miércoles, 15 de febrero de 2017

Recordando un 14 de febrero, hace 19 años


Sábado 14 de febrero de 1998, a 12 días de haber renunciado a aquel empleo en la maquiladora electrónica en el que duré dos meses y medio, que se convertiría en un regreso al infierno, de hecho a un infierno peor del que ya conocía.

Aquella noche visité a Martín Torres Oceguera en su casa en La Estancia, municipio de Zapopan, porque tenía que recoger diccionarios y obras de consulta que había usado para mi trabajo en AVEX Electronics de México y Martín me había hecho el favor de llevárselos pues para mí habría sido muy difícil hacerlo el día que renuncié. Esa noche Martín me presentó a Nelida, su esposa, una dama con muy buena presencia, y a Iván, su bebé de unos meses de nacido. Platicamos unos minutos en la sala de su casa y la conversación reflejó el duelo que yo comenzaba a vivir, se me venía el mundo encima otra vez, aunque no lo supiera y acercándome a los 34 años, mi vida estaba casi totalmente arruinada. Doce días antes, el lunes 2 de febrero de ese 1998, cuando presenté mi renuncia a la infame y monstruosa gerente de Recursos Humanos Diana Vázquez Hinojosa (la versión femenina de David Iturbe Gutiérrez), Martín me ofreció hablar con un amigo de Hewlett Packard, pero pasaron los días y no supe nada del asunto. Casi tengo la seguridad de que David habló con él y le dijo que yo era un mal individuo y por eso no había hecho nada por detenerme.

En diciembre de 2003 traté de regresar a la maquiladora electrónica, esta vez a Solectron, otra de esas empresas cuyo nombre es sinónimo de porquería, esta vez como operador (un trabajo verdaderamente denigrante, una temporada en el infierno) y unas semanas después me encontré con Martín Torres, que me saludó amablemente y cuando nos encontramos (él se iba cuando yo llegaba a trabajar) me trataba con amabilidad, pero nunca hizo nada para tratar de ayudarme. Lo suyo es la indiferencia.

Hace tiempo me enteré que David Iturbe Gutiérrez fue contratado por Technicolor y se fue a radicar a Indianapolis, Indiana. Hace poco debió cambiar a Atlanta, Georgia, con la misma compañía. ¿Cómo le va a este infame? El hijo de puta me arruinó y no ha enfrentado consecuencias por lo que hizo, va por la vida con la frente en alto y en teoría no tiene nada que temer de nadie.

Si me sirve de consuelo, puedo afirmar que este sujeto, como hombre es un lisiado y eso lo saben las personas más cercanas a él. Es el cobarde más grande que he conocido en mi vida.

Procuraré superar todo esto y hacer algo con lo que me queda de vida.

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