Había mencionado en la entrada anterior, que en mayo de 2011 le dije a mi psiquiatra, Fabiola Vargas Magaña, que no quería seguir en terapia con ella, que sería mejor si nos limitábamos a la prescripción de medicamentos. Ella lo aceptó y yo le pedí que me derivara a psicología, petición que ella rechazó con el argumento de que a mí me habían mandado con ella y si quería atención psicológica iba a tener que buscarla en otra parte. Me parece que Fabiola hizo esto porque le dolió que la rechazara y mostró con este pequeño acto de venganza una falta de ética. Sin embargo debo decir a favor de Fabiola que mostró hacia mí una actitud correcta e identificó mi trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en adulto, por lo cual le estoy muy agradecido.
Entonces, obtuve la atención psicológica en una unidad de Cruz Verde en el norte de la Zona Metropolitana de Guadalajara, en Prolongación Federalismo. A partir de agosto de ese año, comenzó a atenderme Mercedes Zepeda, una psicóloga competente y amable, pero poco después me fue imposible seguir asistiendo a las citas por falta de dinero, no porque no pudiera pagarlas, pues lo hacía el seguro popular, sino porque no tenía para el transporte. Mi economía personal estaba por los suelos y continuó así el resto de 2011 y 2012. Mercedes tuvo un buen desempeño y puedo decir de ella que es una dama, pero no me fue posible seguir en terapia.
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