martes, 27 de octubre de 2015

Cónyuges de mis hermanas, personas que se suman a la violencia

Pasan los años y mi juventud se acaba, y cuando abro los ojos de pronto me doy cuenta de que mi juventud ya se fue. Ahora soy un hombre de más de 50 años y mi realidad sigue siendo difícil, pues si bien estoy mejor que antes, sufro las secuelas de una vida de violencia.

En entradas anteriores he mencionado a mi hermana Mónica y su esposo gringo, Jeffery Jung. De ese pedazo de basura no quiero decir nada más, pues no creo que eso aportaría nada nuevo. Quisiera referirme ahora al esposo de mi hermana Yolanda, hermano del que fue esposo de mi hermana menor, Verónica.

Enrique tuvo una infancia difícil, pero eso no es mi responsabilidad ni mi culpa en absoluto. Si bien sus circunstancias fueron adversas, al mismo tiempo, su padre trató de pagarle una buena educación. Enrique estudió la primaria en el American School, escuela de cuotas elevadas, y cuando egresó, su papá lo inscribió en una buena escuela secundaria, también privada. Semanas más tarde, el señor fue a la escuela a ver cómo iba su hijo y se encontró con que ni siquiera lo conocían. A Enrique no se le pudo obligar a estudiar y su escolaridad no estaría tan mal en 1915, hace cien años, pero en el siglo XXI, contar con primaria equivale prácticamente a nada.

Este holgazán siempre le ha apostado mucho a su apariencia física. Debe de tener un trastorno psicológico muy serio pues se toma cientos de selfies en el transcurso de unas cuantas semanas y las almacena en su computadora y las sube a sus cuentas de Facebook y Twitter. Su tirada era casarse con una muchacha de una familia pudiente, de preferencia millonaria para así convertirse en un padrote bien pagado, sobra decir que no lo consiguió. Sin embargo, manipulando a mi hermana, presentándose como el pobre niño al que la vida lo ha tratado mal y ha sido muy injusta con él, ha conseguido que ella lo mantenga la mayor parte de los 22 años que han estado casados.

Todo esto no sería de mi incumbencia de no ser porque desde que se casó con mi hermana, ha estado atacándome. El idiota ha vivido una rivalidad fraterna conmigo, como si fuéramos hijos del mismo padre y de la misma madre y al terminar la primaria, nuestros padres lo hubieran sacado de la escuela para ponerlo a trabajar y pagar mis estudios, mis útiles, mi calzado, mi vestido, mi automóvil, mis parrandas y mis putas. Como si no hubiera bastante locura en mi vida, llega más porquería.

Mi padre le compró esta basura a su hija favorita.

La siguiente entrada es una misiva para este pedazo de pendejo.
 

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