miércoles, 1 de febrero de 2017

Mis hermanas Mónica y Yolanda, las diferencias entre ellas


El día de hoy fue bastante bueno laboralmente hablando porque estuve traduciendo el tercero de cuatro artículos relativos a un fármaco antiinflamatorio, algo preferible a traducir archivos maestros de fármaco, que son de lo más tediosos.

En los días que han transcurrido esta semana he pensando mucho en mis hermanas Mónica y Yolanda, que viven en Katy, Texas y Puerto Vallarta, Jalisco, respectivamente. La primera está henchida de resentimiento y de odio y eso salta a la vista, lo supura en su mirada, en el tono de su voz, en su piel y en sus heces cuando defeca, si bien le cuesta mucho trabajo pues es tan mezquina que le cuesta mucho dejar ir incluso aquello que no sirve, la porquería.

En cambio mi hermana Yolanda, pese a nuestras diferencias, sigue mostrando una buena naturaleza. Sigue casada con un mal individuo y parece difícil que eso vaya a cambiar en el corto plazo, pero el día de hoy tuvo comunicación con nuestra madre, con mi osito dormilón, que le había comentado que el lunes de la semana pasada (23 de enero), Mónica no le había llamado ni se había comunicado de ninguna manera para felicitarla por su cumpleaños. Yolanda interpretó esto como un rompimiento más de Mónica con nuestra madre ─uno de sus comportamientos habituales─ que regularmente toma como pretexto para ya no enviarle más dinero. Entonces, la Yola se comprometió a mandarle una suma, si bien modesta, pues sus posibilidades son limitadas.

Eran cerca de las dos de la tarde cuando me llegó el mensaje de mi madre, de mi osito dormilón, por whats app informándome del depósito a mi tarjeta de débito y la noticia me conmovió. Inmediatamente dejé de sentir resentimiento contra Yolanda (como había sucedido en ocasiones recientes) e incluso se me ocurrió tratar de comunicarme con ella para tratar de hacer las paces. Más o menos una hora más tarde, mientras tomaba mis alimentos en el comedor de la empresa, reconsideré esta última idea y decidí que había reaccionado con demasiada premura y que lo mejor sería no hacer nada. Si en meses recientes ataqué a Yolanda fue con razones justificadas por lo que ella me hizo antes. Simplemente en septiembre del año pasado, pasé un momento terrible cuando mi tío Paco, viudo de mi tía Susana, muerta en circunstancias muy trágicas en septiembre de 2014 me agredió de una manera terrible por las calumnias que Yolanda y su esposo han hecho propagar sobre mí, siguiendo el ejemplo del hijo de puta que tuve por padre. Por cierto, hablando de mi tío Paco, me da mucho gusto que sufra por ser un viejo maricón y pendejo y no le deseo nada bueno.

Volviendo a mi hermana Mónica, he pensado en la posibilidad de que allegados a ella y su esposo hayan visto lo que he escrito sobre ellos en Estados Unidos y eso los haya puesto en una mala situación y me he propuesto ampliar esos escritos. En algún momento el día de hoy pensé que si un ser humano le hace daño a otras personas, no podría evitar hacerse daño a sí mismo; luego entonces, yo debería detenerme y dejar de hacerle daño a otras personas, detener mi venganza. No pasó mucho tiempo antes de que cambiara de opinión. Creo que nuestras vidas tienen un cauce y en mí lo natural es dejar que mi cauce fluya.

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