martes, 29 de noviembre de 2016

Jeffery, esposo de mi hermana Mónica, individuo sedentario, manipulador, cobarde y poco hombre


El fin de semana pasado me metí a mi cuenta de Facebook para felicitar a una amiga que cumplía años y me apareció mi hermana Mónica entre “personas que tal vez conozcas”. Desde fuera se podían ver algunas de las fotos de su biografía, en ellas aparecía con Jeffery, su cónyuge gringo de raza blanca, y Nicholas y Andrew, sus hijos de 11 y 10 años, respectivamente.

Jeffery tiene el aspecto de lo que es: un individuo sedentario y aparenta ocho años más de los que tiene, entiéndase tiene 52 años y aparenta 60. Le mandé la imagen vía whats app a mi madre preguntándole qué edad aparentaba este tipo al que detesto y lo mismo hice más tarde con Laura, mi querida amiga. Las dos coincidieron en la repuesta: sexagenario.

Vivo los recuerdos dolorosos con una gran intensidad y no puedo superar lo que sucedió hace trece años con cinco meses, en junio de 2003 en que Jeffery y Mónica nos visitaron y él la utilizó para atacarme, lo que constituyó un golpe terrible. Ahora vivo deseándole a este gringo anodino, falto de virilidad y de hombría que le suceda algo muy malo. La verdad es que no sé si eso vaya a pasar, pero sí me parece que hay ciertas probabilidades pues si su aspecto refleja más edad de la que tiene, debe estar sufriendo un deterioro físico acelerado que no corresponde con su edad cronológica.

Este gringo cobarde, manipulador y poco hombre buscó compararse conmigo porque me vio como un adversario débil a quien sería fácil vencer. Yo no le di ningún motivo para que hiciera eso, pero el pobre idiota pensó que consiguiendo que mi hermana sintiera desprecio por mí y vergüenza por tenerme como hermano, lograría hacer extensivo ese sentimiento hacia el resto de mi familia, algo que consiguió en buena medida.

Y ahora me gustaría saber cómo este gringo miserable podría justificar haber llevado una vida sedentaria cuando en su país tienen una gran cultura del deporte y este se promueve y se le da al individuo común todo tipo de facilidades para que lo practique. Si es tan superior a mí, ¿cómo podría explicar que habiendo nacido en un país del tercer mundo donde todo es más difícil yo me convertí en un deportista muy dedicado teniendo además un padre que se oponía a todo lo que yo quería hacer?

De pronto me doy cuenta de que en convertirme en un deportista serio recibí una ayuda decisiva de mi madre, algo que agradecerle a mi osito dormilón.

Y regresando al tema de este gringo despreciable, el sufrimiento que me ha causado que promoviera desprecio hacia mí de mi hermana Mónica y otras personas de mi familia me hacen desear que le suceda algo muy malo. Me lo imagino en un futuro no muy lejano inválido en una silla de ruedas por problemas cardiacos, o padeciendo cáncer con el físico deshecho.

Sé muy bien que estos sentimientos no son nobles y mucho menos humanitarios y la verdad eso me importa muy poco. He vivido desde mi infancia siendo agredido por personas a quienes jamás hice ningún daño y cuando a una de esas gentes le sucede algo malo, siento que después de todo la vida no es tan injusta.

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