La dama que fue mi psiquiatra, Fabiola Vargas Magaña, identificó el trastorno por déficit de atención con hiperactividad en adulto y me prescribió el metilfenidato durante el año 2011, pero me lo suspendió cuando me vi obligado a abandonar temporalmente la terapia psicológica. Ese acierto en la identificación del TDAH fue lo que hizo que se ganara mi aprecio. Otros psiquiatras como Flavio Miramontes Montoya y Gustavo Marín Pérez fallaron a ese respecto, miserablemente.
Escuché decir a principios del año 2010 a la psicóloga Socorro Ramonet, doctora en salud pública, que cuando no se identifica, el TDAH puede conducir al borderline, y creo que eso fue lo que me pasó a mí. Tuve un mal desempeño escolar casi desde el principio y jamás concluí una licenciatura en ingeniería.
Ahora, acercándome a los 50 años, no tengo una carrera ni un modus vivendis. No sé ganarme la vida y a partir de noviembre del año que acaba de concluir, he tenido pequeños ingresos gracias a mi amiga Lupita, una psicóloga del sector salud que me ha dado trabajo ayudándole con el aprendizaje del inglés y dándome ocasionalmente material a traducir. Mi historia de vida en lo que tiene que ver con no trabajar ha sido en extremo difícil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario