Han pasado tres semanas desde que comenzó el asunto que culminó en haber lastimado a mi hermana Yolanda y a su esposo Enrique. Como siempre, mis sentimientos a ese respecto son ambivalentes: por un lado, pienso que no debería sentirme mal porque ellos me lastimaron a mí sin que yo les diera motivo, simplemente porque podían y no había ninguna justificación para que lo hicieran; por otro lado, siento que independientemente de lo que haya hecho, Yolanda sigue siendo mi hermana y su esposo es un individuo con enormes carencias, que se acerca al medio siglo de vida y no ha estudiado, no ha construido nada, ha desperdiciado su vida, vive con complejo de gusano, sin autoestima y sin el respeto de nadie que lo conozca y lo peor está por venir, pues no va a poder evitar que sus hijos lo vean con una mezcla de lástima y desprecio por ser un fraude como persona, un mentiroso y un farsante.
Con esa relación de codependencia, mi hermana está arruinando su vida y la de su familia, la de sus hijos. Yolanda muestra la misma orientación ante la vida que mostró mi destructivo padre, aferrarse a la mentira, a la falsedad, al autoengaño. Hace como dos años, me dijo que ella había solicitado en Walmart un empleo de gerente para fin de semana, que su esposo no podía aplicar porque ese puesto no se lo dan a alguien que tenga preparatoria. Así, mi hermana se une a la farsa, en lugar de estimular a su esposo para que estudie, o incluso exigírselo.
Si Enrique enfrentara la verdad sobre lo que es y lo que no es, y decidiera que necesita elevar su nivel de escolaridad para desarrollar autoestima y mejorar su calidad de vida, incluso para ganar el respeto y el amor de sus hijos, podría hacer un esfuerzo cotidiano que duraría años y encontraría en el proceso un enorme crecimiento personal. No sé cuáles fueron las causas que motivaron a Enrique a abandonar la escuela en una etapa tan temprana (al terminar la primaria), parece muy obvio que fue una manera de rebelarse en contra de algo, de sus padres, de una existencia difícil, de una situación que consideraba injusta, no sé; pero sea lo que sea, nadie está condenado a vivir en una prisión por los errores que cometió en el pasado, los seres humanos podemos cambiar nuestro destino.
Al pretender hacer que la realidad sea como ellos quieren que sea, Enrique, Yolanda y su hija Paola, ponen las condiciones para un fracaso del que no es posible escapar de ninguna manera, tal como hizo mi padre, un individuo destructivo que al aferrarse a la mentira acabó con su vida destruyendo al mismo tiempo el menor vestigio del respeto que todo ser humano se debe a sí mismo.
No entiendo por qué tantas personas se niegan a entender conceptos tan elementales.
Con esa relación de codependencia, mi hermana está arruinando su vida y la de su familia, la de sus hijos. Yolanda muestra la misma orientación ante la vida que mostró mi destructivo padre, aferrarse a la mentira, a la falsedad, al autoengaño. Hace como dos años, me dijo que ella había solicitado en Walmart un empleo de gerente para fin de semana, que su esposo no podía aplicar porque ese puesto no se lo dan a alguien que tenga preparatoria. Así, mi hermana se une a la farsa, en lugar de estimular a su esposo para que estudie, o incluso exigírselo.
Si Enrique enfrentara la verdad sobre lo que es y lo que no es, y decidiera que necesita elevar su nivel de escolaridad para desarrollar autoestima y mejorar su calidad de vida, incluso para ganar el respeto y el amor de sus hijos, podría hacer un esfuerzo cotidiano que duraría años y encontraría en el proceso un enorme crecimiento personal. No sé cuáles fueron las causas que motivaron a Enrique a abandonar la escuela en una etapa tan temprana (al terminar la primaria), parece muy obvio que fue una manera de rebelarse en contra de algo, de sus padres, de una existencia difícil, de una situación que consideraba injusta, no sé; pero sea lo que sea, nadie está condenado a vivir en una prisión por los errores que cometió en el pasado, los seres humanos podemos cambiar nuestro destino.
Al pretender hacer que la realidad sea como ellos quieren que sea, Enrique, Yolanda y su hija Paola, ponen las condiciones para un fracaso del que no es posible escapar de ninguna manera, tal como hizo mi padre, un individuo destructivo que al aferrarse a la mentira acabó con su vida destruyendo al mismo tiempo el menor vestigio del respeto que todo ser humano se debe a sí mismo.
No entiendo por qué tantas personas se niegan a entender conceptos tan elementales.
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