En ese entonces (junio pasado) yo tenía un horario de trabajo de 7:00 a 16:30 horas y casi siempre era el primer empleado de mi departamento en llegar a la oficina.
Aquel jueves 15 de junio, me encontraba en mi escritorio cerca de las siete de la mañana, cuando me abordó una mujer diciéndome que ella había usado mi lugar, mi PC y mi cuenta de red en días pasados. No supe qué quería o qué trataba de decirme, lo que pretendía era que le dejara mi lugar para que ella hiciera su trabajo, pues por ser recién llegada todavía no contaba con lo necesario para ello. Por supuesto, me negué.
En las horas que siguieron le hice el tipo de comentarios que se hacen a un desconocido, específicamente que yo no tengo estudios de química y que hay unos comandos del programa Word que no conozco y por consiguiente, no uso.
Entonces, esta mujer estúpida mal interpretó mis palabras entendiendo que yo no tenía estudios (que había dejado trunca mi educación en segundo año de primaria) y que a duras penas sabía prender la computadora. En los días que siguieron, esta vieja me hizo comentarios en los que expresaba una gran preocupación por mi condición de inútil, alguien que no sirve para nada y entonces yo opté por no tratar con ella para nada.
Después de esto, esta señora comenzó a decirle a cada persona con la que platicaba que yo me portaba muy grosero con ella. Hubo quien le hizo caso, como un compañero que ocupa un puesto de jefatura, bien conocido por su capacidad para manipular a otras personas mediante chismes e intrigas. Como sería de esperar, este individuo presenta el aspecto de un alfeñique, una persona del sexo masculino carente de toda hombría, virilidad y valor, pero muy malintencionado que asume conductas de marica en su condición de hombre impotente, emasculado mentalmente.
El comportamiento de varios compañeros (de ambos sexos) hacia mí, me afectó mucho, pues se trataba de una situación injusta. Esta señora estaba resentida porque no le permití practicar su juego en el que manifiesta su superioridad, sus delirios de grandeza. Su títere, el hombrecito emasculado, quería hacerse el héroe auxiliando a una mujer atacada por un hombre. El pedazo de idiota no se detuvo a pensar que podía estar haciendo el papelito de marioneta. Incluso le llevó un chisme a la directora de nuestro departamento, mismo que ella ignoró.
Muy frustrado, este remedo de eunuco comenzó a mostrar una gran hostilidad contra mí, comportamiento verdaderamente ridículo viniendo de semejante alfeñique. Sería fácil hacerlo pedazos, pero no puedo hacer nada que ponga en riesgo mi permanencia en mi trabajo.
Una tarde, esta mujer de edad avanzada se metió a dialogar con la directora, intentando manipularla, hablándole mal de mí muy hábilmente para ponerla en mi contra. Esta acción tuvo el efecto contrario y convenció a la directora de que esta señora es una persona con muy malas intenciones, una verdadera alimaña.
De pronto se ha ausentado una semana completa y pienso en la posibilidad de que haya sido despedida. El problema es que yo me equivoco mucho. No me sorprendería que en algún momento aparezca esta vieja horrible, pero la parte positiva es que ya muchas personas la ven como una persona digna de lástima, algo que ella misma ha provocado.
Hay gente que cultiva la pobreza y no necesita enemigos.
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