Había mencionado en la entrada anterior, que Fabiola me diagnosticó el TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) y eso contribuyó a que yo me diera cuenta de lo competente que es, de lo bien que hace su trabajo. Este trastorno implica problemas de aprendizaje y nunca antes me fue diagnosticado —pese a haber comenzado a ver médicos psiquiatras en 1990, hace 21 años— tuvo mucho que ver con mi fracaso escolar y pudo haberme conducido al trastorno limítrofe de personalidad (borderline) en combinación con la violencia tan brutal en la que viví, creciendo en una familia disfuncional, con un padre alcohólico, perverso e incestuoso.
Nótese la importancia tremenda que tiene esta incompetencia que implica el no haber diagnosticado el TDAH, de la que fueron responsables principalmente tres individuos (todos médicos psiquiatras egresados de la Universidad Autónoma de Guadalajara): Gustavo Marín Pérez, Flavio Miramontes Montoya y Álvaro Zomosa Mathews. Considero a Flavio al más dañino por el intervalo de tiempo durante el que me atendió, de alrededor de once años: de 1995 a 2006. Gustavo Marín tenía una fealdad repulsiva y Flavio Miramontes es un individuo muy acomplejado por un problema parecido al de su colega Gustavo; es un hombre chaparro, muy cabezón, de espalda angosta y cintura inexistente y muy indígenoide. Esos dos tipos, Gustavo y Flavio pudieran tener trastornos psicológicos muy graves debido a su apariencia física y ellos mismos debieron ser capaces de descubrir eso y no meterse en profesiones de ayuda, pues otras personas no tenemos la culpa de sus problemas psicológicos ocasionados por su deformidad o su malformación o su incapacidad para vivir con su pobreza personal. Álvaro es un mal individuo, un mercenario de la medicina a quien sólo le interesa sacarle a sus pacientes y a sus familias, la mayor cantidad de dinero posible.
De ahí en parte, que tenga tan buena opinión de Hildelisa Fabiola, mujer joven formada en la Universidad de Guadalajara y en el Hospital Civil Fray Antonio Alcalde. Con su juventud y con su experiencia considerablemente menor a la del trío de inútiles (Marín, Zomosa y Miramontes), los superó en tres segundos. ¿Cómo darte las gracias, Hildelisa Fabiola?
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