Le pregunto por mi hermana Yolanda, sabiendo que no tiene información sobre ella. Tengo una necesidad imperiosa de enterarme de que mi hermana la está pasando muy mal, de que está pagando un precio muy alto por haberme agredido junto con su despreciable cónyuge. Es muy difícil platicar con mi madre porque por un oído oye poco y por el otro nada, y además la mayor parte del tiempo, incluso cuando sí me oye, entiende algo diferente a lo que trato de decirle.
Quisiera que mi vida fuera diferente. Hace seis meses, mi situación era mejor gracias a Karenn Kiowa, una amiga de twitter que curiosamente es psicóloga, con quien hablaba todos los días; ahora mi soledad me abruma.
He comprado libros que no leo, tengo dos perras, una cachorra a las que no paseo todos los días y quienes sufren por ello. Amo a Laura, una mujer que no me puede corresponder y cuyos sentimientos hacia mí no son recíprocos en lo absoluto, y estaba ilusionándome con otra amiga de twitter, que curiosamente se llama Ana Laura, pero ahora me doy cuenta de que no voy a desarrollar una relación con ella.
En twitter, la red social, he tratado de encontrar alguna mujer con quien comenzar una relación, pero hasta el momento no ha sucedido. No sé si la falta de energía y el cansancio continuo que siento se deban a la edad que tengo o a que estoy pasando por otro episodio depresivo mayor.
Parezco tener rasgos de misantropía, muchas personas me provocan un profundo rechazo, enojo y desprecio. Estoy aislado como lo he estado toda mi vida y ese es un estilo de vida doloroso, que además percibo como injusto.
La soledad es un cáncer que no mata, pero sí hace mi vida miserable.
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