sábado, 23 de agosto de 2014

Rivalidad fraterna con mi hermana Mónica

Mónica es mi hermana gemela. Nacimos hace 50 años en el estado mexicano de Sonora y durante nuestra infancia nuestra relación fraterna fue buena, por lo menos así parecía.

Creo que Mónica desarrolló un intenso resentimiento contra mí porque hubiera querido venir sola al mundo y no acompañada de un hermano, hubiera querido ocupar el primer lugar en el orden de los nacimientos, y hubiera querido ser hombre. Para colmo, su hermano nació con la piel blanca (herencia paterna) y ella con la piel morena. Mónica tiene conciencia de que soy más inteligente que ella y esto se suma a su frustración y su envidia. Es como si en lugar de que cada  uno de nosotros hubiera llegado con el cien por ciento que le correspondía, yo hubiera tomado mi cien por ciento más el sesenta por ciento de ella y hubiera llegado con un ciento sesenta por ciento mientras ella hubiera llegado con el restante cuarenta por ciento.

Mónica me odia.           
                                     
Mi hermana gemela vino en junio de 2003 a Guadalajara y su esposo la utilizó para agredirme de una manera terrible. La última vez que hablé con ella, jueves 5 de junio me trató como a un tonto y afloró en ella una furia que solamente explica una patología muy seria. Mónica es muy débil. Solamente así se puede explicar que habiendo padecido una violencia mucho menor que la que padecí yo, esté tan enferma. En la edad adulta, le ha ido bastante bien y vive sin presiones económicas, casada, criando una familia y como ciudadana del país líder del mundo; aun así, no disfruta de la vida y en cambio vive con mucha amargura y un enorme resentimiento.

Mónica no puede entender que el ser más inteligente que ella me ha sido de poca utilidad. Presenté problemas de aprendizaje y eso combinado con la violencia y el odio que mi padre ejerció contra mí, arruinó mi vida. Vivo con un trastorno de personalidad y en la edad adulta he caído en la pobreza sin merecerlo, he vivido con mala salud, aislado, desempleado, en una situación de una gran impotencia. Yo no merecía eso, a pesar de lo que diga su esposo. Mi hermana gemela tampoco puede entender que yo no escogí el color de mi piel ni mi género masculino y si ella hubiera nacido hombre en lugar de mujer, mi padre la habría destruido, como hizo conmigo.

Mi hermana gemela y su esposo son muy religiosos, católicos practicantes. Asisten a misa todos los domingos, pero la religión no les ayuda a ser mejores personas. Jeffery, es un hombre débil que ha vivido en condiciones de estabilidad desde que nació y eso le favoreció, aunque no tenga la mínima conciencia de ello. Si se presentara la adversidad en su vida, se quebraría en cuestión de segundos. Ese señor es mal intencionado y ha usado a mi hermana para mostrar desprecio por mí sin que yo le haya dado el menor motivo y sin la menor justificación. ¿Qué habría sido de su vida si hubiera nacido con un trastorno por déficit de atención con hiperactividad que nunca se hubiera detectado? ¿Qué le habría pasado si su padre hubiera sido un hombre moralmente malo, violento, alcohólico que odiara a su hijo varón y decidiera hacerle el mayor daño posible? ¿Qué habría sido de él si su vida hubiera estado dominada por la violencia y un trastorno psicológico grave? ¿Qué dice su religión respecto a juzgar a otras personas?

Mi padre me acusó miles de veces de ser un hijo y un hermano terrible. Decía que le había hecho bajezas a mis hermanas, algo que definitivamente no es cierto. No niego que no fui un buen hermano, pero la violencia que ejercí en contra de mis hermanas Mónica y Yolanda fue muy pareja respecto a la violencia que ellas ejercieron contra mí. Mi papá era una bestia que me hacía culpable de todo lo que se me acusaba, sin pensar en la posibilidad de que pudiera no serlo y de eso se valieron mis hermanas. Eso no es algo menor.

Menciono esto porque en nuestra llamada telefónica del jueves 5 de junio, Mónica me dijo que ella me defendió de nuestro padre cuando éramos niños y adolescentes (algo que yo nunca he dejado de agradecerle), mientras que yo le hice bajezas. Repitió las palabras textuales de nuestro padre. Mónica tiene una memoria que deforma los acontecimientos y no recuerda en absoluto las cosas malas que definitivamente sí hizo. Supo disimular su rivalidad fraterna, pero esta afloró en varias ocasiones y me hizo bastante daño.

Han pasado once años desde que Mónica vino a la casa paterna con su esposo Jeffery y la postura de ambos respecto a mí no ha cambiado. Consideran que mi situación es merecida y eso me produce un sufrimiento muy intenso. He intentado acercarme a Dios y he tratado de no odiar, pero ha sido mucho más difícil de lo que pensé. El esposo de mi hermana es un extraño y él sí es una persona despreciable por cobarde, vil y manipulador, puedo entender en cierta medida su comportamiento. Atacándome cobardemente, busca enaltecerse, que se le compare conmigo y salga muy bien librado como un ejemplo de lo que puede lograr un hombre responsable y trabajador. Me parece que no hace falta decir nada al respecto, habiendo mencionado las enormes diferencias que ha habido entre su vida y la mía. Pero de mi hermana no entiendo ese comportamiento tan vil. Mónica me acusa de haberle hecho bajezas. Sé que no me porté bien con ella y no fui un buen hermano, pero jamás le hice algo tan terrible como lo que ella me ha hecho durante once años.


No creo que su comportamiento y el de su esposo los acerque a Dios, por muy devotos que sean.

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