martes, 29 de noviembre de 2016

Deporte, hábitos de alimentación y apariencia física


Hace unos dos meses comencé a comer ensaladas, me las prepara mi osito dormilón (mi mamá), las confecciona con espinacas o lechuga y champiñones frescos y en ocasiones zanahoria rayada, las acompaño con aceite de oliva.

Me preocupa mi sobrepeso y sin embargo no me veo gordo, más bien ancho y macizo. El domingo pasado salí a andar en bicicleta llevando mi atuendo ciclista y al correr cuesta arriba y pasar al lado de un vidrio que semeja un espejo pude ver reflejada mi figura, en la que destacaban mis piernas fuertes, de músculos magros y potentes con excelente volumen y definición. Cobrar conciencia de que tengo el físico de un deportista serio constituye un estímulo y reafirma mi autoestima, y tal vez un narcisismo que en cierta medida pudiera ser patológico, pero esto no me preocupa más de la cuenta.

El fin de semana hablé por teléfono con una psicóloga joven y le expuse el tema de mi dedicación al deporte, que en buena medida tiene que ver con mi apariencia física. Comencé por decirle que no soy un metrosexual, es decir, no gasto fortunas en ropa, cosméticos de ningún tipo, loción, perfume o agua de colonia ni champús ni nada de eso. Cuidar mi apariencia física tiene que ver con mi aseo personal, con verme pulcro y vestir prendas de buena calidad pero no de marca, y sobre todo en conservarme delgado y atlético en la medida de lo posible.

Lo que me llama la atención de este asunto y lo que me motivó a hablarlo con una psicóloga es que a las mujeres que se han sentido atraídas por mí (que no han sido muchas) no es mi físico lo que les ha llamado la atención, sino otros atributos como mi inteligencia, mi personalidad, mi nivel cultural, mi sentido del humor, en fin una amalgama de todas estas características.

Me he sentido atraído por mujeres que no son bonitas e incluso, en las últimas semanas he pensado en la posibilidad de formar una relación de pareja con una mujer que tiene sobrepeso. Me veo en mi imaginación viviendo una relación de ese tipo y me doy cuenta de que mi orientación en lo que se refiere a mi apariencia no cambiaría aunque tuviera como pareja a una mujer gorda. Y creo saber cuál es la razón de esto.

Soy un hombre heterosexual, pero me fijo mucho en la apariencia de otras personas. Me cuesta trabajo o de plano me resulta imposible sentir empatía por un gran número de individuos. Detesto la presencia de gente con morfología corporal que carece de definición, con esto quiero decir que, en el caso del hombre, siento cierta repugnancia por un hombre que no tiene definición corporal característica del género masculino: espalda ancha y cintura angosta, abdomen plano, piernas fuertes y la anatomía con poco tejido adiposo, sin depósitos de grasa que salten a la vista.

En el ir y venir cotidiano encuentro una gran cantidad de individuos con los hombros redondeados y el abdomen abultado, encorvados, con la piel del rostro abotagada, carentes de virilidad y para colmo mal vestidos y aunque sé bien que mucho de esto es parte de la pobreza en que muchos de ellos se han criado y es difícil que algún día lleguen a superar, no puedo evitar sentir un profundo desprecio por ellos.

Cuando se trata de individuos de estratos sociales más altos, su falta de conciencia respecto a su jodidez me parece incomprensible y el desprecio que siento es mayor. Ahí podría estar la respuesta sobre por qué le dedico tanto tiempo y energía a la actividad física y guardo una disciplina en lo que se refiere a mis hábitos de alimentación.

Jeffery, esposo de mi hermana Mónica, individuo sedentario, manipulador, cobarde y poco hombre


El fin de semana pasado me metí a mi cuenta de Facebook para felicitar a una amiga que cumplía años y me apareció mi hermana Mónica entre “personas que tal vez conozcas”. Desde fuera se podían ver algunas de las fotos de su biografía, en ellas aparecía con Jeffery, su cónyuge gringo de raza blanca, y Nicholas y Andrew, sus hijos de 11 y 10 años, respectivamente.

Jeffery tiene el aspecto de lo que es: un individuo sedentario y aparenta ocho años más de los que tiene, entiéndase tiene 52 años y aparenta 60. Le mandé la imagen vía whats app a mi madre preguntándole qué edad aparentaba este tipo al que detesto y lo mismo hice más tarde con Laura, mi querida amiga. Las dos coincidieron en la repuesta: sexagenario.

Vivo los recuerdos dolorosos con una gran intensidad y no puedo superar lo que sucedió hace trece años con cinco meses, en junio de 2003 en que Jeffery y Mónica nos visitaron y él la utilizó para atacarme, lo que constituyó un golpe terrible. Ahora vivo deseándole a este gringo anodino, falto de virilidad y de hombría que le suceda algo muy malo. La verdad es que no sé si eso vaya a pasar, pero sí me parece que hay ciertas probabilidades pues si su aspecto refleja más edad de la que tiene, debe estar sufriendo un deterioro físico acelerado que no corresponde con su edad cronológica.

Este gringo cobarde, manipulador y poco hombre buscó compararse conmigo porque me vio como un adversario débil a quien sería fácil vencer. Yo no le di ningún motivo para que hiciera eso, pero el pobre idiota pensó que consiguiendo que mi hermana sintiera desprecio por mí y vergüenza por tenerme como hermano, lograría hacer extensivo ese sentimiento hacia el resto de mi familia, algo que consiguió en buena medida.

Y ahora me gustaría saber cómo este gringo miserable podría justificar haber llevado una vida sedentaria cuando en su país tienen una gran cultura del deporte y este se promueve y se le da al individuo común todo tipo de facilidades para que lo practique. Si es tan superior a mí, ¿cómo podría explicar que habiendo nacido en un país del tercer mundo donde todo es más difícil yo me convertí en un deportista muy dedicado teniendo además un padre que se oponía a todo lo que yo quería hacer?

De pronto me doy cuenta de que en convertirme en un deportista serio recibí una ayuda decisiva de mi madre, algo que agradecerle a mi osito dormilón.

Y regresando al tema de este gringo despreciable, el sufrimiento que me ha causado que promoviera desprecio hacia mí de mi hermana Mónica y otras personas de mi familia me hacen desear que le suceda algo muy malo. Me lo imagino en un futuro no muy lejano inválido en una silla de ruedas por problemas cardiacos, o padeciendo cáncer con el físico deshecho.

Sé muy bien que estos sentimientos no son nobles y mucho menos humanitarios y la verdad eso me importa muy poco. He vivido desde mi infancia siendo agredido por personas a quienes jamás hice ningún daño y cuando a una de esas gentes le sucede algo malo, siento que después de todo la vida no es tan injusta.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Mónica, mi hermana gemela, distanciamiento con pocas probabilidades de que eso cambie


Hace más de dos años que vivo con mi madre en la casa que era de ella y mi padre y una vez muerto este último, le pertenece solamente a ella. La convivencia es buena, pese a que no es lo deseable, que un hombre adulto ya en la madurez viva con su mamá, pero no tengo los medios económicos para irme, y ella no tiene porqué irse.

Nuestra relación ha mejorado mucho en buena medida porque sigo mi tratamiento farmacológico, y la manera de ser de esta bella anciana ha hecho que aflore el amor que siempre sentí por ella. Tengo muy buena memoria y vivo recordando (involuntariamente) la violencia a la que me sometió mi padre desde mi temprana infancia, y el hecho de que mi madre cerró los ojos e hizo poco por oponerse a ese maltrato, que ha tenido consecuencias tan devastadoras en mi vida.

Hace diez años murió Verónica, mi hermana menor y quedamos tres hijos, mis hermanas Mónica (de mi edad), Yolanda (cuatro años más joven) y yo, el único hijo varón.

Mi hermana Mónica se fue a Estados Unidos en 1992, hace 24 años y se casó 9 años más tarde, en noviembre de 2001. Por estos días cumple quince años de haberse casado con Jeffery, un gringo de raza blanca a quien conocí en junio de 2003 y espero no volver a ver jamás ni tener ningún tipo de trato con él.

Este pedazo de cerdo utilizó a mi hermana para atacarme, usándola como si fuera un títere, metiéndola en la cabeza la idea de que si yo vivía sin trabajar, dependiendo de mi padre a los 39 años, y no había hecho nada con mi vida era porque nunca quise esforzarme y eso me convertía en un fracasado y en un individuo digno de desprecio que debería vivir avergonzado de sí mismo.

Creo que es fácil percibir el nivel de violencia que hubo en este acto incalificable perpetrado por mi hermana y su flamante marido gringo.

Han pasado muchos años y he tenido comunicación con Mónica durante breves periodos de tiempo , pero hace mucho que se volvió a romper y lo que más me llama la atención no es que se mantenga tan distante de mí y de mi hermana Yolanda, sino de nuestra madre, que en dos meses cumplirá 75 años y por supuesto, está al final de su vida.

Ayer miércoles 16 de noviembre le envié a Mónica unos mensajes vía whats app a su celular diciéndole que no entendía por qué esa actitud de desprecio hacia nuestra madre, que entendía que se hubiera alejado de nuestro padre (yo también lo habría hecho, si hubiera podido), pero no entendía su actitud hacia nuestra madre, que es una buena mujer.

Pensé en la probabilidad de que Yolanda hubiera informado a Mónica sobre nuestro conflicto y por ello Mónica mostrara esa hostilidad hacia nuestra madre y así se lo hice saber en mis mensajes de whats app. Ella me contestó muy enojada:

I have not spoken with Yolanda in months. You’re paranoid! Stop meddling and mind your own business!

Al leer ese breve párrafo creí la veracidad de sus palabras y me hizo mucha gracia. Era menos del medio día y se lo comuniqué a mi mamá. Muchas horas más tarde, cuando hube llegado a casa mi madre me informó que Mónica le había llamado por teléfono desesperada pidiéndole que hablara conmigo y me dijera que dejara de hacer estas cosas, de enviarle mensajes que le afectan severamente y le provocan un gran malestar.

Parte del contenido era que yo pensaba que Mónica estaba violentando a nuestra madre y si no cambiaba su manera de proceder iba a terminar haciéndole daño a sus hijos. No sé si esta idea le pudo haber afectado de esa manera, para que hablara con nuestra madre en un estado lamentable, pero lo que sí es un hecho es que la salud mental de Mónica es muy precaria.

Pude observar en mi madre que se sentía mal por Mónica y horas más tarde me dijo que mi hermana parece estar más enferma que yo, a lo que yo respondí “ni duda cabe”.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Otra vez el sueño recurrente, ¿qué trata de decirme mi inconsciente?


Volví a soñar que tengo que presentarme en fecha muy próxima en mi alma máter a un examen de matemáticas, algo que me llama la atención porque al inicio de mi juventud me puse a estudiar como autodidacta y conseguí ser muy competente en esa materia.

A diferencia de otras ocasiones, no me siento muy angustiado ni la materia parece difícil, mucho menos imposible. He realizado una sesión de estudio y he encontrado la materia accesible, si bien densa. Pese a que no estudié casi nada, confío en que mi dominio del álgebra me permitirá obtener una nota aprobatoria. Sin embargo, pasan las horas y me doy cuenta de que esto no es posible, y que de haberme aplicado habría tenido un buen desempeño.

El examen parece ser final y aprobarlo equivale a aprobar la materia; reprobarlo equivale a fracasar en la asignatura, algo que me sucedió mucho en mi primer periodo en la universidad.

Me desperté en la madrugada y en esos breves minutos de vigilia me tomé conciencia de que no soy un estudiante en la universidad, sino un hombre adulto ya en la madurez que trabaja y tiene que dirigirse a realizar su labor, no a presentar ningún examen en la universidad. Esto me tranquilizó y pude volver a dormir.

Hace dos meses compré el libro de tratamiento cognitivo conductual para trastorno límite de la personalidad y ha permanecido casi intacto, no lo he leído. En parte esto se debe a que paso de lunes a viernes cerca de 12 horas fuera de casa, por mi empleo. Regreso a casa como a las 5:30 pm y hago ejercicio en mi bicicleta de carreras y pierdo mucho tiempo con mi Smartphone escribiendo tweets en la red social del pajarito. Esta distracción me mantiene lejos de la lectura entre semana y en sábado y domingo duermo mucho, hago ejercicio, salgo de compras y veo películas en video.

Me parece que mi inconsciente trata de decirme que tengo que aplicarme en la lectura y aprovechar que mi situación actual, contar con un empleo, me da la oportunidad de superar mi trastorno. Me llama la atención que en mi sueño, identificaba la materia como una rama de las matemáticas que yo abordaba con cierta facilidad por mi dominio del álgebra, pero eso no bastaba y tenía que dedicarle muchas horas de estudio porque el material era denso. He vivido una situación análoga con este libro de Marsha M. Linehan porque entiendo el idioma inglés (de hecho lo domino), pero el material es denso y abundante y tengo que dedicarle muchas horas de lectura, de estudio.

Por otra parte, realizo un trabajo que tiene que ver con química, biología y farmacia, materias que me son prácticamente desconocidas, pero mi dominio del inglés (otra vez) y mi buena formación académica en lo que tiene que ver con matemáticas, me permite un desempeño competente. Me doy cuenta de que mi sueño también podría estar tratando de hacerme entender que tengo que capacitarme, de modo que comprenda a fondo y no a medias, lo que hago.

En dos horas terminará mi semana laboral y tendré una oportunidad de aprovechar el fin de semana de manera productiva.

Espero que así suceda.

jueves, 3 de noviembre de 2016

¿Tengo talento para la escritura? ¿Bloguear o no bloguear? Ese es el dilema


Tedio, pasan las horas lentamente y yo traduzco página tras página, avanzando rápidamente pero sintiendo aburrimiento y falta de interés en el trabajo.

Escribo poco en mi blog porque no me resulta fácil hacerlo; esto representa una pequeña desilusión, pues durante muchos años he tenido la idea o esperanza de convertirme en un escritor y mi falta de creatividad y la ausencia de inspiración me hacen pensar que muy probablemente no tengo ningún talento.

Al mismo tiempo tengo la mente ocupada con mi percepción sobre lo injusta que ha sido mi vida, y la fantasía de que las personas que me han hecho daño enfrentan consecuencias muy graves, está siempre presente.

Posiblemente debería esforzarme en escribir esa fantasía y darle forma, convirtiéndola en un relato de ficción.

Tenga o no un talento para la escritura, esta me ha sido útil para hacerme respetar. Un cierto número de personas que pensaron que podían hacerme daño y no tenían nada que temer de mí han enfrentado consecuencias por su error de juicio, por su estupidez. No me siento mal por ello, independientemente de que se trate de justicia o de venganza, pues tengo derecho a defenderme haciendo que quede claro que no soy inofensivo. Esto es particularmente útil, porque constituye una manera de violentar a otras personas sin lesionarlas físicamente, lo que podría acarrear consecuencias legales, que por supuesto yo no quiero.

Tomemos como ejemplo a Enrique, el esposo de mi hermana Yolanda. El susodicho ha pasado más de 20 años en un matrimonio siendo un pésimo ejemplo para sus hijos y una carga para su cónyuge. En su familia de origen no lo querían por ser un holgazán, un ladrón, un manipulador y un maestro de la intriga. Al casarse con mi hermana, se percató del lugar que yo ocupaba en mi familia —el de chivo expiatorio— y se unió a la violencia, tratando de utilizarme para echarme la culpa de los conflictos y las tensiones que se generan en su familia por su condición de vividor mantenido.

Este individuo despreciable vino hace cerca de cuatro años con mi hermana y los hijos de ambos a vivir a la casa de mis padres, en la que yo viví solo, desempleado y enfermo durante muchos años, y eligió verme como un individuo extremadamente débil, tanto en lo físico como en lo intelectual.

Antes de continuar debo aclarar que si bien físicamente no soy muy fuerte, tampoco soy un alfeñique, y sí estoy apto, habiendo sido un deportista durante más de 30 años. Intelectualmente, no soy débil en lo absoluto, pues pese a no haber concluido una licenciatura en la universidad, sí cuento con una formación académica muy sólida y habiéndome aficionado a la lectura cuando comencé mi educación, cuento con una cultura general muy aceptable; poco común, de hecho.

El mantenido vividor, siendo un arrimado, comenzó a tratarme dentro de mi casa con una actitud de condescendencia, como si estuviera conviviendo con un hombre muy inferior a él. Hay que ver. No sé si el origen de su comportamiento aberrante sea su falta de inteligencia, sinónimo de estupidez inconmensurable, o su narcisismo terriblemente patológico (así como se siente insoportablemente hermoso y lo manifiesta tomándose cientos y cientos de “selfies”), y me atacó junto con mi hermana hablando mal de mí a mis espaldas a otras personas como el novio de mi sobrina Paola y la novia de mi sobrino Marlon y los amigos de estos. Este acto fue una bajeza de la que considero responsable no nada más al vividor mantenido, sino también a mi hermana Yolanda, que sabía muy bien lo mucho que me lastimó nuestro padre haciendo exactamente eso, durante muchos años, con muchas personas.

Una vez que se fueron de la casa donde vivo, envié a Enrique una misiva en la que le expresaba lo que pensaba sobre él (aparece en una entrada anterior), y mis palabras lo hirieron profundamente. Lo mejor del asunto es que eso no es todo. Si los acontecimientos presentes y futuros se suceden con lógica, él y mi hermana se verán obligados a abrir los ojos y a darse cuenta de que su situación es muy precaria y para mi hermana es trágica, pues ha desperdiciado los que debieron ser los mejores años de su vida y le espera un futuro de desesperación. En otras palabras, lo que han hecho mi hermana y su despreciable marido es construir una racionalización muy elaborada en la que yo soy responsable de que Enrique sea un esposo y un padre fallido, incapaz de trabajar y ser un sostén para su familia, como es su obligación.

Mi padre se destruyó mediante la bebida; es posible que mi hermana Yolanda se esté destruyendo echándose a la espalda una carga demasiado pesada, arruinando su salud física por el exceso de trabajo, y su salud mental por tener que construir una falacia muy elaborada que explique y pretenda justificar su matrimonio con un lacra despreciable.

Mencionaré más adelante otros ejemplos de cómo he logrado devolver golpes mediante la escritura.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Comprar una bicicleta, circulos que se cierran y periodos de tiempo que llegan a su fin... empiezan otros


El pasado sábado 29 de octubre fui al negocio de mi amigo Hugo contemplando la posibilidad de comprar un cuadro de bicicleta o en su defecto una bicicleta completa, pues tenía semanas buscando esto en internet y casi me había decidido a comprar una en amazon.com.

Le pregunté a Hugo por un cuadro que tenía colgando del techo que parecía fibra de carbono y resultó que era aluminio y no me servía porque no era de ruta, sino de montaña. Entonces mi amigo me dijo que tenía una bicicleta Cannondale a un precio muy accesible. Al verla (de color rojo como el cuadro Cannondale que compré hace 23 años y como el cuadro Alu Bike que pude comprar con dinero que me dio mi madre hace 16 años) decidí adquirirla. Solamente le dije a Hugo: regreso en la tarde; y así lo hice.

A mediados de 1993 compré en la tienda de Pancho, padre de Hugo, un cuadro Cannondale de aluminio muy ligero, usado, el único inconveniente era su tamaño, pequeño para la longitud de mis piernas. Unos meses más tarde sufrí un accidente corriendo cuesta abajo y me rompí la clavícula, eso fue en septiembre y menos de dos años más tarde, en julio de 1995 volví a romperme la clavícula en esa bicicleta en el que se convertiría en el año más difícil de mi vida.

Tiendo a ser muy supersticioso, pero no pienso que volver a practicar el ciclismo, que es el deporte que me apasiona, en una bicicleta de la misma marca y el mismo color vaya a traer más calamidades a mi vida. Sin embargo, tengo expectativas de que este hecho pueda cerrar círculos y periodos de tiempo muy grandes y marcar el inicio de una vida muy diferente, mucho mejor que la que he llevado.

Es un hecho que en los últimos dos años y medio, que fue cuando comencé a trabajar, primero como traductor independiente (free lance) y un año más tarde como empleado en una compañía farmacéutica, mi realidad ha mejorado considerablemente y el beneficio no ha sido sólo para mí, sino para mi madre también, que es la persona con quien vivo y me satisface poder ofrecerle un nivel de vida adecuado, pues está viviendo sus últimos años y he vuelto a quererla, pues me dio la vida y pese a los errores que cometió, han subsistido en ella una gran capacidad de amar y características excepcionales.

No sé si mi manera de pensar refleje mis posibles rasgos Asperger. Algo que sí es un hecho es que los acontecimientos tan importantes y significativos que se dieron a partir de diciembre de 2012, en que vino a vivir a la casa paterna mi hermana Yolanda con su familia, han constituido un punto de inflexión y considero altamente probable que los sucesos sigan dándose en el futuro próximo. El modo como viví mi juventud y mi llegada a la madurez, en que hice grandes esfuerzos para superarme y pese a que hice bien la mayor parte de lo que intenté, todo me salió mal, llevaron a hacerme perder la voluntad de vivir por segunda vez, como ya me había sucedido en aquel fatídico 1995. Y curiosamente, la acción incorrecta de mi hermana de venir a vivir con su familia a la casa que tras la muerte de nuestro padre pertenece a nuestra madre, incorrecta porque su esposo no tiene ningún derecho a habitarla y mucho menos a comportarse como si fuera dueño, trajo a mi vida la posibilidad de realizar un trabajo que no habría podido hacer si ella no hubiera estado ahí, porque necesitaba su computadora personal y el internet y con mi computadora personal (ya muy obsoleta) y sin el internet, habría sido prácticamente imposible llevarlo a cabo.

Es un hecho que mi hermana me ayudó, aun cuando no haya sido esa su intención.

Y continuando con la idea de círculos que se cierran y periodos de tiempo que llegan a su fin para dar lugar al inicio de otros, en mi mente se manifiesta la idea de que en ese año en que compré ese cuadro Cannondale, mi hermana Yolanda contrajo nupcias, dando inicio a una situación muy mala que pudiera estar llegando a su fin, ahora que he vuelto a comprar Cannondale de color rojo. Y en ese año 1993 tan significativo se dieron las condiciones para que yo regresara a la universidad, lo que hice al año siguiente y tres semestres más tarde volví a enfrentar el fracaso. Siguieron a esto tantos años de tanto sufrimiento, pobreza y tristeza en los que a pesar de toda la adversidad enfrenté mi realidad lo mejor que pude y sin embargo no conseguí lo quería a pesar de merecer eso y más.

Veremos en los meses y los años que vienen qué acontecimientos se presentan, si bien tengo claro que no puedo esperar pasivamente a que se presenten, sino que tengo que salir a buscarlos.

El tiempo lo dirá.