viernes, 20 de enero de 2017

De misantropía, detestar al prójimo y sobrepoblación


En septiembre de 2016, fui a consulta psiquiátrica en la institución pública donde recibo la atención, y la joven que me atiende me dio cita para el 25 de enero de 2017. También me mandó a laboratorio para análisis clínicos y se me asignó cita para hoy, 20 de enero. Por esa razón llegué a mi trabajo tres horas más tarde de lo habitual.

El día comenzó bien, pues dormí una hora más que de costumbre, salí de la cama después de las 5:30 a.m. A diferencia de como hago todos los días, no bajé a la sala a tomar café con pan para después comer avena porque necesitaba acudir en ayunas a la cita para exámenes de laboratorio. Salí de casa a las 6:40 horas pero el camión tardó mucho en pasar y llegué al hospital como a las 7:20. La cola avanzó con bastante rapidez y antes de las 9:00 horas ya me habían tomado las muestras de sangre y me hallaba listo para dirigirme a mi trabajo.

Ese hospital es una buena institución, los servicios de salud son de muy buena calidad y la atención es eficiente, y sin embargo, acudir en muchas ocasiones me resulta un verdadero fastidio. Me sucede lo mismo en todas partes donde hay una alta concentración de gente, me sale mi faceta de misántropo, detesto a la mayoría de las personas y el hecho de que tengan mal aspecto —por una combinación de pobreza, mala salud, ignorancia, genética, raza, etc.— no disminuye el desprecio que siento por ellas y la furia que me despiertan.

Sé que todo esto suena terrible, pero no le veo ningún caso a mentir al respecto. De hecho creo que muchas personas son como yo, pero no lo admiten, ni siquiera ante sí mismas. Algo que me ha molestado desde hace muchos años, desde mi temprana juventud es la explosión demográfica, el hecho de que la población crezca tanto y de una manera tan acelerada, y entre más jodida y dada a la chingada está la gente, mayor es su interés y su determinación por tener hijos, por “criar una familia”.

Entre las vivencias más importantes de mi vida difícil está haber trabajado como operador (eufemismo de la palabra obrero) en dos empresas de la maquiladora electrónica, y una de la maquiladora metal-mecánica en la primera década del siglo XXI, en mis tempranos años 40s. Parece innecesario decir por qué fue una experiencia difícil, pero resulta inevitable. Yo tenía estudios de ingeniería (si bien inconclusa), dominaba el idioma inglés (lo leía, lo escribía y lo traducía) y contaba con una formación académica muy sólida y por estas razones, el trabajo de operador resultaba denigrante. Agreguémosle un salario miserable, condiciones de trabajo muy precarias, estar rodeado de gente de un nivel intelectual, económico y moral extremadamente bajo (si bien había excepciones) y mi trastorno límite de la personalidad y el resultado era una pesadilla de la que no fue posible despertar, que con mucha frecuencia se conviertió en un verdadero infierno.

Pues bien, en la maquiladora electrónica la mayoría de mis compañeros de trabajo (también operadores) eran gente joven. La escolaridad era secundaria (aunque el nivel real de muchos de ellos no llegaba a primaria, pues eran analfabetas funcionales incapaces de entender lo que leían, escribían con mucha dificultad y carecían de conocimientos básicos de aritmética) y a muchos de ellos les pregunté por qué quedarse con esa escolaridad; no había respuesta. La pregunta parecía tan innecesaria y tan absurda que no se molestaban en contestar. Los que sí lo hacían repetían la cantaleta “no me gustó estudiar”.

No he tenido la posibilidad de viajar y no conozco el extranjero, de hecho casi no conozco mi propio país. Sin embargo, me he enterado de que México fue el único país de Latinoamérica donde hubo mestizaje. El resto de América Latina está poblado por sectores de gente de raza blanca que coexisten con indios y minorías raciales y hasta donde yo sé, los países de esta región del continente donde la sobrepoblación es verdaderamente grave son dos: México y Brasil.

En mi país existen los poderes fácticos, uno de los cuales es Televisa, la inmunda empresa que ha contribuido a empobrecer a México económica, moral e intelectualmente con la basura que transmite y aliándose al poder (la mayor parte del tiempo el Partido Revolucionario Institucional [PRI]), y ha alcanzado un poder económico y político gigantesco por la cantidad de gente que sintoniza sus transmisiones, que en su mayor parte son auténtica basura.

Me parece que la única explicación razonable para este fenómeno es la pobreza, sobre todo intelectual y moral de una gran parte de nuestra población, y sin embargo, esto no me ayuda a comprender cómo es que tantos individuos carecen de la mínima inteligencia como para hacer un raciocinio simple, preguntarse ¿de qué medios dispongo para vivir? ¿Soy autosuficiente? Si la respuesta es afirmativa, ¿cuál es mi calidad de vida en relación con los medios económicos de que dispongo? Si estos existen, ¿cuántos hijos puedo procrear? El sufrimiento de millones de personas en mi país es muy severo, y el de otros millones es extremo. ¿Por qué no conciben la idea de no traer hijos al mundo para evitarles un sufrimiento enorme que no tendrán ninguna posibilidad de superar?

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