Mi hermana llevaba poco dinero porque su amiga le había hecho la proposición con poca anticipación y no había tenido tiempo de ahorrar. Una vez en el Reino Unido, las dos Mónicas se hospedaron en casa de Derrick, un conocido de Mónica Sobrino que había vivido en Guadalajara y había dado clases de inglés en Interlingua tiempo antes. Esa vivienda se encontraba en Gravesend, condado de Kent, no lejos de Londres. Derrick Stansfield, un hombre de 36 años en aquel entonces, soltero, amable, se portó muy bien con mi hermana, que inmediatamente se vio en dificultades muy serias porque su amiga no respetó su acuerdo —que consistía en que Mónica Sobrino le prestaría dinero, que mi hermana no le pagaría hasta que estuvieran de regreso en México, al cabo de un año— y en lugar de ello comenzó a presionarla para que comenzara a pagarle. Entonces Derrick, como un caballero y un buen amigo pese al poco tiempo que tenía de conocer a mi hermana, le dio facilidades para que se hospedara en su casa y le pagara alojamiento a un precio muy reducido, y le consiguió trabajo en un pub como mesera. Eso permitió que mi hermana pudiera quedarse un primer periodo de seis meses, que al terminar pudo renovar, saliendo incluso del país en compañía de Derrick (fueron al mediterráneo, a Ibiza, una isla de España) para regresar y pasar un segundo periodo de igual duración.
Mi hermana se enamoró de este buen hombre. Debió ser en diciembre de 1990 que Derrick visitó México y vino a Guadalajara y mi familia pudo conocerlo, incluso yo tuve la oportunidad de saludarlo, él fue muy amable y platicamos unos minutos en español. En abril de 1991 Mónica regresó a casa, con un comportamiento muy difícil hacia su familia, perdidamente enamorada de su amigo inglés. Tenía como objetivo trabajar (ahora en Interlingua, cochinada de escuela) y ahorrar para regresar e Inglaterra y conquistar el corazón de Derrick Stansfield y casarse con él y formar una familia, pero en los planes de él no estaba el matrimonio y dudo mucho que si hubiera sido diferente, se habría casado con una mujer tan fea, sobre todo con semejante fealdad interior, con ese odio descomunal que lleva dentro.
Ese hombre, Derrick Stansfield, nacido en Inglaterra hace cerca de 63 años es el verdadero amor de Mónica Madrid, no el pendejo gringo Jeffery Jung. El primero es un hombre excelente; el segundo es una auténtica porquería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario