jueves, 26 de mayo de 2016

Saliendo de la crisis, el peligro parece haber quedado atrás


Mis crisis aparecen cada dos o tres semanas y cada vez son más violentas y dolorosas. Ayer se me juntaron varias cosas, como la lejanía de Laura, la falta de respuesta de Ana Laura y la violencia de la que he sido objeto por parte de mi hermana Yolanda y su esposo el padrote.

Por otra parte, en el aspecto laboral las cosas van bien, pese a que la economía nacional se complica por la caída en los precios del petróleo y el aumento en el precio del dólar. En la empresa en la que trabajo se está realizando inversión importante y va en crecimiento. Ayer se hizo un comunicado oficial en el que se nos informó sobre la razón del reporte de utilidades tan raquítico que recibimos el pasado viernes 20 de mayo. Se tocaron varios temas, pero algo importante es que la posición del director de recursos humanos es precaria y es probable que pronto lo despidan; ya es hora de que se largue el patán extranjero que tiene todo el aspecto de un farsante. Este pendejo trató de perjudicarme en diciembre pasado, pretendiendo que se me levantara una amonestación verbal una falta que no cometí.

Al llegar a casa deberé hablar con mi madre y disculparme con ella. Cada vez que se me viene una crisis —casi siempre provocada por mi soledad tan dolorosa— pienso en lo que ella hizo en 1998, cuando me dejó solo estando yo en una ciudad geográficamente muy lejana, para tratar de recuperar su relación marital con el monstruo que tuve de padre. Es un hecho que eso me arruinó laboralmente y el fornicador de madre hizo un daño del que no parece que me pueda recuperar.

Al mismo tiempo pienso en cómo era mi situación hace poco más de un año, antes de conseguir el empleo que desempeño actualmente. Tenía tanto tiempo sin una ocupación, de hecho la mayor parte de mi vida, que parecía imposible que consiguiera una. Si pudo suceder esto, ¿por qué no podría darse que desarrollara una relación de pareja estable y plena que me llevara a casarme y vivir con una mujer, lo que me permitiría salir de mi soledad y me daría la inspiración para seguir adelante con mi vida?

He vuelto a dejar de creer en Dios y dudo que eso vaya a cambiar. Lo que sí sé es que mi salud mental está de veras muy mal y que si eso no cambia, seguiré llevando un estilo de vida muy doloroso.

Otra de mis crisis, cada una más dolorosa que la anterior


Ayer por la tarde llegué a casa y me encontré con que no había luz, algo ya cotidiano. Tenía intenciones de ponerme a hacer ejercicio, ciclismo estacionario con mi bicicleta de carreras sobre rodillos y el que no hubiera energía eléctrica lo imposibilitó. Esa fue la gota que derramó el vaso.

Mi madre recibió mi furia convertida en violencia. Volví a reclamarle lo que hizo a mediados de 1998, en que yo me fui a tratar de conseguir un empleo en la frontera norte ante la imposibilidad de conseguirlo en la ciudad donde vivo. Cuando esto sucedió, mi madre me pegó por la espalda y se fue a la ciudad donde vivía mi padre Edipo maldito para tratar de recuperar su relación de pareja, para tratar de recuperar a su cónyuge monstruo arrebatándoselo a la concubina, una mujer que no pasó de segundo año de primaria con quien mi padre había tenido tres hijos. Desde entonces he odiado a mi madre, porque de no haber hecho eso mi padre nunca podría haberme hecho tanto daño y mi vida no estaría arruinada.

Lo que provoca este dolor tan intenso, que ahora incluso es físico, es la soledad en la que vivo, complicada por vivir con mi anciana madre (no quisiera su compañía en absoluto) y el ser un don nadie, un individuo a quien nadie necesita y que no significa nada para nadie.

Laura, la psicóloga a la que he amado desde finales de enero, con quien tengo una historia que comenzó en diciembre de 2007, se ha ido de mi vida y eso constituye una fuente de sufrimiento muy intenso. Otra mujer, Ana Laura, aceptó el acuerdo que hice con ella enviándole un correo electrónico proponiéndole que se convirtiera en mi amante, en el buen sentido de la palabra. El martes le envié mensajes directos a twitter y ella los ignoró y eso me hizo darme cuenta de que con ella no voy a llegar a nada, lo que me produjo parte de ese sufrimiento tan intenso que precipitó la crisis.

Ayer me abstuve de ingerir alimento y desperté en la madrugada molido hasta los huesos y con sensación de hambre. Bajé a la cocina y preparé avena y tomé café y pan y vi un concierto en video de Mariah Carey. Cuando terminó este buen espectáculo, subí a bañarme y a prepararme para dirigirme hacia mi trabajo y decidí entonces bajar la velocidad, intentar no pensar tanto, respirar profundamente e intentar parar el sufrimiento en el que vivo.

Una buena parte de los sentimientos tan terribles que me aquejan provienen de la vulnerabilidad en la que he vivido porque mi patología y mis circunstancias me impidieron trabajar, puesto que mis padres provocaron esta situación, me condenaron a vivir en la indefensión y ahora mi infame hermana Yolanda junto con su esposo el padrote vividor mantenido que dice llamarse Enrique Manuel Cano Hernández han tratado de utilizarme para hacer que ese individuo despreciable se sienta que es alguien, comparándose conmigo, que a su juicio no soy nada.

Mi vida está dominada por el resentimiento y por el odio y parte de lo peor que me está pasando actualmente es sentir furia contra Laura, una persona a la que no quiero odiar, una persona a quien no quiero hacerle ningún daño.

Anoche le envié a esta hermosa mujer tres mensajes por what’s up, mismos que respondió horas más tarde. Ojalá este bello ser humano no se vaya de mi vida, el momento por el que estoy pasando es muy doloroso.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Mi dolorosa existencia cotidiana


Llego a casa a las 17:30 horas, aproximadamente, a no hacer nada. En épocas recientes, hacía ejercicio, pero ahora me siento cansado y solamente quiero prender el radio y escuchar una voz agradable (como la de Patricia Romo Sahagún, que por lo demás es bastante tonta) y tenderme en el sofá de la cama a pasar las siguientes horas en twitter. En algún momento como y mientras lo hago no encuentro tema de conversación con mi madre, una mujer anciana que vive conmigo a quien no le tengo paciencia y trato muy mal.

Le pregunto por mi hermana Yolanda, sabiendo que no tiene información sobre ella. Tengo una necesidad imperiosa de enterarme de que mi hermana la está pasando muy mal, de que está pagando un precio muy alto por haberme agredido junto con su despreciable cónyuge. Es muy difícil platicar con mi madre porque por un oído oye poco y por el otro nada, y además la mayor parte del tiempo, incluso cuando sí me oye, entiende algo diferente a lo que trato de decirle.

Quisiera que mi vida fuera diferente. Hace seis meses, mi situación era mejor gracias a Karenn Kiowa, una amiga de twitter que curiosamente es psicóloga, con quien hablaba todos los días; ahora mi soledad me abruma.

He comprado libros que no leo, tengo dos perras, una cachorra a las que no paseo todos los días y quienes sufren por ello. Amo a Laura, una mujer que no me puede corresponder y cuyos sentimientos hacia mí no son recíprocos en lo absoluto, y estaba ilusionándome con otra amiga de twitter, que curiosamente se llama Ana Laura, pero ahora me doy cuenta de que no voy a desarrollar una relación con ella.

En twitter, la red social, he tratado de encontrar alguna mujer con quien comenzar una relación, pero hasta el momento no ha sucedido. No sé si la falta de energía y el cansancio continuo que siento se deban a la edad que tengo o a que estoy pasando por otro episodio depresivo mayor.

Parezco tener rasgos de misantropía, muchas personas me provocan un profundo rechazo, enojo y desprecio. Estoy aislado como lo he estado toda mi vida y ese es un estilo de vida doloroso, que además percibo como injusto.

La soledad es un cáncer que no mata, pero sí hace mi vida miserable.

martes, 24 de mayo de 2016

Ana Laura, una amiga a distancia, alguien a quien amar


Ahora tengo una amiga a distancia, una mujer nueve años más joven que yo, de quien yo quisiera que fuera mi amante, en el buen sentido de la palabra pues esta se deriva de la palabra amor.

Ana Laura vive en otra entidad y su relación de pareja es pésima, según sus propias palabras. Solamente tengo dos fotos de ella, una selfie en la que se ve su bonita anatomía reflejada en un espejo, con su talle delgado, su vientre plano, su cadera sobria y bonita, su pecho firme, su bello rostro y su cabello rubio. En otra foto se ve su rostro bonito con una expresión de tristeza y eso me provoca ternura, quisiera abrazarla y besar sus labios.

Esta mujer hermosa ha mostrado una disposición a ser mi amiga y no ha rechazado mis propuestas respecto a desarrollar una relación de pareja, aunque tampoco las ha aceptado de una manera específica; debo admitir que eso me preocupa un poco.

El domingo pasado pensé en ella mientras la tristeza me aquejaba y me hacía sentir terriblemente mal. Qué bonito hubiera sido tenerla conmigo en la cama, abrazados, con uno de mis brazos bajo su cintura, con mi boca muy cerca de su pecho, de su cuello, de su rostro, de su pelo, platicando en voz baja, contándonos la historia de nuestras vidas, colocando un oído en su pecho y escuchando y sintiendo los latidos de su corazón.

Pienso que una relación de este tipo puede ayudarme a superar el duelo que estoy viviendo por la pérdida de mi relación con la psicóloga a la que he querido estos últimos ocho años y medio. Esa psicóloga y Ana Laura son personas muy diferentes, pero se encuentran en el mismo rango de edad, si bien con historias de vida muy distintas.

Espero poder convencer a Ana Laura de que venga a visitarme. Cuando eso suceda, ella será mi esposa independientemente de cuántos días podamos pasar juntos.

Quisiera besar tus labios, Ana Laura; quisiera abrazar tu bella anatomía; quisiera hacer el amor contigo lo cual no implica necesariamente sexo.

Es bonito quererte.

La ausencia de una mujer a la que quiero mucho, la tristeza que eso me provoca


Esa mujer a la que he considerado la psicóloga más competente de todas las que he conocido está siendo violentada por alguien cercano a ella y por ello me pide que me aleje; ella no va a resolver su problema haciendo esto, que a mí me duele. Me siento muy triste sin ella en mi vida.

Antes de volver a contraer nupcias, tuvo dos hijos con su primer cónyuge. Antonio, su hijo el mayor tiene mal aspecto, aparenta una carencia de testosterona, de masa muscular, de virilidad y de la energía que se le atribuye al género masculino; imagino que su padre es un individuo muy jodido, pues esa mujer a la que no dejo de querer tiene muy buena genética.

Esta dama a la que he querido tanto durante ocho años y seis meses se ha puesto a llorar al confrontarse conmigo (algo que yo no deseaba en absoluto) y eso es lo que me ha llevado a pensar que alguien la está maltratando, alguien importante y cercano a ella de quien no quiere alejarse. Su llanto me conmueve, pues quisiera abrazarla y decirle que la quiero y que no se preocupe, que todo va a estar bien; y al mismo tiempo me pregunto si es la clase de persona que se vale de las lágrimas para lograr un objetivo. La verdad es que jamás habría pensado eso de ella.

La noche del domingo busqué su perfil en Facebook y me encontré con que lo había configurado de tal forma que no pudiera verse nada desde afuera, y comprendí inmediatamente que eso lo hizo para que yo no pudiera darme una idea de cómo es su vida, cómo son sus relaciones con otras personas, pero yo lo había hecho hace meses, a raíz del conflicto con otra psicóloga que resultó ser su amiga.

Esta mujer me cierra la puerta y me excluye y cuando se presentan dificultades entre nosotros opta por terminar con nuestra relación de amistad, no acepta la parte de responsabilidad que le toca y yo tengo que cargar con todo.

He decidido no volver a buscarla, yo la quiero mucho pero ella no me quiere a mí; yo la necesito pero ella no me necesita a mí; yo la considero una persona muy importante en mi vida, pero ella no me quiere en la suya, yo no significo nada para ella.

Adiós mujer hermosa. Te quiero.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Mi existencia difícil, cargada de resentimiento


Otro día alejado de la mujer que amo y aunque mis condiciones son buenas me domina la tristeza y no puedo evitar mirar hacia atrás y lamentar las circunstancias que me han llevado a la madurez, con escasos logros, sin un capital, sin una profesión y sin un prestigio profesional, sin una pareja ni un círculo social.

Cuando llegue a casa seré recibido por mi madre, una mujer anciana con quien tengo una relación complicada, en primer lugar porque no es la compañía que quisiera, en segundo lugar porque el afecto que siento por ella coexiste con un fuerte resentimiento porque ella me utilizó para eternizar su relación destructiva con el monstruo que tuve por padre, y en 1998 me pegó por la espalda en un momento decisivo, lo que acabó de arruinar mi vida.

Hay un porqué para el nombre de este blog, “la enfermedad mental, violencia”. Pertenezco a un grupo vulnerable, el de los enfermos mentales. Muchas personas a lo largo de mi vida no se han enterado de que padezco un trastorno psicológico grave, pero sí han observado que soy muy vulnerable y por ello me han atacado; esa parece ser la condición humana.

La agresión de mi hermana Yolanda sigue doliéndome mucho, pese a que se dio hace dos años, en abril de 2014. Esta tipa debe estar muy enferma para haberse unido en matrimonio con un individuo sin educación, con poquísima escolaridad y un aspecto repulsivo y haber estado casada con semejante basura durante 22 años + nueve meses. No es mi culpa que haya contraído nupcias con un lacra, farsante, impostor, sinvergüenza y para colmo de males extranjero ilegal que ha vivido en este país durante décadas con documentos apócrifos. De hecho, técnicamente Yolanda no está casada, pues Enrique Manuel Cano Hernández es una persona que no existe.

En lo que respecta a mi hermana Mónica, no la he visto en 13 años y si no la vuelvo a ver jamás, será lo mejor. La traición parece ser su naturaleza y la amargura que la caracteriza se refleja en su físico, en su mirada llena de odio, en su voz que expresa una furia incontenible, en su mirada que parece la de una hiena, y en su manera de conducirse, siempre desagradable, su persona destila odio por cada uno de los poros de su anatomía.

Muy mal trabajo hicieron mis padres con tres de los cuatro hijos que tuvieron. Mi hermana Verónica, la menor, murió hace ya 10 años y pese a que sus circunstancias fueron difíciles desde el principio, era la que menos resentimiento albergaba en su interior.

Yo estoy cansado de sufrir, cansado de que otras personas me violenten, cansado de recibir golpes. Cuando a una de esas malas personas que en el pasado me han hecho daño o me han contrariado de alguna manera le sucede algo malo, lo disfruto mucho. Así, al vecino Carlos, el súper patán le amputaron una pierna por complicaciones que tienen que ver con que padece diabetes; a Juan, el hijo de puta que trabaja en una tienda de computadoras y vomitó veneno sobre mí a mis espaldas le dio cáncer en el colon, cosa que para mí es una gran satisfacción.

Sería de lo más agradable que a mi hermana Mónica se le presentara la tragedia en su existencia y sufriera mucho, y supiera lo que es no querer vivir. A mi hermana Yolanda sería bueno que un día abriera los ojos y viera la familia que ha formado y hacia dónde va casada con un individuo que a cualquier persona decente le revuelve el estómago.

A David, el “amigo” que hace 18 años me arruinó en la maquiladora electrónica, logré asestarle un buen golpe, pero no sé qué consecuencias trajo a su vida. Me gustaría verlo completamente arruinado. De todos modos, el pobre pendejo es un alfeñique falto de virilidad y de hombría, y eso no tiene remedio.

Todo esto es violencia, sé muy bien que no es noble ni digna de admiración, pero es lo que quisiera procurarle a las personas que han vivido haciéndome daño.

Soy humano, y nada más que eso.

jueves, 12 de mayo de 2016

Mi hermana Yolanda y su trágica relación de pareja


Mi hermana Yolanda y su esposo me atacaron de manera vil cuando vivieron en la casa que yo habito, que pertenece a mi madre, y me hicieron sentir el dolor de vivir en la indefensión; yo dependía de mi hermana, ella no dependía de mí en absoluto, yo la necesitaba y ella no me necesitaba. Así, podía darse el lujo de agredirme sintiendo que no tenía nada que temer de mí.

La misma situación se había dado con mi hermana Mónica 11 años antes, cuando vino con su esposo gringo a reclamar su supremacía entre los hijos.

Es difícil no odiar a este par de hienas.

En lo que respecta a Yolanda, ahora le he devuelto el golpe y no sé para quién ha sido más doloroso, si para ella o para su esposo.

Este señor, Enrique Manuel Cano Hernández, ha vivido manipulándola, narrándole la triste historia de su vida, haciendo que ella lo vea como un niño al que la vida le negó el amor de una madre y lo rodeó en cambio del desamor de su padre y de su madrastra y de injusticia. Enrique es la versión masculina de La Cenicienta.

Lo que sí es cierto es que mi hermana ha estado cargando a este manipulador durante 22 años y ocho meses, y esa situación no puede prolongarse indefinidamente. Yolanda ya no es joven y se le está presentando un deterioro físico muy acelerado, se está cansando y el empeoramiento continuo de sus condiciones de vida tarde o temprano van a hacer que abra los ojos y se dé cuenta de que al seguir casada con ese tipo está arruinando su vida. Es triste que Yolanda no se dé cuenta de que le está haciendo mucho daño a sus hijos, que una relación de codependencia arrastra a todos los miembros de una familia.

Mis sobrinas Paola (de 21 años) e Irys (de nueve), saben que su padre no lleva una vida productiva y no cumple con su obligación como padre y esposo. La primera ha optado por engañarse, siguiendo el ejemplo de su madre, argumentando que su papá tiene mala suerte y que la vida le ha jugado rudo. La segunda, la pequeña Irys se da cuenta de que los padres de sus compañeros de escuela son hombres que salen temprano a trabajar y pasan fuera de casa la mayor parte del día, que son proveedores y que sus esposas e hijos pueden contar con ellos.

Enrique la está pasando mal y ha proferido amenazas en mi contra. Su sufrimiento tiene su origen en la dolorosa conciencia de que el tiempo está corriendo y tarde o temprano llegará el momento en que su familia dejará de creerle su papel de mártir.

Me parece que es lo justo.


lunes, 2 de mayo de 2016

Maldiciendo mi vida


Estoy pasando por un episodio depresivo mayor o algo parecido. Me siento tremendamente cansado, triste, desmotivado, falto de energía, negativo, decaído y pesimista.

Mi amistad con Laura sigue estable, pero la tengo muy lejos de mí y darme cuenta de ello me hace sentir mal. Es tan doloroso querer a alguien y que se encuentre fuera de mi alcance. Vivo con mi madre anciana y eso no ayuda, no es en absoluto la compañía que quisiera tener; su presencia hace todavía más dolorosa mi soledad.

Paso mucho tiempo en twitter, con la esperanza de encontrar una mujer que acceda a conocerme y empiece conmigo algún tipo de relación, y la probabilidad de que esto ocurra es muy remota.

Mi vida no ha terminado, pero ya rebasé la fecha de caducidad. La semana pasada cumplí 52 años y de pronto me doy cuenta de que en realidad nunca tuve la oportunidad de hacer algo con ella. No pienso mucho en el suicidio, no creo que recurra a él, pero sí siento que de aquí en adelante seguiré como un autómata que sólo espera que su existencia se acabe.

En este momento no tengo fuerzas ni para odiar a alguien, pero espero que mi maldito padre no salga del infierno jamás.

Maldita sea mi vida.