Sábado
23 de agosto, 16:30 horas. Enciendo la radio y encuentro en Radio Mujer que una
dama ingeniero químico y profesora del iteso es la invitada de un programa que
no puedo identificar porque no tengo la costumbre de escucharlo. El tema tiene
que ver con sanar tu vida, la técnica (según lo que encuentro en internet) se
llama Resonance Repatterning.
Marichu
no sabe quién soy. Posiblemente si me viera, se acordaría de mí, porque mi
aspecto no ha cambiado mucho tomando en cuenta que nos conocimos (de vista) en
la década de los ochentas en el iteso y la vi una vez en 1994, hace ya veinte
años.
Esta
dama me inspira respeto y admiración por su desempeño académico en una
licenciatura considerada muy difícil. Yo estaba en otra carrera (ingeniería
electrónica) y la conocía de vista. Es probable que hayamos tenido como
maestros en común a Arturo Langarica y a Antonio Aguilera Pérez, casi seguro.
Lo que hizo Marichu como estudiante representa lo opuesto a lo que hice yo, si
bien no puedo sentirme culpable por ello (lo que no significa que no acepte mi
responsabilidad). Para aclarar esta idea, debo decir que fallé en mis estudios
y nunca conseguí concluir mi licenciatura. He escrito sobre las razones de ello
en entradas anteriores, mi trastorno por déficit de atención con hiperactividad
que nunca se detectó y la violencia en la que viví que me llevó a desarrollar
un trastorno de personalidad, uno de los más devastadores.
Uno de
mis mayores problemas es lo sensible que soy ante el modo como otras personas
me ven. Muchos profesionistas me consideran menos que ellos (es decir, quieren
verme para abajo) porque me quedé trunco y es de llamar la atención que me
sucede mucho con gente que estudió licenciaturas que no llevan números, el tipo
de carrera que no lleva “matemáticas”. De las universidades de nuestro país,
debido al sistema educativo que tenemos y a la falta de voluntad y de carácter
de tantos mexicanos, egresa una barbaridad de gente de licenciaturas en
derecho, psicología, ciencias de la comunicación, periodismo, administración de empresas e incluso
medicina, cuando muchísimos de ellos son producto representativo de un país
tercermundista, pues en un país de primer mundo jamás habrían logrado el
ingreso a una universidad por carecer del intelecto que se requiere para
estudiar una licenciatura. En licenciaturas de arquitectura, ingeniería y por
supuesto física y matemáticas no sucede esto, aunque tristemente no es difícil
encontrar “ingenieros” que no saben si quiera álgebra de primero de secundaria.
El número de egresados de las carreras que no llevan “matemáticas” es altísimo
y el mercado laboral no puede absorber más que a una pequeña parte de ellos;
podría afirmar sin temor a equivocarme que un porcentaje muy alto de esos
egresados podrían ser considerados con justicia, débiles mentales.
Pese a
que no concluí mi licenciatura, sí logré superar mis deficiencias académicas y
eso es algo de lo que puedo sentirme satisfecho, así como de haber aprendido un
idioma extranjero en mayor parte como autodidacta e incluso haberme convertido
en traductor inglés-español por esfuerzo propio. Es esta actividad la que
desempeño actualmente y me permite ganar un poco de dinero.
Pero quisiera concluir la idea que me motivó a escribir esta entrada. Marichu tuvo un excelente desempeño académico en una licenciatura considerada muy difícil y eso habla de un alto cociente intelectual aunado a una gran capacidad para trabajar y plantearse objetivos y alcanzarlos. Tengo una muy buena opinión de ella y desde aquí le mando mi admiración y mi respeto.
Pero quisiera concluir la idea que me motivó a escribir esta entrada. Marichu tuvo un excelente desempeño académico en una licenciatura considerada muy difícil y eso habla de un alto cociente intelectual aunado a una gran capacidad para trabajar y plantearse objetivos y alcanzarlos. Tengo una muy buena opinión de ella y desde aquí le mando mi admiración y mi respeto.
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