Finalmente se depositaron los vales de despensa y fui a Wal mart a comprar el mandado, lo que hizo que mejorara un día que había transcurrido con un poco de incomodidad, pese a que en el trabajo había estado traduciendo un artículo médico, que es algo preferible a lo que hago normalmente: traducir archivos maestros de fármaco, bastante tediosos.
Durante las horas que estuve trabajando, entre las siete de la mañana y las cuatro y media de la tarde, pensé en mis hermanas Mónica (de mi edad, que vive en Katy, Texas) y Yolanda (que vive en Jalisco, cerca de Puerto Vallarta, cuatro años más joven que yo) y en el hecho de que con sus respectivos cónyuges, dos individuos despreciables, me han atacado, cometiendo una verdadera bajeza, pensando que soy inofensivo.
Las dos están al tanto de que hace cerca de nueve años, una psicóloga del sector salud aquí en el estado de Jalisco, se involucró sentimentalmente conmigo, y cuando se arrepintió de haberlo hecho, cometió un acto incalificable que incluso está tipificado como delito. Esta mujer inmoral procedió de esa manera porque pensó que yo era inofensivo, y lo que hizo tuvo consecuencias extremadamente graves, para ella. Estuvo muy cerca de terminar en una tragedia. No entiendo por qué tantas personas son tan idiotas para seguir pensando que no tienen nada que temer de mí.
Bueno, mi hermana Mónica me agredió en junio de 2003 junto con su esposo Jeffery Alan Jung. Mi hermana Yolanda me agredió junto con su esposo Enrique Manuel Cano Hernández. El par de hienas creen que pueden vivir sus vidas muy quitadas de la pena y que lo que hicieron no va a tener consecuencias.
Muy pronto se van a dar cuenta de lo equivocadas que están.
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