sábado, 16 de septiembre de 2017

Mis niveles de enegía parecen volver a la normalidad


Finalmente volví a salir en mi bicicleta de carreras Cannondale, comprada el último sábado de octubre de 2016 (usada) a mi amigo Hugo, hijo de Pancho, a quien le compré otra bicicleta profesional de esa misma marca, 23 años antes.

No había usado mi bicicleta de carreras más que en los rodillos desde aquel fatídico sábado 6 de mayo del presente año en que circulando por Paseo de la Cañada me estrellé con un estúpido peatón que se bajó de la banqueta como si se hallara caminando por la sala de su casa, colisión de la que salí con la clavícula fracturada.

La noche del viernes había salido con mis perritas Clara y Chora a hacer un largo recorrido por la noche, de dos horas de duración. No sé si tres semanas antes o más, había dejado de tomar el antidepresivo (fluoxetina) y como secuelas del retiro súbito padecí un cansancio crónico tremendo – principalmente muscular, que había atribuido erróneamente a los rodillos que había comprado en abril pasado, con un diámetro de los cilindros menor ––, a un incremento en la necesidad de horas de descanso, lo cual pareció disminuir la duración del día, y no menos importante, una irritabilidad muy acusada y un sufrimiento psíquico muy intenso.

De pronto, esto parece disminuir y el final parece estar a tiro de piedra. Comienzo a hacer mejor uso del tiempo, por ejemplo leyendo en el trayecto de la casa al trabajo y de regreso (The Handmaid’s Tale de Margaret Atwood, en este momento), y de pronto me atrevo a salir de casa otra vez en mi maravillosa máquina de dos ruedas.

Mientras caminaba con mis mascotas, escuchaba un programa de radio conducido por Mariana Hernández (Qué hacer, en Imagen) y al mismo tiempo pensaba en mis modestas dotes para la escritura y en mi mente enferma, en la tremenda obsesividad con que vivo y en que podría escribir sobre los temas que mantienen mi mente ocupada y darle forma para componer relatos de ficción, no perdería nada con intentarlo.

Pensé también en lo próxima que está la fecha 18 de septiembre, que el año pasado fue domingo, en que llamé a la casa de esa familia Mendoza Bonilla y me contestó Paco, mi tío político y me agredió de una manera artera e injustificada, haciendo un papel lamentable casi dos años después de haberse quedado viudo tras la trágica muerte de su esposa, mi tía Susana, hermana de mi madre. La idea que se me vino a la mente fue enriquecer ese otro blog www.elesposodemihermana.blogspot.com con ideas sobre esas personas que componen esa familia Mendoza Bonilla y sus alianzas con mi hermana Yolanda y mi difunto padre infame.

A este respecto permanezco indeciso, pues no me resulta fácil hacerle daño a mi hermana Yolanda aun sabiendo que ella no se tocó el corazón para atacarme y pegarme donde más me duele.

Como quiera que sea, mi situación parece estar mejorando y el final de este año será muy satisfactorio y traerá consigo mucho bienestar.

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