Como había comentado antes, a partir del sábado 9 de octubre comencé a tomar ácido valproico cada ocho horas, como estabilizador del estado de ánimo, en lugar de valproato de magnesio cada 12 horas. Es posible que a veintitantos días, ese medicamento haya comenzado a hacer su efecto. Ha disminuido mi proclividad a los estallidos de furia y mi impulsividad en buena medida. Tuve un conflicto con Karenn, esa hermosa mujer que durante unos dos meses fue mi confidente y mi amiga. La extraño.
El fin de semana está a punto de comenzar y parece una buena oportunidad para vivirlo de una manera diferente, a dejar de desperdiciar ese tiempo libre. Mañana a las 12:00 horas veré a Laura A., mi psicóloga y después me dirigiré al centro a hacer compras y al regresar tendré tiempo que deberé utilizar para estudiar algo sobre química analítica (porque son conocimientos necesarios en mi trabajo) o a estudiar sobre la estructura del idioma inglés (paralelamente con la estructura del español), o literatura. No sé qué hacer respecto a mis creencias religiosas, las cuales casi han vuelto a desaparecer de mi existencia. No sé si después de comenzar a leer “las venas abiertas…” de Eduardo Galeano, pueda separar la violencia y la letalidad del cristianismo de la creencia en un Dios que ama a todos sus hijos por igual y reprueba y castiga a quienes lo traicionan y cometen crímenes en su nombre.
Al obtener el empleo que tengo, que se me negó prácticamente toda mi vida, pensé en tener un buen desempeño para poder conservarlo, además de ser visto como una persona productiva y valiosa. Por lo demás, nunca planee nada profesionalmente, hacia donde moverme y me parece que en cierta forma eso tenía sentido, pues desconociendo por completo el trabajo en este campo, no tendría mucho sentido trazar una ruta a seguir. En lo que se refiere a qué hacer con mi vida, me visualicé ganando dinero suficiente para vivir decorosamente y practicando mi deporte, el ciclismo de ruta (sin competir, solamente entrenando) como un medio para seguir retrasando la llegada de la enfermedad, la vejez y la muerte.
Afortunadamente mis ideas comienzan a cambiar y si bien aún no tengo una clara idea de hacia dónde ir profesionalmente, sí redescubro mi potencial y me planteo como objetivo aprender lo necesario sobre química analítica y sobre cómo escribir correctamente en inglés. Debo decir que simultáneamente debo hacer lo mismo con el español, pues si bien mi redacción es competente, mi conocimiento del idioma es muy empírico.
Por otra parte, he pretendido escribir relatos de ficción desde hace muchos años, pero de alguna manera mi creatividad está bloqueada. ¿Pudiera ser que el resentimiento constituye un obstáculo que no permite un flujo de ideas que pudieran dar forma a una narración estructurada y coherente?
Hasta ahora he tenido éxito cuando se trata de lastimar a alguien mediante la escritura. Si bien no tengo estudios sobre psicología, sí soy muy observador y al convivir con una persona puedo darme cuenta de cuáles son sus deficiencias como ser humano, dónde le duele y de qué pie cojea. Si esa persona me da motivos, si me ofende o hace algo que me lastime de alguna manera, puedo narrar mis experiencias al convivir con ella y poner mis escritos donde puedan ser leídos. Los golpes y el daño que producen son dignos de tomar en cuenta.
El fin de semana está a punto de comenzar y parece una buena oportunidad para vivirlo de una manera diferente, a dejar de desperdiciar ese tiempo libre. Mañana a las 12:00 horas veré a Laura A., mi psicóloga y después me dirigiré al centro a hacer compras y al regresar tendré tiempo que deberé utilizar para estudiar algo sobre química analítica (porque son conocimientos necesarios en mi trabajo) o a estudiar sobre la estructura del idioma inglés (paralelamente con la estructura del español), o literatura. No sé qué hacer respecto a mis creencias religiosas, las cuales casi han vuelto a desaparecer de mi existencia. No sé si después de comenzar a leer “las venas abiertas…” de Eduardo Galeano, pueda separar la violencia y la letalidad del cristianismo de la creencia en un Dios que ama a todos sus hijos por igual y reprueba y castiga a quienes lo traicionan y cometen crímenes en su nombre.
Al obtener el empleo que tengo, que se me negó prácticamente toda mi vida, pensé en tener un buen desempeño para poder conservarlo, además de ser visto como una persona productiva y valiosa. Por lo demás, nunca planee nada profesionalmente, hacia donde moverme y me parece que en cierta forma eso tenía sentido, pues desconociendo por completo el trabajo en este campo, no tendría mucho sentido trazar una ruta a seguir. En lo que se refiere a qué hacer con mi vida, me visualicé ganando dinero suficiente para vivir decorosamente y practicando mi deporte, el ciclismo de ruta (sin competir, solamente entrenando) como un medio para seguir retrasando la llegada de la enfermedad, la vejez y la muerte.
Afortunadamente mis ideas comienzan a cambiar y si bien aún no tengo una clara idea de hacia dónde ir profesionalmente, sí redescubro mi potencial y me planteo como objetivo aprender lo necesario sobre química analítica y sobre cómo escribir correctamente en inglés. Debo decir que simultáneamente debo hacer lo mismo con el español, pues si bien mi redacción es competente, mi conocimiento del idioma es muy empírico.
Por otra parte, he pretendido escribir relatos de ficción desde hace muchos años, pero de alguna manera mi creatividad está bloqueada. ¿Pudiera ser que el resentimiento constituye un obstáculo que no permite un flujo de ideas que pudieran dar forma a una narración estructurada y coherente?
Hasta ahora he tenido éxito cuando se trata de lastimar a alguien mediante la escritura. Si bien no tengo estudios sobre psicología, sí soy muy observador y al convivir con una persona puedo darme cuenta de cuáles son sus deficiencias como ser humano, dónde le duele y de qué pie cojea. Si esa persona me da motivos, si me ofende o hace algo que me lastime de alguna manera, puedo narrar mis experiencias al convivir con ella y poner mis escritos donde puedan ser leídos. Los golpes y el daño que producen son dignos de tomar en cuenta.
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