lunes, 16 de enero de 2017

Insight


¿Qué significa la palabra inglesa ‘insight’? Según yo, la comprensión a fondo de un problema.

En fecha próxima iré a consulta en psiquiatría en la institución pública donde recibo la atención y se me ha ocurrido preguntarle a Ivette, la residente de psiquiatría que me atiende, qué sucedería si dejara de tomar los medicamentos que componen el tratamiento para el trastorno de la personalidad que padezco (límite, también conocido como borderline), esto es, si dejara de tomar el antidepresivo (fluoxetina), el antipsicótico (risperidona) y el estabilizador del estado de ánimo (valproato de magnesio).

Esta idea surge del hecho de que ya tengo cinco años y medio con este tratamiento y probablemente pudiera prescindir de él. Con esto no quiero decir que me he recuperado ─creo que todavía estoy muy lejos de eso─ sino que pese a no estar bien, ese tratamiento farmacológico pudiera no ser necesario. Este coctel tiene una razón de ser, pero también tiene efectos colaterales, como un considerable aumento de peso (87 kilos en este momento) y cansancio crónico, lo que me coloca en un catch-22: tengo sobrepeso como efecto colateral de uno de los medicamentos, y el cansancio que me provocan dificultan que haga más ejercicio, lo que me impide aldelgazar.

Al decir que no me he recuperado me refiero a las crisis que se presentan con cierta regularidad. El año que acaba de terminar sucedieron dos: la primera en fecha próxima a mi cumpleaños número 52, en que ─como me ha sucedido muchas veces desde hace muchos años─ sentí que mi situación laboral debería ser mejor, que haberme visto privado del trabajo durante tantísimos años ocasionó pérdidas gigantescas, algo equiparable a una mutilación, que es para siempre; la segunda se dio el 1 de diciembre, que se conmemoró el día del químico en la empresa donde trabajo y a mí se me excluyó. Parte de esto fue la estupidez y la incompetencia que caracteriza a una compañera que ocupa un puesto que se llama “supervisora de aseguramiento de la calidad por diseño” o no sé qué diablos, que con su tontería y su incapacidad para pensar un poquito y hacer razonamientos elementales acabó por consolidar la exclusión de que fui objeto. La tarde de ese día fue una pesadilla, a pesar de que hablé con una psicóloga de un centro de intervención en crisis (vía telefónica), pero gracias a mi jefa directa logré salir de la crisis, ya en la noche.

Otro incidente que no provocó crisis pero sí mucho malestar fue el que se dio con mi tío Paco, viudo de mi tía Susana, hermana de mi mamá, y padre de mis primos Paco, Susana y Andrea. Este señor, ya anciano, me agredió de una manera muy fuerte cuando yo le llamé por teléfono para plantearle una situación que se había dado con su hija Susana, mi prima. El incidente está descrito en una entrada anterior en septiembre de 2016 y no creo que haga falta volver sobre lo mismo.

Lo anterior tiene relación con la labor ruin de mi hermana Yolanda y su esposo Enrique, el padrote mantenido y vividor con el que ha estado casada durante 23 años, que han vomitado veneno sobre mí a mis espaldas como hizo nuestro infame padre y esas acciones junto a las de idiotas como mi tío Paco y similares, que no cuestionan lo que se les dice y creen cualquier cosa que se les diga de otras personas sin detenerse a pensar que lo que están escuchando podría no ser cierto, me provocan mucho sufrimiento psíquico, pues soy tremendamente obsesivo. La verdad no creo que los medicamentos tengan ningún efecto a este respecto, muy probablemente no.

Como otro ejemplo de obsesividad quisiera mencionar lo que sucedió el viernes pasado, en que la antes mencionada supervisora del aseguramiento de la calidad por diseño dio la orden de que (yo) corrigiera un archivo que había sido devuelto de Regulación Sanitaria sin una justificación. Yo no corrijo algo que está bien, porque eso es un absurdo. Mi jefa directa no me dijo nada y se dio a la tarea de modificarlo ella misma. Entonces la supervisora en cuestión preguntó por qué no lo estaba haciendo yo y mi jefa (una persona de lo mejor) le doró la píldora.

Pasé el fin de semana completito pensando en cómo comunicarle a la directora de mi departamento esta situación y aclararle que yo obedezco órdenes siempre y cuando sean lógicas, correctas y tengan sentido, que no estoy dispuesto a obedecer órdenes que constituyan una aberración (como corregir algo que está bien). Hoy lunes pensé muchas veces en hablar con la directora o en comunicarle lo que pienso por escrito, y no hice nada.

Pienso que muy probablemente me estoy preocupando por nada y lo mejor sería dejar el asunto pendiente o acometerlo en fecha próxima, sin prisa.

Otro motivo de preocupación es lo mucho que me enojo con mi madre, ya anciana, que en una semana cumplirá 75 años. Mis arranques de furia le provocan mucho malestar y eso no es justo para ella, que me atiende con tanto cariño y que se ha convertido en una abuelita bellísima, por dentro y por fuera. Me parece que necesito una terapia racional (que debo desarrollar yo mismo) en la que ponga bajo la lupa (o el portaobjetos) cada asunto y lo analice, con la intención de percibirlo en su justa dimensión, sin permitir que pequeñeces adquieran proporciones enormes.

Uso una red social (en la que me limito a leer, casi nunca escribo) de nombre Quora. Hoy leí sobre una pregunta: ¿cómo lidiar cuando has sido utilizado por un narcisista? Este término se refiere a una persona con un narcisismo patológico. Entonces descubrí algo: soy una víctima (eso ya lo sabía) y he sido blanco de personas con un narcisismo muy patológico que me han escogido para probar sus fuerzas, convencidos de que son más fuertes que yo y eso les asegura la victoria. Es el caso con mi padre, que además era un sádico (e increíblemente pendejo); es el caso con David, el individuo que me hace 19 años (en enero de 1998) me pegó por la espalda y me arruinó; es el caso con Jeffery, el esposo de mi hermana Mónica que hace 13 años y medio la utilizó como a una marioneta descerebrada para atacarme sin que yo le diera ningún motivo; y es el caso de Enrique, el esposo de mi hermana Yolanda, cuya patología es tan grave que quiere ponerse por encima de mí siendo un analfabeta funcional, un iletrado, sin estudios y además un lacra que vive con el estigma de ser mantenido por una mujer. Este último es el más pendejo y el más insignificante.

Tengo intenciones de analizar cada uno de estos casos en entradas futuras en este blog y la idea es encontrar la manera de superar mi patología y dejar atrás todo este sufrimiento, de hacer las paces con mi pasado y poder mirar hacia adelante.

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