He pensado que este cansancio constante y falta de motivación para hacer cualquier cosa, incluso ejercitarme, pudiera deberse a que me encuentro deprimido, sobre todo porque necesito una mujer en mi vida, pero la posibilidad de encontrarla parece eludirme.
Ayer en la tarde vi a Carolina, mi psicóloga y le hablé sobre dos intentos que hice la semana pasada por iniciar una relación romántica, en el mejor de los casos; de amistad en un caso menos afortunado, con dos damas en twitter, que finalmente no fructificaron. Tengo tres horas de haber comenzado mi turno, o sea llevo casi una tercera parte, y comienzo a sentirme triste y cansado. Ayer le decía a mi psicóloga que una de las afectaciones más graves de mi patología ha sido la soledad que el TLP ha acarreado a mi vida, algo de lo más doloroso. He tenido poca capacidad para relacionarme con otras personas, para hacerme de un círculo social y menos aún para relacionarme con el sexo opuesto, para establecer relaciones de pareja y eso le ha dado a mi existencia un cariz de tristeza del que no parezco ser capaz de escapar.
Me imagino que el pedaleo enérgico en mi bicicleta y los ejercicios de musculación recién incorporados contribuyen a una mayor producción de endorfinas, un antidepresivo natural, pero incluso eso ha perdido buena parte de su efectividad.
Cuando le hago la corte a una dama, no puedo evitar ser muy emotivo, decirle palabras bonitas y hablarle de mi anhelo de besar su piel, sus labios, de acariciarla, de abrazarla, de compartir mi existencia con ella y eso ahuyenta a la mayoría; es una lástima que el amor provoque temor y rechazo.
He recordado a Lorena últimamente, posiblemente porque ayer hice un recorrido en bicicleta por Virreyes, la zona donde ella vivió cuando radicó en mi ciudad, hace unos diez años, estancia que fue una pesadilla para ella y de la que yo no me enteré hasta años más tarde. A sus 51 años, esa mujer tiene un rostro muy bello y un cuerpo que muchas mujeres de veinte años envidiarían, pero también es extremadamente tonta y su nivel intelectual es verdaderamente muy pobre.
Pienso en Angélica, bella mujer doce años menor que yo, originaria de Veracruz y radicada en Puebla, que me visitó a finales de 2006, hace ya nueve años, en compañía de una prima lejana, con quien pasé varios días muy felices en un año difícil y doloroso, marcado por la pérdida de mi futuro laboral y la muerte de mi hermana menor.
Angélica es particularmente importante porque a diferencia de muchas mujeres, no le tenía miedo al amor sino que más bien lo anhelaba tanto como yo. Nos habíamos conocido por internet y el día que llegó a mi casa, nos acostamos ella y yo en mi cama para dormir algunas horas abrazándonos, dándonos el afecto y el amor que cada uno necesitaba dar y recibir. Lamento mucho haber perdido el contacto con ella.
La semana pasada tuve comunicación vía internet y telefónica con María, que al día siguiente me comunicó (con honestidad) que prefería no conocerme en persona y más tarde me expresó su preocupación respecto a mi interés en ella, argumentando que pudiera ser muy intensa al principio, pero que con el paso del tiempo disminuiría y acabaría desapareciendo; no se me ocurrió argumentar que el riesgo para mí era idéntico, pero le agradecí su franqueza y su disposición a hablar con la verdad.
Al día siguiente me comuniqué con otra dama que vive en Europa, muy bella, con un historial académico muy impresionante, que domina el alemán (un idioma muy difícil hasta donde yo sé) porque vive y trabaja legalmente en ese país. Me sentí muy atraído por ella en parte porque siempre me han gustado las mujeres inteligentes y en parte por su humanidad, por su preocupación por nuestro país, donde el gobierno federal y numerosos gobiernos estatales están cometiendo crímenes de estado.
Ayer por la tarde, mientras me dirigía a mi cita con Carolina, mi psicóloga, le envié un mail a Lola, le hermosa dama que vive en Alemania expresándole mis sentimientos por ella, mismo que Lola respondió con mucho cariño, pero rechazando mi enamoramiento y dejándome en calidad de amigo; en twitter esto tiene un nombre: Friendzone. Me imagino que esa zona es algo así como el primer círculo del infierno, o por lo menos el limbo.
Habría sido tan bonito ser tu pareja, Lola, pero la verdad es que sé que no merezco tanto, te agradezco que me des la oportunidad de ser parte de tu vida, aún si no es en el nivel que yo quisiera.
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