante, para no acabar con mi vida, pero también es posible que haya habido otras motivaciones, como lograr algún tipo de realización o conseguir amar y ser amado. Pero regresando a la idea original de este párrafo, si ha sido el odio lo que me ha permitido seguir con mi vida de alguna manera, esperando tener la oportunidad de vengarme de las personas que me hicieron daño, tengo que admitir que ese sentimiento ha tenido una utilidad innegable; sin embargo, en este momento el único efecto que parece tener es robarme energía, es posible que mi dificultad para aprender, para sentirme motivado y el cansancio continuo que siento no se deban a que mi juventud quedó atrás y a la disminución de mis facultades cognitivas o de mis capacidades físicas, sino a esa pérdida continua de energía, es posible que el odio sea un vampiro que esté agotándome permanentemente.

Hace tres meses compré un libro por internet para regalárselo a una amiga, que me vi obligado a conservar porque esa amistad terminó, un libro de yoga escrito por una mujer joven que narra la historia de su vida y expresa una idea que parece fundamental: para amar lo que hay en el futuro es necesario amar lo que hay en el pasado. En otras palabras, necesito reconciliarme con mi pasado, aceptarlo e incluso agradecer que haya sido como fue, sin pretender cambiar nada (algo que por principio de cuentas es imposible) para poder ver hacia adelante sin temerle a lo que hay en el futuro y en lugar de ello anhelar vivir esos años con todo lo bueno que pueden depararle a mi existencia.

Le escribí a Lola relatándole de manera muy general mi existencia y el origen de mis problemas y de mi situación actual, a mis casi 52 años y obtuve una serie de respuestas maravillosas, que me dan material para escribir y asimilar sus enseñanzas.

Gracias, bella Lola. Te quiero.

lunes, 28 de marzo de 2016

Lunes, regreso al trabajo, de vuelta a la rutina y las dificultades cotidianas


Han pasado los días de descanso correspondientes a esa festividad móvil y he regresado al trabajo. La semana pasada trabajamos solamente dos días y los otro cinco fueron de descanso. Me hizo bien desconectarme de la rutina pues comenzaba a sentir cansancio y aburrimiento provocado por hacer un trabajo repetitivo y monótono.

He pensado que este cansancio constante y falta de motivación para hacer cualquier cosa, incluso ejercitarme, pudiera deberse a que me encuentro deprimido, sobre todo porque necesito una mujer en mi vida, pero la posibilidad de encontrarla parece eludirme.

Ayer en la tarde vi a Carolina, mi psicóloga y le hablé sobre dos intentos que hice la semana pasada por iniciar una relación romántica, en el mejor de los casos; de amistad en un caso menos afortunado, con dos damas en twitter, que finalmente no fructificaron. Tengo tres horas de haber comenzado mi turno, o sea llevo casi una tercera parte, y comienzo a sentirme triste y cansado. Ayer le decía a mi psicóloga que una de las afectaciones más graves de mi patología ha sido la soledad que el TLP ha acarreado a mi vida, algo de lo más doloroso. He tenido poca capacidad para relacionarme con otras personas, para hacerme de un círculo social y menos aún para relacionarme con el sexo opuesto, para establecer relaciones de pareja y eso le ha dado a mi existencia un cariz de tristeza del que no parezco ser capaz de escapar.

Me imagino que el pedaleo enérgico en mi bicicleta y los ejercicios de musculación recién incorporados contribuyen a una mayor producción de endorfinas, un antidepresivo natural, pero incluso eso ha perdido buena parte de su efectividad.

Cuando le hago la corte a una dama, no puedo evitar ser muy emotivo, decirle palabras bonitas y hablarle de mi anhelo de besar su piel, sus labios, de acariciarla, de abrazarla, de compartir mi existencia con ella y eso ahuyenta a la mayoría; es una lástima que el amor provoque temor y rechazo.

He recordado a Lorena últimamente, posiblemente porque ayer hice un recorrido en bicicleta por Virreyes, la zona donde ella vivió cuando radicó en mi ciudad, hace unos diez años, estancia que fue una pesadilla para ella y de la que yo no me enteré hasta años más tarde. A sus 51 años, esa mujer tiene un rostro muy bello y un cuerpo que muchas mujeres de veinte años envidiarían, pero también es extremadamente tonta y su nivel intelectual es verdaderamente muy pobre.

Pienso en Angélica, bella mujer doce años menor que yo, originaria de Veracruz y radicada en Puebla, que me visitó a finales de 2006, hace ya nueve años, en compañía de una prima lejana, con quien pasé varios días muy felices en un año difícil y doloroso, marcado por la pérdida de mi futuro laboral y la muerte de mi hermana menor.

Angélica es particularmente importante porque a diferencia de muchas mujeres, no le tenía miedo al amor sino que más bien lo anhelaba tanto como yo. Nos habíamos conocido por internet y el día que llegó a mi casa, nos acostamos ella y yo en mi cama para dormir algunas horas abrazándonos, dándonos el afecto y el amor que cada uno necesitaba dar y recibir. Lamento mucho haber perdido el contacto con ella.

La semana pasada tuve comunicación vía internet y telefónica con María, que al día siguiente me comunicó (con honestidad) que prefería no conocerme en persona y más tarde me expresó su preocupación respecto a mi interés en ella, argumentando que pudiera ser muy intensa al principio, pero que con el paso del tiempo disminuiría y acabaría desapareciendo; no se me ocurrió argumentar que el riesgo para mí era idéntico, pero le agradecí su franqueza y su disposición a hablar con la verdad.

Al día siguiente me comuniqué con otra dama que vive en Europa, muy bella, con un historial académico muy impresionante, que domina el alemán (un idioma muy difícil hasta donde yo sé) porque vive y trabaja legalmente en ese país. Me sentí muy atraído por ella en parte porque siempre me han gustado las mujeres inteligentes y en parte por su humanidad, por su preocupación por nuestro país, donde el gobierno federal y numerosos gobiernos estatales están cometiendo crímenes de estado.

Ayer por la tarde, mientras me dirigía a mi cita con Carolina, mi psicóloga, le envié un mail a Lola, le hermosa dama que vive en Alemania expresándole mis sentimientos por ella, mismo que Lola respondió con mucho cariño, pero rechazando mi enamoramiento y dejándome en calidad de amigo; en twitter esto tiene un nombre: Friendzone. Me imagino que esa zona es algo así como el primer círculo del infierno, o por lo menos el limbo.

Habría sido tan bonito ser tu pareja, Lola, pero la verdad es que sé que no merezco tanto, te agradezco que me des la oportunidad de ser parte de tu vida, aún si no es en el nivel que yo quisiera.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Meditaciones sobre mi existencia solitaria y la necesidad de tener alguien a quién amar


En poco más de 30 minutos habré salido de trabajar y me retiraré a descansar, para no regresar hasta la siguiente semana. Desde hace tiempo siento un cansancio físico y un hastío psíquico constante cuyo origen no alcanzo a entender del todo, no quisiera pensar que me estoy haciendo viejo porque apenas voy a cumplir 52 años.

Ya no me ejercito en mi bicicleta de carreras cotidianamente, como lo hacía hace 10 años, no solamente por falta de energía sino porque mi interés en el deporte ha comenzado a declinar, asunto que no me preocupa porque lo veo como una señal de madurez. No es que piense abandonar la práctica del deporte para llevar una vida sedentaria, simplemente no pienso dedicarle más energía de la que merece y en cambio haré un intento por dedicar parte del tiempo que no estoy trabajando, a mejorar mi capacidad para escribir, a estudiar el idioma inglés de manera formal y a plantearme un objetivo. Recuerdo las palabras de Viktor Frankl y creo que debo preguntarle a la vida qué espera de mí, pues lo que yo he esperado de la vida nunca ha sido una posibilidad.

Ahora que estoy en un horario de 7:00 a 16:30 horas, que llego temprano a casa, he pasado horas vespertinas sintiendo mi dolorosa soledad anhelando la compañía de una dama con quien pudiera platicar tendido en el sofá, abrazándola, besando su piel, sus labios, amándola. Uno de los aspectos más dolorosos de mi existencia como enfermo mental ha sido la soledad en la que he vivido, mi poca interacción con el sexo opuesto, misma que cuando la he tenido, he acabado destruyéndola con mi comportamiento inadecuado, con mi celotipia.

Ayer hice contacto en una red social con una mujer joven que es reportera o periodista y trabaja para un diario local. Se ve linda en su avatar, que la muestra llevando un vestido color pardo y unas botas, sus piernas son generosas y fuertes, a la vez femeninas, su rostro se ve simétrico y armónico y aparece sentada en medio de un paisaje campirano, rodeada de cactáceas y ese tipo de vegetación.

Visité su blog, de blogspot.com y me enteré de que en noviembre cumplió 29 años, o sea que es 22 años más joven que yo. Parece poco probable que se llegue a dar una relación de pareja con esta hermosa joven.

En esa misma red social empiezo a interactuar con otra dama que en su avatar se ve muy guapa y parece interesada en mí, lee mi Time Line y me escribe frecuentemente, pero temo que esté en otra entidad y que la distancia geográfica sea de nuevo un obstáculo.

En esa misma red social conocí a la bella Ana Laura, pero está casada y es difícil que nos comuniquemos. Conforme escribo esto se me ocurre que el cansancio y el decaimiento que siento pudieran tener su origen en una profunda tristeza provocada por mi existencia solitaria.

Quisiera quererte y que me quisieras.

Abrázame.

jueves, 17 de marzo de 2016

Pensando en Laura, alguien a quien verdaderamente puedo llamar amiga


Mi mente parece estar ocupada todo el tiempo, lo que supone un problema. Rara vez tengo la tranquilidad que anhelo porque me psiquis me hace trampa. He pensado en utilizar ese estado de sobre-excitación para canalizar por medio de la escritura esa energía mental que tanto se desperdicia, pero cuando lo intento mi mente se queda en blanco y soy incapaz de escribir nada que no sea otra repetición de mi obsesión permanente.

Siento que finalmente he podido acercarme a Laura, una dama a quien he llegado a querer mucho. Ese afecto tiene su origen en la gratitud por haberme atendido a partir de diciembre de 2007, a lo largo de todo el año 2008 y los primeros cuatro meses de 2009. Laura estuvo conmigo en una época de mi vida extraordinariamente difícil, la considero una de las mejores personas que he conocido jamás y pienso que si ella no hubiera estado presente durante ese periodo tan difícil, muy probablemente yo no hubiera sobrevivido.

Mi mente me hace trampa. Pienso en el “hubiera” y si bien yo rechazo el consabido cliché “el hubiera no existe” (porque creo que es parte de nuestra condición humana), sí creo que mi tendencia a pensar en lo diferente que sería mi vida si el pasado hubiera sido diferente constituye un pesado lastre que me provoca un sufrimiento innecesario y complica aún más mi existencia cotidiana.

Traté de hacer amistad con Laura cuando tuvo que irse de la institución en la que trabajaba en esa época en que me atendió, pero no fue posible; creo que todavía no había llegado el momento. Ahora que he madurado un poco y he conseguido avances importantes gracias al tratamiento farmacológico para mi trastorno de personalidad, y he cobrado conciencia de lo mal que me comporto con las pocas personas que tienen conmigo una relación voluntaria, parece haber llegado el momento de establecer una relación de amistad, de afecto y de respeto con este bello ser humano.

Laura me atendía por teléfono en un servicio de atención psicológica en la época que menciono en los párrafos anteriores. Esta dama es prácticamente siete años más joven que yo, pero por la madurez que ella tiene, de la que yo carezco, la situación pareciera ser a la inversa; además Laura me despierta mucha admiración por su capacidad para trabajar, para desenvolverse entre su familia y sus seres queridos, para abrirse camino en su existencia cotidiana y por su capacidad de amar.

Es tan bonito quererla.

Finalmente me permitió entrar en su vida y ese hecho constituye una oportunidad que no quiero echar a perder. Hemos tenido momentos difíciles, como aquel en que le envié mensajes a su celular vía what’s up que ella pareció ignorar, lo que provocó que yo me sintiera lastimado, viviendo esos momentos como si ella y el resto del mundo me despreciaran; las trampas que me hace mi mente me hicieron sentirme como un gusano insignificante y al mismo tiempo me sentí agredido por ella y por todas aquellas personas que han mostrado desprecio hacia mí o que me han tratado como a un individuo débil, a quien se puede lastimar si se siente la necesidad de violentar a alguien.

Al día siguiente tuve comunicación con Laura, primero vía email, después por mensajes de what’s up y finalmente por teléfono y sin intención de hacerlo la lastimé, pero Laura no contempló en ningún momento expulsarme de su vida, incluso pensó en cambiar nuestra relación, dejar de ser amigos para volver a ser terapeuta y paciente. Si el afecto que sentía hacia ella ya era considerable, con eso se incrementó todavía más y sentí la necesidad de expresárselo. Al mismo tiempo le pedí perdón por haberla lastimado, por pagarle de esa manera el haberme permitido entrar en su vida, a lo que ella respondió que no tenía nada que perdonar.

“Laura, ¿te incomoda que te diga que te quiero?”, le pregunté. Ella respondió: “la verdad sí, me hace sentirme rara”. Le pregunté entonces: “¿me puedes ver como a un hermano?”, ella me respondió afirmativamente y entonces le dije: “¿puedes aceptar mi amor fraterno?..., te quiero mucho hermana, te quiero mucho”. Ella me agradeció la manifestación de afecto y pocos minutos más tarde terminamos nuestra llamada.

Y es tan difícil querer a alguien y no poder decírselo. Entiendo la necesidad de reprimir la furia, el resentimiento, el odio, pero me resulta difícil entender que sea necesario reprimir el afecto, el cariño, el amor.

Ahora Laura, ese bello ser humano ha recibido más muestras del sentimiento que ella despierta en mí y quiero pensar que eso va a fortalecer nuestra relación de amistad y llegará un momento en que mis expresiones de afecto dejarán de producirle inquietud e incomodidad.

Te quiero, Laura.



jueves, 10 de marzo de 2016

Un obsequio para una dama


Mi situación actual es bastante buena, finalmente tengo un empleo, que es algo que se me había negado la mayor parte de mi vida como adulto. Me gusta mi trabajo, pero implica pasar ocho horas y media sentado frente a la computadora de lunes a viernes, traduciendo ‘archivos maestros de fármaco’ principalmente, en ocasiones artículos médicos, algo que me resulta mucho más interesante, y en ocasiones otro tipo de documentos.

Aunque disfruto mi trabajo y me da la satisfacción de mostrar un buen rendimiento como un empleado competente y responsable, conforme pasan las horas siento la necesidad de hacer otras cosas —no necesariamente trabajo— que no requieran mucho tiempo y no me distraigan de mi labor, escribir, específicamente.

Ahora que llego más temprano a casa, porque cambié mi horario de trabajo, paso más horas diurnas en la sala y mi soledad me hace sentir la necesidad de tener a alguien con quien hablar. En los últimos días he hablado con una psicóloga de otra entidad que me atiende vía telefónica; nuestras conversaciones han sido muy interesantes.

Le he hablado a Leticia de mi necesidad de encontrar una pareja, una compañera, informándole sobre mi amistad incipiente con otra psicóloga que me atendió hace ocho años durante 16 meses en otro servicio de atención psicológica vía telefónica y sobre mi tendencia a buscar relacionarme con mujeres que tienen esa profesión. Leticia me dijo algo de lo más interesante: que la gente que estudia psicología lo hace movida por su temor a la locura; me dijo además que esa podía también ser mi motivación para buscar ese tipo de compañía.

Esa mujer que me atendió hace ocho años, comenzando el día siguiente a la muerte de mi padre, sábado 15 de diciembre de 2007, finalmente se ha convertido en mi amiga. Pienso muchísimo en ella y el interés que me despierta proviene de su inteligencia, su cultura, su preparación académica y de su belleza interior. En fecha próxima será su cumpleaños y por esa razón he comprado vía internet una novela que es una obra maestra de la literatura norteamericana por duplicado, sólo que uno es el libro en español, el otro en inglés, el idioma original.

¿Qué busco dándole obsequios a esta dama a quien quiero tanto? Mostrarle mis sentimientos hacia ella, me imagino, manifestándose de esta forma, con una obra literaria porque eso es acorde con su nivel intelectual (además ella está estudiando inglés) y cuando haya leído esta obra la comentaremos.

Hace ocho años, durante el 2008, le hablé a esta interventora en crisis de esta novela ‘To kill a mockingbird’ (traducida al español como ‘matar un ruiseñor’, de Harper Lee) y mi fascinación con el relato en boca de una niña en un pueblo en Alabama, estado sureño en que Jean Louise ‘Scout’ Finch, relata esos años de infancia, comenzando poco antes de que ella inicie su educación elemental, en que nos describe su vida con su padre Atticus, abogado viudo en sus tardíos cuarentas; su hermano Jeremy (Jem), cuatro años mayor que ella; Calpurnia, la sirvienta negra; Dill, un amigo al que conocen porque viene a pasar las vacaciones de verano con una tía, vecina de los Finch, y conforme avanza la novela otros personajes que con el desarrollo de la misma cobran importancia.

La obra gira en torno a un incidente racial. Tom Robinson, hombre de raza negra de 25 años es acusado de violación por Mayella Ewell, mujer de raza blanca de 19, hija mayor de Bob Ewell, que con seis hermanos menores que vive en una cabaña de madera junto al basurero municipal en condiciones lamentables, por el alcoholismo de su padre y la ausencia de su madre, finada.

A Atticus se le asigna la tarea de defender a Tom Robinson y durante el juicio demuestra que este no solamente no violó a Mayella Ewell sino que no le hizo ningún daño, es más, fue el único ser humano que trató bien a Mayella en sus 19 años de vida, lo que acabó costándole la vida. En esa época, en la década de los treintas en un estado del sur de la Unión Americana, no era posible que se diera un fallo a favor de un negro y en contra de un blanco.

La historia no termina ahí. El infame Bob Ewell empieza a odiar a Atticus por haber puesto de manifiesto la falsedad de las acusaciones de él y de su hija Mayella y por haberle arruinado su intento de convertirse en una celebridad en la comunidad, en lugar de un borracho que tiene a sus hijos viviendo como animales entre la basura. Este mal individuo confronta un día a Atticus en la calle retándolo a una pelea a golpes y le escupe en la cara, jurAndo ajustarle las cuentas, ‘así sea lo último que haga’.

La novela incluye otros personajes, varios vecinos de los Finch, notablemente la señorita Maudie Attkinson, viuda aproximadamente 10 años menor que Atticus que se convierte en amiga de Scout y Jem, y de forma muy importante Arthur ‘Boo’ Radley, un hombre en sus tempranos 30s que se ha convertido en un recluso desde su adolescencia y que está siempre en la imaginación de Scout y Jem, a quien ellos temen mientras él siente mucho afecto por ellos y lo demuestra dejándoles regalos en el nodo de un árbol.

Cuando hablaba con esta psicóloga, que en ese entonces era mi interventora en crisis y ahora es mi amiga, le comenté mucho la trama de esta novela, sobre sus personajes, particularmente sobre Atticus, un hombre al que yo considero excepcionalmente fuerte por su carácter tan estable, por su capacidad para amar y respetar a todas las personas y todos los seres vivos y por su absoluta oposición a cualquier tipo de violencia.

Siento que demostrarle con este obsequio a esta psicóloga, el afecto que siento por ella y lo mucho que la quiero consolida nuestra amistad. Ya tendremos tiempo de comentar la obra.


lunes, 7 de marzo de 2016

Mi vacío existencial

En la segunda parte de su libro “el hombre en busca de sentido”, Frankl habla del vacío existencial y afirma que no pocas causas de suicidio pueden rastrearse hacia ese vacío. Tales fenómenos tan extendidos como depresión, agresión y adicción no pueden ser entendidos a menos que reconozcamos el vacío existencial subyacente. Ese parece ser cierto respecto a las crisis de pensionados y gente en la vejez.

Frankl señala las varias máscaras y disfraces tras los que aparece ese vacío existencial. Algunas veces la voluntad frustrada por encontrar el sentido es compensada de forma indirecta por la voluntad por el poder, incluyendo su forma más primitiva que es desear tener dinero. En otros casos, el lugar de la búsqueda frustrada de sentido toma la forma de deseo de placer. Es por eso que la frustración de la búsqueda de sentido frecuentemente ocurre como compensación sexual. Podemos observar que en tales casos, la libido sexual se torna desenfrenada en el vacío existencial.

Quisiera dejar hasta aquí la exposición de estas ideas (que dudo haber traducido adecuadamente, el libro que tengo está escrito en inglés) para hablar de mi existencia y mi vacío existencial.

Una vez que cobré conciencia de lo mal que me hallaba en cuanto a conocimientos, después de haber fracasado miserablemente en la universidad cursando una licenciatura en ingeniería, me puse a estudiar como autodidacta y puse como objetivo superar mis deficiencias académicas y trabajar para regresar años más tarde a concluir mis estudios. La verdad es que nunca trabajé, pero sí estudié y llegué a ser muy competente en las áreas en las que había mostrado un rendimiento lamentable: matemáticas, física y todas aquellas materias técnicas que tenían relación con estas dos disciplinas.

Regresé a la universidad a unos meses de cumplir 30 años y habiendo cumplido 31 me vi obligado a volver a abandonar mis estudios. Habiendo fallado por segunda vez mi vida parecía terminada y ya no fui capaz de volver a plantearme un objetivo, una nueva meta.

Mi desconocimiento del mundo laboral era prácticamente absoluto y una vez que mi amigo David me hubo contratado y para ocupar un puesto en el departamento de ingeniería del que él era gerente, y después de echarme a la calle, mi objetivo fue trabajar para recuperar lo perdido, algo que resultó absolutamente imposible.

Pasaron los años e intenté regresar a la maquiladora electrónica, hice todo bien, pero todo me salió mal y entonces, incapaz de terminar con mi vida, mi objetivo fue hacerme de una remuneración que me permitiera vivir sin pasar hambre, perdiendo toda perspectiva y toda autoestima y la voluntad de vivir.

Así pasaron muchos años y mi juventud terminó y ahora tengo más de cincuenta años y cuento con algo que parecía perdido para siempre: un empleo; sin embargo, pese a que el vacío existencial no parece tan doloroso ni tan destructivo como en los individuos que padecen adicciones, sí le da un matiz de tristeza a mi existencia.

Cuando comencé a hacer traducciones técnicas que tenían que ver con la industria farmacéutica, hace cerca de dos años, empecé a pensar en la posibilidad de convertirme en un escritor científico. Por supuesto que no soy ni la primera ni la segunda parte de ese término, es decir, no soy escritor ni científico, pero mi redacción es competente y domino el idioma inglés, así que lo que parece tener sentido es trabajar para conseguirlo.

Podrá parecer difícil de entender, pero dominando el idioma inglés, tengo que estudiarlo. Lo que quiero decir con esto es que lo conozco de una manera más bien empírica y necesito dominarlo de manera formal. Tengo que estudiar las estructuras de ese idioma para poder redactar de manera correcta en ese idioma y pese a que me plantee ese objetivo hace tiempo, no pude poner manos a la obra.

Ahora que descubro lo mucho que me motiva escribir, y ese trabajo me ha permitido obtener el reconocimiento (muy necesario) de personas cercanas a mí (como la directora de mi departamento y mi jefa directa) creo que puedo comenzar a avanzar en esa dirección, pues a diferencia de antes, tengo una luz en el horizonte, un faro que me indica el camino en una noche oscura, posiblemente por primera vez en mis 51 años y diez meses de vida.