Después de desayunar me fui a caminar con mis mascotas, mis perritas Clarita (cachorra) y Chorreada (adulta, madre de la anterior) para que canalizaran una poca de su abundante energía, además de que desalojaran sus intestinos y no lo hicieran dentro de la casa. Una vez que hube regresado a casa procedí a lavar unas prendas de ropa y mis jóvenes mascotas me hicieron compañía.
Más tarde estuve leyendo el libro ‘abnormal psychology in a changing world`, específicamente un capítulo sobre problemas en la infancia y no encontré ninguna información que pudiera relacionarse conmigo que pudiera considerar satisfactoria, excepto que en mi caso podría padecer Asperger, una forma de autismo y aunado a información que he obtenido en internet, además del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (que en realidad no leí). En resumen, la actividad no fue muy productiva.
A finales de agosto de 2015 hice amistad con una Karenn Kiowa, licenciada en psicología y con el grado académico de maestra, una mujer fascinante con una muy buena preparación académica y una gran personalidad a quien conocí en twitter y una de nuestras primeras llamadas telefónicas me señaló la posibilidad de que yo tuviera rasgos Asperger, después de echarle un ojo a este blog. Algo que le llama la atención a muchas personas es la facilidad con la que recuerdo fechas con detalles como día de la semana, tratándose de eventos que pudieron haber sucedido hace años. Otra cosa, que tiene que ver por ejemplo con el deporte que practico, es mi fascinación con los números. En el manubrio de mi bicicleta, tengo un ‘cyclocomputer’, un dispositivo electrónico de alta precisión que tiene un cierto número de funciones, pero yo le presto atención a unas cuantas, la más importante, el avance del odómetro. Apunto en un cuaderno la fecha y la lectura final del kilometraje recorrido, lo que me permite ver qué distancia recorrí en un día determinado, en una semana, en un mes, en un año, en un periodo de tiempo específico. No tiene mucho sentido, pero cobra una enorme importancia. Al mismo tiempo hay números que no me gustan, que procuro evitar, el ocho el más importante. Evito que la lectura del odómetro quede en ochenta y tantos, cuando se trata de ochocientos y tantos no es mucho lo que puedo hacer para evitarlo y en ocho mil..., no sucedió nada malo. Siento que algo malo va a sucederme si en la pantalla de mi cyclocomputer aparece el número ocho y aunque racionalmente sé que esto es absurdo, el sentimiento no deja de producirme inquietud. Lo mismo me sucede con otros asuntos, aunque la frecuencia de esto último ha disminuido con el paso del tiempo.
Comí temprano, antes de las dos de la tarde y dormí siesta de unos treinta minutos en la sala. Cerca de las cinco subí a mi recámara e inflé las llantas de mi bicicleta para colocarla sobre los rodillos y pedalear durante 30 minutos. Una vez hecho esto, salí a la calle y me dirigí a mi circuito Paseo de la Cañada - Lomas Altas de cerca de 4000 metros para completar un recorrido que se acercaba a los 50 km. Fue de lo más afortunado que las calles estuvieran casi vacías, aunque no faltaron un par de pendejos circulando en sentido contrario en Paseo Lomas Altas. Cerca del final de mi recorrido vi a tres adolescentes del sexo masculino caminando en Paseo de la Cañada vistiendo prendas deportivas, pero con un aspecto lamentable, con sobrepeso y abundante tejido adiposo. Es un hecho que ya me encuentro en la edad madura y al aspecto físico de las personas me resulta decisivo, esos muchachos me provocaron un rechazo indescriptible con su fealdad repulsiva; no puedo negar que veo a la gente con esas características como desechos humanos, parte de la descomposición social independientemente de su origen socioeconómico. Cuando volví a toparme con ellos, unos minutos más tarde, parecían venir de regreso de un OXXO, pues caminaban comiendo alimentos chatarra y uno de ellos hizo una manifestación de imbecilidad agresiva, profiriendo un grito ofensivo quién sabe a quién (a lo mejor a mí), como si el blanco de su agresión tuviera la culpa de que él fuera una porquería.
Y lo anterior me lleva a pensar en otra de mis obsesiones, en que vivo en un país sobrepoblado. Es abrumador salir a la calle y toparse con una barbaridad de gente bien jodida y bien dada a la chingada, comenzando por su aspecto físico. ¿Por qué tanta gente se aparea con intención de reproducirse? ¿No tienen conciencia de su jodidez? Reconozco su derecho al placer sexual, a buscar el orgasmo, pero no a traer más porquería al mundo y agravar el problema de la sobrepoblación.
En fin.
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