martes, 17 de noviembre de 2015

17 de noviembre, fecha significativa

El pasado viernes 13, me sentí bastante mal porque tenía un catarro que amenazaba con convertirse en gripe, cosa que afortunadamente no sucedió. El sábado vi a mi psicóloga Laura A., no sin antes hablar con mi queridísima Kiowa la noche del viernes.

Ese sábado 14 hice las compras de cada fin de semana y después me dirigí a casa. No me puse a estudiar, pero me pareció que había una justificación, pues me sentía indispuesto, si bien comenzaba a recuperarme. En la noche volví a hablar con mi querida Kiowa, después de cenar, y el domingo continué con mi descanso, tirado en la sala escuchando música y leyendo un libro de cuentos de Alice Munro que había obsequiado a mi madre un par de semanas antes.

Por la tarde me puse mis prendas de ciclismo y me di a la tarea de entrenar en rodillos, sudando copiosamente y haciendo un esfuerzo a intensidad baja y media. Más tarde cené y al acostarme a dormir lo hice sin haberme bañado.

Lunes 16 de noviembre, día de asueto en mi país porque el próximo 20 será aniversario de la Revolución, salí a andar en bicicleta a mi circuito con fuertes pendientes y tuve un ligero altercado con un hombre mucho más joven que yo, que no llegó a los golpes. Continué ejercitándome sin sentirme mal por lo que había pasado y al terminar, dos horas y media más tarde, tuve la sensación de que le había hecho daño a alguien.

Hoy martes 17 de noviembre parece una fecha significativa, pero debería dejar de serlo. Vinculo a este día la fecha de nacimiento de Galia, una mujer gorda y tonta que hoy cumple 45 años y de quien tengo muy malos recuerdos, una persona a la que no he visto en cerca de 20 años y a quien no espero volver a ver.

Más importante, un lunes 17 de noviembre, hace 18 años, comencé a trabajar en una maquiladora donde tuve muy buen desempeño y donde por ello, mi jefe, un individuo al que yo consideraba mi amigo, me echó a la calle dos meses y medio después, al comenzar el mes de febrero del siguiente año. Comenzó entonces el segundo periodo de infierno en mis cerca de 34 años de existencia (1998).

El hecho es que ahora tengo una nueva oportunidad. El sábado le dije a Laura, mi psicóloga, que no soy muy dado a creer en Dios, y la verdad es que en seis meses y fracción no le he dado gracias por este cambio tan positivo en mi vida.

Lo haré. Lo prometo.

Te quiero, Karenn Kiowa.

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