martes, 28 de noviembre de 2017

Interacción con una psiquiatra, de la que no soy su paciente


La dama inclinó la cabeza para escribir en su block de notas y eso me permitió percibir los tres atributos que me atraían de ella: su pelo, sus manos y sus senos.

El consultorio de esta psiquiatra era demasiado austero, de hecho bastante feo por los muebles, el escritorio de metal y las sillas de madera que parecían de fábrica, sin ningún arte ni consideración por la estética. Además las paredes eran de color verde pistache y daba la impresión de que nos encontrábamos en una oficina de gobierno.

Mientras hablaba, esta profesional de la salud mental, que además cuenta con una especialidad en psicoanálisis, dibujaba rectángulos y me hacía preguntas difíciles de responder. La verdad es que yo no fui a someterme a ningún tipo de interrogatorio, cosa que le hice saber desde el principio, pero ella insistía y no parecía darse cuenta que en lugar de responder a sus preguntas, yo entablaba un diálogo con ella.

La primera vez que vi a Denisse me di cuenta de que no es una mujer bonita, con su rostro poco agraciado y su anatomía débil, más bien raquítica. Su semblante es un tanto anguloso y el color de su piel y su morfología reflejan una genética pobre. Sin embargo, me sentí atraído por ella.

Conforme transcurrió nuestra primera cita (a la que no podría llamar consulta, pues no soy su paciente) Denisse me informó que de mí dependía la vida de un ser humano, algo que yo ya sabía. No me pareció prudente informarle que eso no significa nada para mí, y esto no quiere decir que no me importe la vida de una persona, sino que la vida de ese individuo en particular no me importa en lo más absoluto.

Denisse se percató que durante la hora que duró nuestro diálogo —si le puedo llamar así porque ella habló la mayor parte del tiempo— mantuve una actitud de indiferencia y una distancia emocional muy evidente. En otras circunstancias hubiera esperado que un profesional de la salud mental tratara de hacerme ver la seriedad del asunto, que de lo que yo decida depende la integridad y el destino de uno de sus pacientes, de un ser humano, pero ella se limitó a mirarme con lo que pareció ser frustración.

Creo que esta mujer, que debe de tener unos 38 años, sabe más de mí de lo que yo esperaría. Imagino que los familiares de su paciente caído en desgracia consiguieron información sobre mi existencia de alguna manera, probablemente contratando a un investigador privado, algo que debió costarles mucho dinero.

¿Por qué está psiquiatra, contando con poco tiempo no trata de apresurar el proceso? Me doy cuenta de que este asunto la perturba más de lo que ella está dispuesta a admitir y eso es lo que me intriga. Si su paciente se vuelve a desplomar, habrá terminado todo para él, y para su psiquiatra significará un fracaso profesional y un deceso.

Sé que los familiares del paciente de Denisse me odian, si bien ninguno de ellos me recuerda pues han pasado muchos años desde aquella época en que ese infame y yo éramos compañeros de juventud y nos visitábamos mutuamente en las casas de nuestras respectivas familias. Ese individuo despreciable se ha derrumbado y de pronto su madre y sus hermanos ven una faceta de él que no conocían: la de una piltrafa humana. Ni qué decir de su esposa y sus hijos, que salvo el mayor son menores de edad.

¿Debo decidir yo su destino? ¿Por qué? Yo no tengo ninguna responsabilidad en lo que le ha pasado, o mejor dicho en lo que él se ha hecho a sí mismo. Simplemente me coloqué a la orilla de un precipicio con intención de contemplarlo y él se acercó a mí y manifestó su deseo irrefrenable de saltar. Yo sonreí y lo miré haciendo patente lo mucho que me gustaba la idea. Él se arrojó por voluntad propia, yo no lo empujé. De hecho cuando sucedió yo ya no estaba ahí.

Este pedazo de basura está hecho pedazos y yo no lo lamento, más bien me da mucho gusto.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Envidia, un enemigo y su aspecto repulsivo


Pese a contar con un buen cociente intelectual (superior al promedio), una buena presencia física y acceso a la educación, he hecho muy poco con mi vida, eso es un hecho innegable.

No es mi intención justificarme, pues en primer lugar no tengo por qué hacerlo si con mi aparente fracaso no le he hecho daño a nadie. Y digo “aparente” porque en realidad no soy un fracasado, nunca he sentido que lo sea, ni en los momentos más difíciles y dolorosos de toda mi existencia.

Es un hecho que tengo atributos que provocan envidia en otras personas. Como es natural, mi persona despierta envidia en ciertos individuos del género masculino. Algunos me han hecho pasar malos ratos, otros me han hecho muchísimo daño.

La pregunta obvia es: ¿qué hay en mí que provoca envidia en otros hombres? No es fácil responder a esa pregunta. Se trata de una combinación de varias características.

A todas luces un buen intelecto, una cultura general muy aceptable y una educación muy sólida, si bien inconclusa. Además de eso, una buena presencia por mi fisonomía, tengo la apariencia de un individuo caucásico, de raza blanca con una morfología mucho mejor que la de muchos hombres, lo que incluye mi anatomía.

Hace 20 años me hallaba desempeñando un empleo en la maquiladora electrónica (de hecho había comenzado el 17 de noviembre de 1997), contratado por un viejo conocido al que erróneamente consideraba mi amigo. Este individuo había tenido un desempeño académico mucho mejor que el mío, y pese a eso, se sentía inferior al compararse conmigo y se había propuesto demostrar lo contrario, pues su condición era muy dolorosa.

David, como individuo débil, carente de valor y determinación ante la vida, había trabajado en las áreas en las que estaba bien dotado, lo que no tenía mucho mérito, pues es fácil hacer tal cosa. Como buen cobarde, evitó esforzarse en las áreas en las que era débil, como en su desempeño físico.

La naturaleza lo había dotado muy pobremente en lo referente a su constitución física, pues pese a ser alto de estatura, poseía una masa muscular muy escasa y su aptitud física era nula. Este sujeto ruin y cobarde se refugió en sus estudios en su paso por la universidad, y una vez que se desempeñó laboralmente, se refugió en su trabajo evitando hacer el mínimo esfuerzo para tratar de disminuir sus carencias.

En contraste, yo había nacido dotado de una constitución física promedio, pero con problemas neuronales que harían muy difícil el aprendizaje en las áreas intelectuales. TDAH no diagnosticado. Este trastorno haría que en las áreas para las cuales estaba bien dotado avanzara muy rápidamente, mientras que en aquello en lo que no era apto (todo aquello que involucrara números, entiéndase aritmética, geometría, cualquier campo de las matemáticas) mi desempeño fuera lamentable.

Físicamente tampoco era muy exitoso, pero siendo un niño me enfoqué en conseguir una buena coordinación mediante sesiones de ejercicio en solitario, que me conducirían al llegar a la adolescencia a convertirme en un deportista con un desempeño aceptable.

Cuando comencé a convivir con David y él se enteró que yo era un deportista, desperté su envidia y su frustración y su empeño en recordarme en todo momento que intelectualmente era superior a mí, algo que tampoco era cierto. Él me superaba en todo lo que tenía que ver con ingeniería (que ambos estudiábamos), pero en todo aquello que tuviera que ver con procesar información por escrito, y el conocimiento del idioma inglés, yo era mejor que él.

Pasaron años en los que perdí el contacto con él y un día en 1991 me lo encontré en mi alma máter, el ITESO. Yo tenía 27 años de edad, él un año menos. En los años que siguieron nos frecuentamos muy esporádicamente y siendo un hombre joven no me di cuenta que relacionarme con un individuo como David no podría traer nada bueno a mi vida, pues la convivencia era difícil. Él trataba de poner de manifiesto su superioridad haciéndome preguntas que pensaba que yo no podría responder. Para su frustración, yo sí podía responder a sus preguntas y se dio un juego en el que ambos tirábamos en direcciones opuestas, algo que a mí no me interesaba en lo más absoluto, pero que para él era indispensable para poder dejar de sentir, así fuera por un momento, su complejo de gusano.

A mediados de noviembre de 1997, hace 20 años, comencé a trabajar en esa empresa de la maquiladora electrónica, periodo que terminaría el primer día hábil de febrero de 1998, cuando David culminó una bajeza monumental cuyo origen fue su envidia, su pequeñez como ser humano, su absoluta falta de hombría y su cobardía extrema.

A raíz de algo que hice hace algún tiempo para atacar a este infame, su existencia se vio trastornada en cierta medida, mas no sé si en la actualidad sigue padeciendo sus efectos o va por la vida tranquilamente.

Lo que sí sé es que conforme han pasado los años, su aspecto se ha vuelto repulsivo y al parecer el pobre idiota no tiene conciencia de ello. En una red social laboral aparece una foto de su rostro, con el aspecto de un individuo neutro, esto es, que no es macho ni hembra; que use bigote no cambia este hecho.

¿No sientes repulsión por ti mismo, David? Pienso en la posibilidad de que tu psiquis te torture por ser un cobarde, un traidor y un infame. ¿Has pensado en la imagen que tus hijos tienen de ti como padre? Puede que lo racionalicen, pero saben muy bien que el modo como has vivido y lo que has hecho es motivo de vergüenza. Conforme pase el tiempo, esa percepción se hará cada vez más tangible y tu sufrimiento (y el de tu familia) seguirá creciendo.

Tú sí eres un fracasado. No sé si me inspiras asco o lástima.

La afortunada ausencia de una vieja horrible en mi lugar de trabajo


Desde el pasado viernes 17 de noviembre, no se ha presentado a trabajar a la empresa en la que me desempeño, la mujer de edad avanzada que fue contratada cuando mi incapacidad estaba a punto de terminar.

En ese entonces (junio pasado) yo tenía un horario de trabajo de 7:00 a 16:30 horas y casi siempre era el primer empleado de mi departamento en llegar a la oficina.

Aquel jueves 15 de junio, me encontraba en mi escritorio cerca de las siete de la mañana, cuando me abordó una mujer diciéndome que ella había usado mi lugar, mi PC y mi cuenta de red en días pasados. No supe qué quería o qué trataba de decirme, lo que pretendía era que le dejara mi lugar para que ella hiciera su trabajo, pues por ser recién llegada todavía no contaba con lo necesario para ello. Por supuesto, me negué.

En las horas que siguieron le hice el tipo de comentarios que se hacen a un desconocido, específicamente que yo no tengo estudios de química y que hay unos comandos del programa Word que no conozco y por consiguiente, no uso.

Entonces, esta mujer estúpida mal interpretó mis palabras entendiendo que yo no tenía estudios (que había dejado trunca mi educación en segundo año de primaria) y que a duras penas sabía prender la computadora. En los días que siguieron, esta vieja me hizo comentarios en los que expresaba una gran preocupación por mi condición de inútil, alguien que no sirve para nada y entonces yo opté por no tratar con ella para nada.

Después de esto, esta señora comenzó a decirle a cada persona con la que platicaba que yo me portaba muy grosero con ella. Hubo quien le hizo caso, como un compañero que ocupa un puesto de jefatura, bien conocido por su capacidad para manipular a otras personas mediante chismes e intrigas. Como sería de esperar, este individuo presenta el aspecto de un alfeñique, una persona del sexo masculino carente de toda hombría, virilidad y valor, pero muy malintencionado que asume conductas de marica en su condición de hombre impotente, emasculado mentalmente.

El comportamiento de varios compañeros (de ambos sexos) hacia mí, me afectó mucho, pues se trataba de una situación injusta. Esta señora estaba resentida porque no le permití practicar su juego en el que manifiesta su superioridad, sus delirios de grandeza. Su títere, el hombrecito emasculado, quería hacerse el héroe auxiliando a una mujer atacada por un hombre. El pedazo de idiota no se detuvo a pensar que podía estar haciendo el papelito de marioneta. Incluso le llevó un chisme a la directora de nuestro departamento, mismo que ella ignoró.

Muy frustrado, este remedo de eunuco comenzó a mostrar una gran hostilidad contra mí, comportamiento verdaderamente ridículo viniendo de semejante alfeñique. Sería fácil hacerlo pedazos, pero no puedo hacer nada que ponga en riesgo mi permanencia en mi trabajo.

Una tarde, esta mujer de edad avanzada se metió a dialogar con la directora, intentando manipularla, hablándole mal de mí muy hábilmente para ponerla en mi contra. Esta acción tuvo el efecto contrario y convenció a la directora de que esta señora es una persona con muy malas intenciones, una verdadera alimaña.

De pronto se ha ausentado una semana completa y pienso en la posibilidad de que haya sido despedida. El problema es que yo me equivoco mucho. No me sorprendería que en algún momento aparezca esta vieja horrible, pero la parte positiva es que ya muchas personas la ven como una persona digna de lástima, algo que ella misma ha provocado.

Hay gente que cultiva la pobreza y no necesita enemigos.

lunes, 20 de noviembre de 2017

A gift of loving kindness


A gift of loving kindness

Meditation by Emma Seppälä

Let’s begin to loving kindness and meditation.

Close your eyes, sit comfortably with your feet flat on the floor and your spine straight. Relax your whole body, keep your eyes closed throughout the whole meditation and bring your awareness in word without straining or concentrating, just relax and gently follow the instructions.

Take a deep breath in and breath out. Keeping your eyes closed think of a person close to you who loves you very much. It could be someone from the past or the present, someone still in life or who has passed. It could be a spiritual teacher or guide. Imagine that person standing on your right side, sending you their love.
That person is sending you wishes for your safety, for your well being and happiness. Feel the warm wishes and love coming from that person towards you.

Now bring to mind the same person or another person who cherishes you deeply.
Imagine that person standing on your left side sending you wishes for your wellness, for your health and happiness. Feel the kindness and warmth coming to you from that person.

Now imagine that you are surrounded on all sides by all the people who love you and have loved you. Picture all of your friends and loved ones surrounding you. They’re all sending you wishes for your happiness, wellbeing and health.

Bask in the warm wishes and love coming from all sides. You are filled and overflowing with warmth and love.

Now bring your awareness back to the person standing on your right side. Begin to send the love that you feel back to that person. You and this person are similar. Just like you, this person wishes to be happy. Send all your love and warm wishes to that person. Repeat the following phrases silently:

May you live with ease..., may you be happy..., may you be free from pain.
May you live with ease..., may you be happy..., may you be free from pain.
May you live with ease..., may you be happy..., may you be free from pain.

Now focus your awareness on the person standing on your left side.
Begin to direct the love within you to that person. Send all your love and warmth to that person. That person and you are alike. Just like you that person wishes to have a good life. Repeat the following phrases silently:

Just as I wish to, may you be safe, may you be healthy, may you live with ease and happiness, just as I wish to.
May you be safe, may you be healthy, may you live with ease and happiness just as I wish to.
May you be safe, may you be healthy, may you live with ease and happiness.

Now picture another person that you love, perhaps a relative or a friend. This person like you wishes to have a happy life. Send warm wishes to that person. Repeat the following phrases silently:

May your life be filled with happiness, health and wellbeing.
May your life be filled with happiness, health and wellbeing.
May your life be filled with happiness, health and wellbeing.

Now think of an acquaintance, someone you don’t know very well and towards whom you do not have any particular feeling. You and this person are alike in your wish to have a good life.
Send all your wishes for well being to that person repeating the following phrases silently:



Just as I wish to may you also live with ease and happiness.
Just as I wish to may you also live with ease and happiness.
Just as I wish to may you also live with ease and happiness.

Now bring to mind another acquaintance toward whom you feel neutral. It could be a neighbor or colleague or someone else that you see around but you don’t know very well. Send all your good wishes to that person repeating the following phrases silently:

May you be happy. May you be healthy. May you be free from all pain.
May you be happy. May you be healthy. May you be free from all pain.
May you be happy. May you be healthy. May you be free from all pain.

Now expand your awareness and picture the whole globe in front of you as a little ball. Send the warm wishes to all living beings on the globe who like you want to be happy, repeating:
just as I wish to, may you live with ease, happiness and good health.
just as I wish to, may you live with ease, happiness and good health
just as I wish to, may you live with ease, happiness and good health

Take a deep breath in and breath out. Then another deep breath in and let it go.
Notice the state of your mind and how you feel after this meditation and when you are ready, you may open your eyes.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Things Monica didn't tell her husband

Monica was married 16 years ago. No member of her family was present in her wedding. She invited our father, then 64, and our mother, then 59, who were already divorced.

Mum couldn’t have gone because she didn’t have any money. Our father had stripped her of her part of the heritage and refused to pay alimony. Because of that our mother lived in poverty.

Monica got mad because our mother didn’t attend her wedding. I guess she wanted our mother to walk 3 000 miles to get there.

Our father refused to go and Monica didn’t seem to realize that such was a lucky event, since he couldn’t speak any English anymore due to his mental deterioration caused by excessive consumption of alcohol. There was the risk that he misbehaved in front of the family of Monica’s husband.

I am almost certain that Monica didn’t tell her future husband that our father was an alcoholic. Of course, Monica didn’t tell him either, that our father lived with a woman with whom he had had three children out of wedlock, and for years he had lived a double life.

Monica wouldn’t ever tell her husband that our father had attempted to rape his youngest daughter, our kid sister Veronica, who would die in 2006 at 33 leaving three children orphans.

My twin sister, Monica has always been an obedient person. When I went to the north of my country trying to find a job, our father ordered her to despise me and get me out of her life. She did. Five years later, when her husband learnt that I lived unemployed and not working he ordered her to despise me and feel ashamed of having a brother like me. She did it again.

There are feeble-minded people in the world and Monica is such a specimen. Family violence has been thoroughly discussed by psychologist and scientist of human behavior because of the extent of the damage it causes. Jeffery Alan Jung told his wife that if our father had treated me like dirt from the time I was an infant, it couldn’t have hurt me in any possible way. I was the scum of the earth and that couldn’t be justified.

I have no doubt that this man, Jeffery Alan Jung is a despicable son of a bitch, but I cannot understand absolutely how my sister came to believe such abomination, eager to stab her twin brother in the back.

Monica and Jeffery go to church every Sunday and they are devout Catholics. This is the way they interpret Jesus teachings, love and understanding. They defecate in their beliefs and don’t give a damn.

lunes, 13 de noviembre de 2017

A family affair


My sister Monica happens to be a very weak human being. She and me were the oldest children of Rafael and Yolanda, our parents. Four years later our sister Yolanda was born (1968), and eight years after Monica and me (1972) our sister Veronica came to this world.

Our father was a very sick man, but besides that he was evil. He hated his father and chose to reflect the image he had of him in me, his only son. Because of that, from a very early age he attacked me viciously blaming me for everything that was wrong in his life. As time passed and I grew up, he blamed me for everything that was wrong in the world.

The stress my sisters Monica and Yolanda endured, provoked by our father’s behavior was always indirect and much lesser than the stress I suffered. Our sister Veronica was born when our parents had been married for 10 years and her life was plagued with violence from the beginning.

As I grew up and stopped being a child, as I became stronger (late in my teens) our father realized that it was risky to keep attacking me. By that time Veronica was 12 years old and she became his favorite target.

Meanwhile, Monica and Yolanda enjoyed a very favorable situation as our father didn’t hate any of them and his attacks against them were rare and benign. It had always been that way.

When I was 29 years old, I read in an American magazine (Newsweek) an article about Attention Deficit Hyperactivity Disorder and I knew I suffered from that. Two years later I told my psychiatrist and he proved his incompetency, denying the possibility that I might be suffering from ADHD. He told me that children who exhibit this disorder, typically fail early in school. He didn’t know that a high IQ masks this disorder.

I began elementary school at six, like most children do in my country. I was very motivated to learn to read and write. I had learnt the vowels and a few consonants already, no more than a total of ten. The school year began in September (1970). By October, I could read already and soon after that I could write. Anyone would have expected from me to become a very good student, but a year later I was already the worst pupil in my class, both in achievement and conduct.

My bad behavior reflected the atmosphere that pervaded our home, my father being a very violent and abusive man and my mother a very codependent woman. She was very sick.

Somehow things got better at school and I went from one grade to the next. In subjects that involved reading and writing I was always one of the best without trying, but everything that involved numbers, as arithmetic or anything related to mathematics, I was absolutely lost.

At 19, I started my higher education, pursuing a major in engineering. I could add and multiply; I couldn’t subtract nor divide. After several years, having failed miserably I became aware that I had spent my life as a child and as an adolescent being unable to learn. Then I locked myself in my bedroom (now being a young adult) and began to study by myself every subject in which I was weak. I planned to work to earn the necessary money to go back to College to finish my engineering major.

At the same time, I began to read books and periodicals in English trying to master this foreign language. I read every paragraph and looked every unknown word in a dictionary. It was a very difficult period in my life because I was an adult who was supposed to be working making a living and I wasn’t making a cent. My parents didn’t know that I had not finished my studies and I couldn’t explain why I wasn’t working.

I lived in poverty, lacking money because I didn’t work. I lived with a stigma for being unemployed, kept by my father. I was alone and very sick (although I didn’t know it at the time) with no friends nor a girlfriend. Time passed and I didn’t obtain a job, I was penniless and fighting an endless war with my father.

In 1993, being 29 I was able to go back to College and in the beginning I excelled obtaining very good grades, but a year later I suffered a breakdown and was unable to keep going. I failed a second time. My life seemed to be over. This second failure (now I was 31) nearly killed me.

Late in 1995 I was hospitalized to receive medical attention and I stayed as an inpatient for about seven months. By mid 1996 I was discharged.

In November 1997, being 33 I got my first job and I did very well. I could do a very good work because I had applied myself to learning engineering subjects and because I was a proficient English speaker. This last ability got me in trouble with my boss, who had been my friend for over 10 years, and couldn’t take that I did something better than him. In January 1998 he stabbed me in the back and fired me.

This second fall almost destroyed my life. I was unable to obtain another job and now being much older than 30 lived unemployed, in very bad mental health suffering a Borderline Personality Disorder and now abandoned by my entire family.

In November 2001 my sister Monica married an American man and in June 2003 she and her husband Jeffery came to visit us, Monica’s family. I didn’t know Jeff but I was very glad to have him in my house and I worked very hard to have the place in good condition. I cleaned the house and painted walls and other chores in a few days. The last day before Monica and Jeffery arrived, a Thursday I was unable to sleep due to physical exhaustion. I got out of bed at 4:00 am and took a cab to get to the airport to receive our visitors.

A few days earlier, Jeffery Alan Jung had learnt that I lived (and had lived most of my life) unemployed and he told Monica that I was a despicable human being. He convinced her that I was the scum of the earth and she felt ashamed of having a sibling like me.

They arrived a Friday and by next Sunday Monica was very angry with me. Being at a beach destination she told me in front of my mother, my sister Yolanda and her family that I shouldn’t have been there with them and made clear that I was embarrassing her in front of her husband. I left the place and came home deeply humiliated.

Jeffery Alan Jung had used my sister to attack someone who was fallen, someone who a few years back had lost the desire to live. Jeffery used a sick feeble-minded woman, his wife, to attack someone who welcomed them in his house, someone who had been fallen most of his life.

This is the kind of people Monica M Jung and Jeffery Alan Jung are.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Recovered Borderline


El fin de semana hablé por teléfono con una psicóloga y le comenté sobre las condiciones en mi trabajo, que han cambiado para bien, o posiblemente lo que haya cambiado sea mi actitud en mi ambiente laboral y ante la vida en general.

Le expuse a Catalina mis ideas sobre mi patología y mis avances en los dos años y medio que me he desempeñado en este empleo. Con avances, quiero decir, mejoras en mi manera de percibir la realidad y en mi interacción con otras personas.

Antes que nada debo dejar claro que desde el principio se dieron circunstancias muy favorables. En primer lugar, mi jefa directa es una finísima persona, y una dama. La directora del departamento al que pertenezco, una mujer algunos años más joven que yo, es una persona de muy alta preparación y con grandes cualidades de liderazgo, pues su inteligencia no se limita a conocimientos técnicos sino también a algo en lo que muchísimos jefes fallan: el manejo de personal.

En la oficina somos un poco más de 20 integrantes. En el laboratorio están el resto en diferentes turnos y en total somos poco más de 50.

El trato con algunos compañeros dentro de la oficina es verdaderamente complicado, pero he aprendido en las últimas semanas a dejar de preocuparme por las actitudes incorrectas de otras personas, dándome cuenta de que en realidad no pueden hacerme ningún daño.

Regresé de una incapacidad laboral a mediados de junio (habiendo estado ausente casi todo mayo) del año en curso, y encontré que había una nueva integrante ocupando el mismo puesto que yo, una mujer mayor de 60 años con muy malas características. Inmediatamente puso de manifiesto que quería situarse en un nivel muy superior al mío, o más bien quería situarme a mí en un nivel muy inferior al de ella (postura por demás absurda) y entonces opté por no hablarle para nada. Esta mujer ridícula y patética comenzó entonces su guerra sucia, jugándola con mucha habilidad, diciéndole a otros miembros de este departamento que yo era muy grosero con ella. Uno de mis compañeros, que ocupa un puesto de jefatura, comenzó entonces con una guerra de hostilidad no muy encubierta, algo que me molestó mucho. El tipo es un alfeñique, un marica, y sería fácil hacerlo pedazos, pero por supuesto no puedo hacer eso pues perdería mi trabajo.

Otras personas que forman un pequeño grupo de gente bastante negativa, con pésimas características, siguieron con ese patrón de comportamiento, manifestando una hostilidad contra mí no disimulada y ello me hizo sentir miserable.

Me permito recordar aquí algo que leí hace algún tiempo en relación con el trastorno que padezco (el trastorno límite de la personalidad, también conocido como Borderline). “Padecer ese trastorno es como haber sufrido quemaduras graves. El menor movimiento, el menor contacto, provoca un sufrimiento espantoso.”

Durante semanas que se convirtieron en meses, las jornadas se hicieron lentas y dolorosas porque yo me debatía en la furia impotente por sentirme atacado por gente estúpida que se dejaba manipular ante los chismes y las intrigas, sin detenerse a pensar que lo que se decía sobre mí podría no ser cierto.

El tiempo siguió su marcha y en algún momento (en fecha bastante reciente), dejé de sentir ese dolor y esa angustia y comencé a disfrutar más del momento presente, de mi trabajo, de llegar a casa a ejercitarme, de la convivencia con mis mascotas, de la convivencia con mi madre y a dormir mejor y a dejar de sentir ese agotamiento permanente.

Entonces comencé a preguntarme si este enorme progreso se debía al tratamiento farmacológico (cosa bastante dudosa) o a haber llegado a un nuevo nivel de conciencia en el que dejo de preocuparme (o me preocupo menos) por cómo me ven los demás y por lo que piensen de mí.

Así pues, el sábado pasado al hablar por teléfono con la psicóloga Catalina, le plantee la posibilidad de dejar el tratamiento farmacológico en fecha próxima, a mediano plazo, posiblemente convirtiéndome en lo que Susana Keysen al final de la película ‘Girl, interrupted’: Recovered borderline.

martes, 7 de noviembre de 2017

Nuevo cyclocomputer, actividad física y vivir en plenitud


No sé si lo había mencionado antes en este blog (he escrito más de 280 entradas), en algún momento durante mi tardía infancia, acercándome a la pubertad, me sentí inspirado para realizar actividad física y al llegar a la adolescencia, adquirió una importancia enorme.

Conforme pasaban los años y yo iba dejando de ser un niño, me convertía en un adolescente y después en un adulto joven, mi vida se fue haciendo cada vez más difícil. No resulta fácil entender cómo siendo el protagonista, carecía de conciencia sobre mi realidad, al punto de llegar a creer que mi existencia era lo “normal”, que así éramos todos los seres humanos. En realidad esto no es un reproche, pues eso que me sucedía es la naturaleza humana. Tendemos a pensar que nuestras vidas son la norma, pues no hemos vivido otra existencia y no podemos comparar con lo que no hemos experimentado.

A lo que quiero llegar es que siendo mi vida extremadamente difícil, el deporte se convirtió en un mecanismo de evasión, cosa que tampoco es un reproche, pues de no haber sucedido así, dudo haber podido escapar al alcoholismo o la drogadicción. No quiero ni imaginar lo que habría sucedido con mi vida si hubiera caído en la adicción a drogas legales o no legales.

Y ahora que tengo más de cincuenta años, mi vida parece estar en equilibrio. Trabajo muchas horas por semana y me ejercito un poco (menos de lo que quisiera) pero la actividad física sigue siendo una gran motivación. El pasado domingo recibí un banco para hacer ejercicios con pesas, comprado en amazon.com el día anterior y ayer lunes, recibí un cyclocomputer marca sigma sport, tecnología alemana, comprado en el mismo portal.

Siete meses antes, recibí unos rodillos marca Krestrel, mejores que los que ya tenía, pues el diámetro de los cilindros es menor —lo que supone una mayor resistencia y por consiguiente un mayor esfuerzo— y a poco más de treinta minutos de terminar mi turno laboral, pienso en llegar a la casa y cambiarme de ropa para ejercitarme en mi bicicleta de carreras marca Cannondale, comprada hace un año (29 de octubre de 2016), actividad en la que mi pulso se eleva por arriba de 140 y 150 pulsaciones por minuto e involucra coordinación, resistencia, habilidad y potencia.

¿De dónde deriva el placer de seguir practicando actividad física, cuando he dejado atrás la juventud?

Del placer del juego, creo yo. De poder explorar los niveles de energía de los que todavía puedo echar mano, de poner en marcha los mecanismos fisiológicos que involucran el funcionamiento conjunto, síncrono y armónico de mi organismo con el correspondiente bienestar físico y también psíquico.

Al terminar el día, después de cenar y pasear con mis perritas, puedo acostarme a dormir con la satisfacción de haber cumplido con mi deber, laboralmente hablando, y habiendo realizado una actividad que me proporciona una felicidad tangible.

¿Parece poco? No para mí. Las experiencias de los últimos meses me han hecho madurar y me han enseñado la importancia de vivir con plenitud el presente y si bien la vida difícil que me tocó junto con mi patología mental ha hecho mi existencia tan difícil, puedo sentirme orgulloso de mis pequeños logros, independientemente de lo que piensen otras personas.