lunes, 1 de marzo de 2010

Matrimonio tardío

Un día en el año 2001, me enteré de que Mónica iba a casarse y me sentí muy feliz por ella. Sin conocer a su esposo, llegué a estimarlo y cuando anunciaron su visita para junio de 2003, me propuse hacer lo necesario para que pudieran llegar a hospedarse en la casa donde vivíamos mi madre y yo, considerando que era lo menos que podía hacer porque ellos nos habían invitado a pasear por la ciudad y a acompañarlos a un destino de playa, todo pagado por ellos.

Y desde luego, yo no podía saber, que antes de hacer el equipaje, Jeffery, el hombre con quien Mónica se había casado diecinueve meses antes, había influido en mi hermana, predisponiéndola para el desastre. Yo no le di ningún motivo para que hiciera eso e inocente y estúpidamente, esperé su llegada, ansioso de conocer a mi cuñado.

Lejos de ser un buen augurio para el futuro, la visita de mi hermana gemela, esa mujer que llegó conmigo a este mundo, naciendo cinco minutos después de mí, se convirtió en todo lo contrario. Lo que ella hizo, manipulada descaradamente por su esposo, constituyó una agresión artera que tuvo repercusiones gravísimas para mí y se convirtió en el origen de un sufrimiento que contribuyó a que yo pudiera tomar conciencia de la violencia en la que se vive cuando se es un enfermo mental.

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