Mi amistad con Laura sigue estable, pero la tengo muy lejos de mí y darme cuenta de ello me hace sentir mal. Es tan doloroso querer a alguien y que se encuentre fuera de mi alcance. Vivo con mi madre anciana y eso no ayuda, no es en absoluto la compañía que quisiera tener; su presencia hace todavía más dolorosa mi soledad.
Paso mucho tiempo en twitter, con la esperanza de encontrar una mujer que acceda a conocerme y empiece conmigo algún tipo de relación, y la probabilidad de que esto ocurra es muy remota.
Mi vida no ha terminado, pero ya rebasé la fecha de caducidad. La semana pasada cumplí 52 años y de pronto me doy cuenta de que en realidad nunca tuve la oportunidad de hacer algo con ella. No pienso mucho en el suicidio, no creo que recurra a él, pero sí siento que de aquí en adelante seguiré como un autómata que sólo espera que su existencia se acabe.
En este momento no tengo fuerzas ni para odiar a alguien, pero espero que mi maldito padre no salga del infierno jamás.
Maldita sea mi vida.
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