martes, 7 de noviembre de 2017

Nuevo cyclocomputer, actividad física y vivir en plenitud


No sé si lo había mencionado antes en este blog (he escrito más de 280 entradas), en algún momento durante mi tardía infancia, acercándome a la pubertad, me sentí inspirado para realizar actividad física y al llegar a la adolescencia, adquirió una importancia enorme.

Conforme pasaban los años y yo iba dejando de ser un niño, me convertía en un adolescente y después en un adulto joven, mi vida se fue haciendo cada vez más difícil. No resulta fácil entender cómo siendo el protagonista, carecía de conciencia sobre mi realidad, al punto de llegar a creer que mi existencia era lo “normal”, que así éramos todos los seres humanos. En realidad esto no es un reproche, pues eso que me sucedía es la naturaleza humana. Tendemos a pensar que nuestras vidas son la norma, pues no hemos vivido otra existencia y no podemos comparar con lo que no hemos experimentado.

A lo que quiero llegar es que siendo mi vida extremadamente difícil, el deporte se convirtió en un mecanismo de evasión, cosa que tampoco es un reproche, pues de no haber sucedido así, dudo haber podido escapar al alcoholismo o la drogadicción. No quiero ni imaginar lo que habría sucedido con mi vida si hubiera caído en la adicción a drogas legales o no legales.

Y ahora que tengo más de cincuenta años, mi vida parece estar en equilibrio. Trabajo muchas horas por semana y me ejercito un poco (menos de lo que quisiera) pero la actividad física sigue siendo una gran motivación. El pasado domingo recibí un banco para hacer ejercicios con pesas, comprado en amazon.com el día anterior y ayer lunes, recibí un cyclocomputer marca sigma sport, tecnología alemana, comprado en el mismo portal.

Siete meses antes, recibí unos rodillos marca Krestrel, mejores que los que ya tenía, pues el diámetro de los cilindros es menor —lo que supone una mayor resistencia y por consiguiente un mayor esfuerzo— y a poco más de treinta minutos de terminar mi turno laboral, pienso en llegar a la casa y cambiarme de ropa para ejercitarme en mi bicicleta de carreras marca Cannondale, comprada hace un año (29 de octubre de 2016), actividad en la que mi pulso se eleva por arriba de 140 y 150 pulsaciones por minuto e involucra coordinación, resistencia, habilidad y potencia.

¿De dónde deriva el placer de seguir practicando actividad física, cuando he dejado atrás la juventud?

Del placer del juego, creo yo. De poder explorar los niveles de energía de los que todavía puedo echar mano, de poner en marcha los mecanismos fisiológicos que involucran el funcionamiento conjunto, síncrono y armónico de mi organismo con el correspondiente bienestar físico y también psíquico.

Al terminar el día, después de cenar y pasear con mis perritas, puedo acostarme a dormir con la satisfacción de haber cumplido con mi deber, laboralmente hablando, y habiendo realizado una actividad que me proporciona una felicidad tangible.

¿Parece poco? No para mí. Las experiencias de los últimos meses me han hecho madurar y me han enseñado la importancia de vivir con plenitud el presente y si bien la vida difícil que me tocó junto con mi patología mental ha hecho mi existencia tan difícil, puedo sentirme orgulloso de mis pequeños logros, independientemente de lo que piensen otras personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario