Por otra parte, en el aspecto laboral las cosas van bien, pese a que la economía nacional se complica por la caída en los precios del petróleo y el aumento en el precio del dólar. En la empresa en la que trabajo se está realizando inversión importante y va en crecimiento. Ayer se hizo un comunicado oficial en el que se nos informó sobre la razón del reporte de utilidades tan raquítico que recibimos el pasado viernes 20 de mayo. Se tocaron varios temas, pero algo importante es que la posición del director de recursos humanos es precaria y es probable que pronto lo despidan; ya es hora de que se largue el patán extranjero que tiene todo el aspecto de un farsante. Este pendejo trató de perjudicarme en diciembre pasado, pretendiendo que se me levantara una amonestación verbal una falta que no cometí.
Al llegar a casa deberé hablar con mi madre y disculparme con ella. Cada vez que se me viene una crisis —casi siempre provocada por mi soledad tan dolorosa— pienso en lo que ella hizo en 1998, cuando me dejó solo estando yo en una ciudad geográficamente muy lejana, para tratar de recuperar su relación marital con el monstruo que tuve de padre. Es un hecho que eso me arruinó laboralmente y el fornicador de madre hizo un daño del que no parece que me pueda recuperar.
Al mismo tiempo pienso en cómo era mi situación hace poco más de un año, antes de conseguir el empleo que desempeño actualmente. Tenía tanto tiempo sin una ocupación, de hecho la mayor parte de mi vida, que parecía imposible que consiguiera una. Si pudo suceder esto, ¿por qué no podría darse que desarrollara una relación de pareja estable y plena que me llevara a casarme y vivir con una mujer, lo que me permitiría salir de mi soledad y me daría la inspiración para seguir adelante con mi vida?
He vuelto a dejar de creer en Dios y dudo que eso vaya a cambiar. Lo que sí sé es que mi salud mental está de veras muy mal y que si eso no cambia, seguiré llevando un estilo de vida muy doloroso.
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