miércoles, 30 de marzo de 2016

Aparece Lola, una bella mujer con quien voy a desarrollar una fructífera relación de amistad


Comienzo una relación de amistad con Lola, una bella mexicana que actualmente radica en Alemania, que me ha impresionado por su intelecto y su nivel cultural; en primer lugar es políglota, habla alemán, inglés, ruso, y por lo menos en un nivel básico, hebreo y árabe.

Me resulta inevitable pensar que he hecho poco con mi vida y esto tiene un origen multifactorial (espero que el uso de esta palabra no suene a cliché). La combinación de factores que caracterizaron mi vida desde el principio: violencia intrafamiliar, sobre todo el odio demencial de mi padre y la ceguera de mi madre antes su comportamiento, provocada en buena parte por su codependencia; el haber nacido con un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) que nunca se detectó y dio como resultado problemas de aprendizaje y el enorme rezago que acumulé durante mis años de enseñanza básica, media y media superior, provocaron que llegara a la edad adulta con enormes deficiencias, mismas que me encargué de superar en buena medida, pero hacerlo me tomó muchísimo tiempo.

Me parece que la causa de esto último fue en su mayor parte el TDAH, algo que jamás cambió, pues hasta la fecha, aprender algo me resulta difícil por mi incapacidad para concentrarme, el no poder evitar estar pensando en algo diferente a lo que estoy haciendo, tener la mente ocupada en otra cosa, pero hay un elemento que me parece de una tremenda importancia: el resentimiento que llevo conmigo, principalmente contra mi padre (que falleció hace ocho años) y hacia otras personas de mi familia y gente como David, el individuo al que consideré mi amigo, que hace 18 años me asestó una puñalada por la espalda que me mandó a un infierno peor que el que ya conocía.

Y mientras escribo esto, me doy cuenta de que el resentimiento, o el odio, dominan mi vida. Es posible que estas pasiones sean lo que me ha motivado para seguir adelante, para no acabar con mi vida, pero también es posible que haya habido otras motivaciones, como lograr algún tipo de realización o conseguir amar y ser amado. Pero regresando a la idea original de este párrafo, si ha sido el odio lo que me ha permitido seguir con mi vida de alguna manera, esperando tener la oportunidad de vengarme de las personas que me hicieron daño, tengo que admitir que ese sentimiento ha tenido una utilidad innegable; sin embargo, en este momento el único efecto que parece tener es robarme energía, es posible que mi dificultad para aprender, para sentirme motivado y el cansancio continuo que siento no se deban a que mi juventud quedó atrás y a la disminución de mis facultades cognitivas o de mis capacidades físicas, sino a esa pérdida continua de energía, es posible que el odio sea un vampiro que esté agotándome permanentemente.

Hace tres meses compré un libro por internet para regalárselo a una amiga, que me vi obligado a conservar porque esa amistad terminó, un libro de yoga escrito por una mujer joven que narra la historia de su vida y expresa una idea que parece fundamental: para amar lo que hay en el futuro es necesario amar lo que hay en el pasado. En otras palabras, necesito reconciliarme con mi pasado, aceptarlo e incluso agradecer que haya sido como fue, sin pretender cambiar nada (algo que por principio de cuentas es imposible) para poder ver hacia adelante sin temerle a lo que hay en el futuro y en lugar de ello anhelar vivir esos años con todo lo bueno que pueden depararle a mi existencia.

Le escribí a Lola relatándole de manera muy general mi existencia y el origen de mis problemas y de mi situación actual, a mis casi 52 años y obtuve una serie de respuestas maravillosas, que me dan material para escribir y asimilar sus enseñanzas.

Gracias, bella Lola. Te quiero.

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