Dicha actividad consistía en el avance irrefrenable de la lectura del odómetro de mi ciclocomputadora, que en su recorrido causaba estragos en la vida de un enemigo. Sé muy bien que esto parece no tener ningún sentido y suena más bien a insania, y para aclararlo habría que retroceder en el tiempo, algunas décadas.
Fue probablemente en 1984 que un sábado estuve en la pista de atletismo de la Unidad Deportiva (omitiré su nombre y el motivo de mi visita), y al hallarme platicando con un hombre cuya hija adolescente entrenaba alguna disciplina en ese lugar, vi a un compañero de la Universidad tomando la salida de los 100 m con un acompañante. Ese compañero, al que llamaré Flake vestía pants deportivos y zapatos tenis. Él y su amigo recorrieron esa distancia a un paso verdaderamente muy lento y Flake cruzó la meta con un rictus de dolor en el rostro. Entonces me di cuenta de que este individuo era extremadamente débil.
Meses después comencé a convivir con él y con el paso del tiempo hicimos algo a lo que ambos llamamos amistad, si bien nuestra relación estuvo siempre plagada de antagonismo y conflicto. No quiero hacer un recuento de hechos porque me parece que eso sería caer en un estado mórbido que me he propuesto evitar de aquí en adelante. Baste decir que unos 13 años más tarde, cuando ambos nos encontrábamos al inicio de nuestros años 30s, Flake me asestó una puñalada por la espalda que constituyó uno de los golpes más devastadores de mi vida. No creo equivocarme al afirmar que después de mi padre es la persona que más daño me ha hecho. Desde febrero de 1998, es decir, durante 19 años y cuatro meses ha estado presente en mi mente todos y cada uno de los días transcurridos.
Lo que motivó su acto de traición y su infamia fue la envidia que le corroe las entrañas y su narcisismo patológico. Habíendose enterado desde 1984 que yo era un deportista serio, Flake se dio cuenta de que en desempeño físico jamás podría vencerme y su egolatría lo llevó a imaginar que intelectualmente sucedería lo contrario, que él me superaría en todo. Una vez que estuvimos en un escenario en el que Flake pudo probar sus fuerzas conmigo —sin que yo siquiera tuviera conciencia de lo que estaba pasando— teniendolas todas consigo, se enfrascó en una confrontación en la que él perdió y tomó represalias, cometiendo una bajeza y arruinándome.
¿Qué sucede con una persona como esa? La naturaleza le dio poco en el físico, lo hizo muy débil, pero él pudo haber logrado algo mediante la disciplina y la fuerza de voluntad para superar esa deficiencia. No lo hizo porque es un impotente vital y como si esto no fuera suficiente, su cobardía no le permite darse cuenta de que yo no le quité nada. Si yo tuve la disciplina para ejercitarme cotidianamente durante muchos años y superar mis problemas de esa manera y él no, no lo hice despojándolo de nada.
Espero que estos párrafos expliquen a qué me refiero cuando describo mi pedaleo rápido y energético (y en ocasiones potente) que con velocidad creciente incrementa la lectura del kilometraje en el odómetro de la ciclocomputadora y en la vida de mi enemigo, la devastación.
¿Irreal? Eso dice la teoría, pero ¿quién tiene una respuesta contundente, definitiva?
Como quiera que sea, eso ha terminado. Ya no uso esa ciclocomputadora.
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