jueves, 11 de febrero de 2016

Mi existencia difícil, pese a la mejoría de mis condiciones de vida 2ª parte

En ese empleo tuve un rendimiento que sorprendió a la única persona que me conocía, mi jefe, y a decir verdad, me sorprendió a mí más que a nadie.

Mi desempeño fue muy bueno en parte porque mediante el esfuerzo de años había conseguido una preparación académica muy sólida, y en parte porque las labores son bastantes sencillas.

Contrariamente a lo que me había imaginado desde antes de mi ingreso a la Universidad, como una generalidad en el mundo laboral no es necesario ser muy brillante para poder realizar el trabajo asignado. La producción en la maquiladora electrónica, específicamente, es muy compleja, pero está dividida en una multiplicidad de tareas desempeñadas por un número de ingenieros, técnicos y operadores y esa división del trabajo hace que la parte que cada individuo desempeña sea bastante sencilla.

Algo que me ayudó mucho en mi puesto como técnico ambiental y de seguridad e higiene fue mi dominio del idioma inglés, mi capacidad para hablarlo, leerlo, escribirlo y traducirlo. Esto despertó la envidia de David, mi jefe y una furia homicida que lo llevó a echarme a la calle dos meses y medio más tarde, pegándome una puñalada por la espalda y cometiendo una infamia que me mandó de regreso a la pesadilla de la que me había sacado, que esta vez degeneraría en un verdadero infierno.

Es importante señalar que esta pareció una oportunidad que no podía repetirse de ninguna manera, pues a mí no se me habría ofrecido jamás un contrato en un departamento de ingeniería, no debido a que no hubiera terminado mis estudios, sino a mi falta de experiencia laboral. David había escrito mi currículum con información falsa y se suponía que él iba a estar ahí para ayudarme y orientarme en las dificultades que de manera natural e inevitable iría encontrando en el desempeño de mi trabajo.

David hizo lo contrario y me sometió a un trato denigrante y terriblemente cruel y llegó el momento en que decidí renunciar e irme. Por mi falta de experiencia pensé que tenía probabilidades de encontrar otro empleo, pero esto resultó una absoluta imposibilidad y caí en la inactividad laboral con la consecuente pobreza, el aislamiento, la violencia de mi familia, el agravamiento de mi enfermedad, el término de mi juventud y la llegada a la edad madura y el paso del tiempo hizo que mis probabilidades de conseguir empleo disminuyeran a casi nada.

Mientras tanto, no construí ningún patrimonio y eso me condenó a vivir sin una relación de pareja, a la soledad tan dolorosa pues necesito una mujer a quien amar, a que se intensificara mi sentimiento de insignificancia y a volver a perder la voluntad de vivir.

He pensado muchas veces en el suicidio, pero nunca he hecho un intento real, si bien he pensado siempre que pudiera ser lo único que me queda para dejar de sufrir. Si gente estúpida se atreve a juzgarme y llamarme cobarde o uno de esos clichés imbéciles, la verdad me tiene sin cuidado.

A finales del año 2003 decidí regresar a la maquiladora electrónica entrando como operador, eufemismo de la palabra obrero, experiencia increíblemente difícil porque pasé siete meses desempeñando labores denigrantes y en la empresa se aprovecharon de mí, ofreciéndome la traducción de estándares de trabajo con pago de operador. Abandoné ese empleo a mediados del 2004 con cuarenta años de edad para caer en una desesperación horrible que duró unos tres meses y por hambre acepté otro empleo como operador, esta vez en la maquiladora del ramo metal-mecánico, mismo que abandoné en diciembre de ese año para irme a otra empresa de la maquiladora electrónica.

El año que siguió, 2005 cumplí 41 años, viviendo solo y con ingresos de obrero, fue tormentoso, pues me dolía mucho mi soledad y mi condición de hombre insignificante y la fijación suicida se hacía cada vez más intensa. Ese empleo me daba lo suficiente para no pasar hambre y aparte de eso, casi nada.

En septiembre de ese año me despidieron por problemas entre la agencia y la empresa y entonces comenzó la verdadera pesadilla. Me quedé sin trabajar hasta abril del 2006 cuando entré a una embotelladora de agua (otra vez como operador) y cuatro días después de comenzar, murió Verónica, mi hermana menor.

Mis síntomas de debilidad física, agotamiento, hambre insaciable y desesperación se agravaron y ello me forzó a abandonar el empleo y comencé a vivir otra vez en una pesadilla de enfermedad mental sin atención médica (ignorando incluso lo que padecía), hambre, aislamiento, soledad, desprecio y violencia de mi padre y del resto de mi familia y el darme por vencido.

En los años que siguieron enfrenté más y más problemas y llegué  a los cincuenta años de edad desempleado, improductivo, en la pobreza, con el estigma de mantenido y en una existencia sin sentido.

En el 2014 comencé a trabajar como traductor independiente con documentos de la industria farmacéutica y eso me permitió ganar un poco de dinero y aprender sobre esa rama del conocimiento, evento que me permitió conseguir un empleo comenzando a finales de abril de 2015, el día que cumplí 51 años.

Mi situación actual es buena, pero de pronto descubro que mis compañeros, alrededor de 20 años más jóvenes que yo, ganan el doble de lo que yo gano y me doy cuenta de que si mi pasado no hubiera sido tan desafortunado y no hubiera estado plagado de violencia de las personas más cercanas a mí, mi situación sería otra.

En este momento siento que fui despojado de una buena parte de mi vida y me siento mutilado, siento que jamás voy a recuperar lo que perdí.

Quisiera poder llorar.

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