Muchas personas subestiman el poder que tienen las palabras, y en la actualidad las nuevas tecnologías —como el internet— nos permiten publicar escritos que pueden llegar a muchos lectores potenciales, algo que en el pasado no habría sido posible.
En mi vida, repleta de violencia, no ha faltado gente que quiera hacerme daño simplemente porque me perciben vulnerable. Mi padre arruinó mi vida con su brutalidad, su carácter sádico y su odio que no conocía límites. Mi madre me violentó de manera directa, pero el mayor daño lo hizo permitiendo que mi padre me atacara sin siquiera darse cuenta de lo que estaba pasando, cerrando los ojos y en muchas ocasiones participando activamente en las malas acciones del monstruo. Una vez que pasé de los 30 años de edad, David, un individuo de naturaleza traicionera me asestó un golpe por la espalda y me mandó de regreso al infierno. Acercándome a los 40 años de edad, Mónica, mi hermana gemela me pegó a traición con Jeffery, su esposo gringo y mi hermana Yolanda, que desde que nació fue un problema serio para mí, me ha atacado en los últimos años, mostrando su verdadera naturaleza.
Todas esas personas parecieron ignorar que nadie es invulnerable, y que quien pega se expone a que le peguen. La verdad es que a mi padre nunca le hice mucho daño, pero ni falta hacía; era tan pendejo y tan destructivo que se encargó de victimarse a sí mismo. Tampoco he tenido mucha capacidad para lastimar a Mónica, pero ella es muy vulnerable, muy débil, pues teniendo muy buenas condiciones de vida, sufre mucho. Mi madre es una mujer anciana a quien no debería maltratar, pero no puedo evitar enojarme mucho en ella, con demasiada frecuencia. Habiendo conocido a David 14 años antes de que me pegara por la espalda, tuve suficiente información para escribir sobre sus motivaciones para aspirar a una gerencia en la industria en la que se desenvuelve laboralmente, sobre su elección de pareja, etc. Puse el escrito en la red y muchas personas pudieron leerlo, convirtiéndolo así en una humillación pública.
Ahora ha llegado el turno de mi hermana Yolanda y su esposo Enrique. Mi hermana está sufriendo mucho y sinceramente lo lamento, pero eso no significa que me arrepienta de lo que hice. Ella y su esposo, el gusano insignificante con el que se casó, han percibido mi vulnerabilidad y me han atacado pegándome donde más me duele, exhibiéndome ante extraños como un individuo improductivo, desobligado, sinvergüenza y mantenido y esa es una forma de violencia verdaderamente brutal; eso no lo perdono.
Algo bueno podría salir de violentar así a mi hermana, propiciar que abriera los ojos y se diera cuenta que al persistir en su relación con Enrique, está arruinando su vida. Yolanda tiene 47 años y aparenta por lo menos 50, tiene un deterioro físico que no corresponde con su edad. Por estar haciéndose cargo de un vividor, no le ha dado la atención que necesita a su hija mayor y esa muchacha parece andar en malos pasos. Mi sobrina Irys, que en septiembre cumplió nueve años, enfrenta un futuro difícil e incierto, expuesta a la influencia negativa de un padre cínico y sinvergüenza y al mal ejemplo de una madre que le tiene tanto miedo a no tener pareja, que prefiere mantener a un pendejo bueno para nada.
Mi hermana Yolanda, su esposo Enrique y su hija mayor, Paola, han construido una realidad sin cimientos, basada en mentiras y falsedades y eso es algo muy peligroso; una pequeña sacudida y todo se viene abajo.
Cuando se vive así, la verdad es una gran amenaza y provoca caídas muy dolorosas
En mi vida, repleta de violencia, no ha faltado gente que quiera hacerme daño simplemente porque me perciben vulnerable. Mi padre arruinó mi vida con su brutalidad, su carácter sádico y su odio que no conocía límites. Mi madre me violentó de manera directa, pero el mayor daño lo hizo permitiendo que mi padre me atacara sin siquiera darse cuenta de lo que estaba pasando, cerrando los ojos y en muchas ocasiones participando activamente en las malas acciones del monstruo. Una vez que pasé de los 30 años de edad, David, un individuo de naturaleza traicionera me asestó un golpe por la espalda y me mandó de regreso al infierno. Acercándome a los 40 años de edad, Mónica, mi hermana gemela me pegó a traición con Jeffery, su esposo gringo y mi hermana Yolanda, que desde que nació fue un problema serio para mí, me ha atacado en los últimos años, mostrando su verdadera naturaleza.
Todas esas personas parecieron ignorar que nadie es invulnerable, y que quien pega se expone a que le peguen. La verdad es que a mi padre nunca le hice mucho daño, pero ni falta hacía; era tan pendejo y tan destructivo que se encargó de victimarse a sí mismo. Tampoco he tenido mucha capacidad para lastimar a Mónica, pero ella es muy vulnerable, muy débil, pues teniendo muy buenas condiciones de vida, sufre mucho. Mi madre es una mujer anciana a quien no debería maltratar, pero no puedo evitar enojarme mucho en ella, con demasiada frecuencia. Habiendo conocido a David 14 años antes de que me pegara por la espalda, tuve suficiente información para escribir sobre sus motivaciones para aspirar a una gerencia en la industria en la que se desenvuelve laboralmente, sobre su elección de pareja, etc. Puse el escrito en la red y muchas personas pudieron leerlo, convirtiéndolo así en una humillación pública.
Ahora ha llegado el turno de mi hermana Yolanda y su esposo Enrique. Mi hermana está sufriendo mucho y sinceramente lo lamento, pero eso no significa que me arrepienta de lo que hice. Ella y su esposo, el gusano insignificante con el que se casó, han percibido mi vulnerabilidad y me han atacado pegándome donde más me duele, exhibiéndome ante extraños como un individuo improductivo, desobligado, sinvergüenza y mantenido y esa es una forma de violencia verdaderamente brutal; eso no lo perdono.
Algo bueno podría salir de violentar así a mi hermana, propiciar que abriera los ojos y se diera cuenta que al persistir en su relación con Enrique, está arruinando su vida. Yolanda tiene 47 años y aparenta por lo menos 50, tiene un deterioro físico que no corresponde con su edad. Por estar haciéndose cargo de un vividor, no le ha dado la atención que necesita a su hija mayor y esa muchacha parece andar en malos pasos. Mi sobrina Irys, que en septiembre cumplió nueve años, enfrenta un futuro difícil e incierto, expuesta a la influencia negativa de un padre cínico y sinvergüenza y al mal ejemplo de una madre que le tiene tanto miedo a no tener pareja, que prefiere mantener a un pendejo bueno para nada.
Mi hermana Yolanda, su esposo Enrique y su hija mayor, Paola, han construido una realidad sin cimientos, basada en mentiras y falsedades y eso es algo muy peligroso; una pequeña sacudida y todo se viene abajo.
Cuando se vive así, la verdad es una gran amenaza y provoca caídas muy dolorosas