Frankl señala las varias máscaras y disfraces tras los que aparece ese vacío existencial. Algunas veces la voluntad frustrada por encontrar el sentido es compensada de forma indirecta por la voluntad por el poder, incluyendo su forma más primitiva que es desear tener dinero. En otros casos, el lugar de la búsqueda frustrada de sentido toma la forma de deseo de placer. Es por eso que la frustración de la búsqueda de sentido frecuentemente ocurre como compensación sexual. Podemos observar que en tales casos, la libido sexual se torna desenfrenada en el vacío existencial.
Quisiera dejar hasta aquí la exposición de estas ideas (que dudo haber traducido adecuadamente, el libro que tengo está escrito en inglés) para hablar de mi existencia y mi vacío existencial.
Una vez que cobré conciencia de lo mal que me hallaba en cuanto a conocimientos, después de haber fracasado miserablemente en la universidad cursando una licenciatura en ingeniería, me puse a estudiar como autodidacta y puse como objetivo superar mis deficiencias académicas y trabajar para regresar años más tarde a concluir mis estudios. La verdad es que nunca trabajé, pero sí estudié y llegué a ser muy competente en las áreas en las que había mostrado un rendimiento lamentable: matemáticas, física y todas aquellas materias técnicas que tenían relación con estas dos disciplinas.
Regresé a la universidad a unos meses de cumplir 30 años y habiendo cumplido 31 me vi obligado a volver a abandonar mis estudios. Habiendo fallado por segunda vez mi vida parecía terminada y ya no fui capaz de volver a plantearme un objetivo, una nueva meta.
Mi desconocimiento del mundo laboral era prácticamente absoluto y una vez que mi amigo David me hubo contratado y para ocupar un puesto en el departamento de ingeniería del que él era gerente, y después de echarme a la calle, mi objetivo fue trabajar para recuperar lo perdido, algo que resultó absolutamente imposible.
Pasaron los años e intenté regresar a la maquiladora electrónica, hice todo bien, pero todo me salió mal y entonces, incapaz de terminar con mi vida, mi objetivo fue hacerme de una remuneración que me permitiera vivir sin pasar hambre, perdiendo toda perspectiva y toda autoestima y la voluntad de vivir.
Así pasaron muchos años y mi juventud terminó y ahora tengo más de cincuenta años y cuento con algo que parecía perdido para siempre: un empleo; sin embargo, pese a que el vacío existencial no parece tan doloroso ni tan destructivo como en los individuos que padecen adicciones, sí le da un matiz de tristeza a mi existencia.
Cuando comencé a hacer traducciones técnicas que tenían que ver con la industria farmacéutica, hace cerca de dos años, empecé a pensar en la posibilidad de convertirme en un escritor científico. Por supuesto que no soy ni la primera ni la segunda parte de ese término, es decir, no soy escritor ni científico, pero mi redacción es competente y domino el idioma inglés, así que lo que parece tener sentido es trabajar para conseguirlo.
Podrá parecer difícil de entender, pero dominando el idioma inglés, tengo que estudiarlo. Lo que quiero decir con esto es que lo conozco de una manera más bien empírica y necesito dominarlo de manera formal. Tengo que estudiar las estructuras de ese idioma para poder redactar de manera correcta en ese idioma y pese a que me plantee ese objetivo hace tiempo, no pude poner manos a la obra.
Ahora que descubro lo mucho que me motiva escribir, y ese trabajo me ha permitido obtener el reconocimiento (muy necesario) de personas cercanas a mí (como la directora de mi departamento y mi jefa directa) creo que puedo comenzar a avanzar en esa dirección, pues a diferencia de antes, tengo una luz en el horizonte, un faro que me indica el camino en una noche oscura, posiblemente por primera vez en mis 51 años y diez meses de vida.
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