Lo que hizo ese hijo de puta junto con mi hermana desquiciada enferma de resentimiento y de odio —aunque eso sí, muy mochos los dos, muy religiosos— fue una verdadera vileza y eso no les importa en lo más absoluto, no les quita el sueño. Si la están pasando mal porque algo que yo escribí en internet les está causando problemas, eso constituye una gran satisfacción para mí y lo voy a dejar ahí mucho tiempo.
El sábado pasado sepulté a mi mascota Lola en el patio delantero de la casa, una tarea muy agotadora porque el suelo estaba muy duro y cavar una fosa resultó difícil, pero finalmente terminé la faena. Desde entonces me he sentido triste y he pensado mucho en que estoy muy solo desde hace mucho tiempo y parece que he comenzado a aceptarlo. Lo que quiero decir con esto es que he dejado de buscar una pareja o por lo menos una amiga y no me veo a futuro viviendo con una mujer y ni siquiera estableciendo una relación con una persona del sexo opuesto con la que no vivo; es como si no necesitara eso. Y sin embargo, siento la necesidad de convivir con alguien, específicamente de hablar con esa persona del sexo femenino y por eso los fines de semana hago uso del centro de intervención en crisis y en ocasiones hablo con Catalina y más frecuentemente con Ariadna, que es una mujer joven y bonita, si bien fuera de mi alcance por estar casada, además de ser psicóloga con todo lo que eso implica.
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