miércoles, 23 de agosto de 2017

Eliminar el antidepresivo, no necesitarlo más


En semanas pasadas me sentí agobiado por una serie de factores que tenían que ver con lo poco que parecía durar el día (porque tenía que irme temprano a dormir para levantarme en la madrugada), por las distancias que tenía que recorrer de mi casa al trabajo y del trabajo a mi casa y el tiempo que ello toma —usando el transporte público—, por el volver a darme cuenta de lo mucho que perdí durante todos esos años en que me vi privado de la oportunidad de trabajar (que merecía por el esfuerzo honesto que hice durante años), por la violencia que viví desde mi temprana infancia, que no se ha detenido, simplemente ha cambiado de forma; y por ser presa de mi pasado.

Todo esto es parte de vivir en la enfermedad mental, entre otras causas.

De pronto, decido suspender el antidepresivo, que es un tercio del coctel de medicamentos que tomo para mi trastorno límite de la personalidad. Los otros dos son un estabilizador del estado de ánimo (topiramato) y un antipsicótico (risperidona).

Decido suspender la fluoxetina porque recuerdo que hace nueve años me fue prescrita en una institución de salud mental (de triste memoria) y me causaba una muy acusada necesidad de dormir. Pensé que tal vez a eso se debía que teniendo como hora de entrada a mi trabajo las siete de la mañana, y teniendo en consecuencia que levantarme en la madrugada, tenía que acostarme a dormir mucho antes de la media noche. Después de concluir mi jornada laboral, llegaba a casa a las 17:30 horas y al cabo de dos horas y media, máximo tres, se me había acabado el día.

Poco después de que regresé a laborar, tras mi incapacidad de casi seis semanas por la fractura de clavícula, me cambié de horario, ahora de 8:30 a 18:00 horas y ahora llego a casa a las siete de la tarde, pero la situación no pareció cambiar mucho. Fue entonces cuando decidí eliminar ese medicamento.

El problema es que me acostaba a dormir como a las diez de la noche para levantarme a las seis de la mañana y aun así sentía que el descanso había sido insuficiente. Hace muchos años, cuando tenía menos de 30, teniendo mucha más actividad y siendo mucho más joven, la pasaba con siete horas de sueño por la noche. ¿Cómo explicar esto?

Por otra parte, ¿qué efecto podría tener eliminar el antidepresivo?

De hecho, pienso que pudiera no necesitarlo más. En los últimos días he hecho cambios que parecen estímulos potentes. Uno de ellos, volver a ejercitarme de manera muy regular en mi bicicleta, pedaleando rápidamente por periodos de tiempo más prolongados, monitoreando no solamente mi frecuencia cardiaca sino también el tiempo de recorrido y la distancia. Había decidido ya no usar el cyclocomputer, pero volví a cambiar de opinión. Usar este dispositivo me ayuda a ir más lejos y registrar la actividad en un cuaderno me ayuda en el plano psíquico.

Otro estímulo es levantarme muy temprano, por la madrugada, de manera natural, habiendo terminado de dormir, para ir a pasear a mis perritas, mis mascotas Chora y Clara. Esta parece ser una manera excelente de iniciar el día, paseando con esos seres vivos que me dan su cariño y su afecto incondicionalmente. Hacerlo a esa hora me libra del estrés que produce la gente, sean peatones o automovilistas, motociclistas, o conductores de vehículos pesados, sean estos de pasajeros o de carga. Las calles están casi vacías y silenciosas, hay poca luz (artificial) y una temperatura más baja que durante las horas diurnas.

Al llegar a casa tomo café y tomo mi desayuno habitual de cereal de avena con pasas (fibra y proteína de origen vegetal; vitamina E, un antioxidante) y tomo un baño para después dirigirme a mi trabajo, en donde pasaré nueve horas y media; una jornada muy prolongada. En el camino leo, en este momento The Handmais’s Tale, de Margaret Atwood, una utopía negativa, comprada recientemente en amazon.com.

Eso último, la lectura, constituye un tercer estímulo.

Queda como reto encontrar la manera de llevar una vida plena dejando de mirar un pasado difícil y doloroso. Posiblemente lo que más me lastima es percibir el modo como me ven otras personas. Habría que analizar, ¿qué tan importante es eso? Muchas de esas gentes que me han atacado propagando información inexacta sobre mi persona son personas despreciables que pueden haber engañado a muchas otras, pero que algún momento su teatro se derrumbará. De las personas estúpidas que creen lo que se les dice sin detenerse a pensar que lo que escuchan pudiera no ser cierto, hay una probabilidad muy alta de que jamás vuelva a verlas.

Si logro plantearme objetivos y encuentro la manera de ir tras ellos, mi realidad cambiará.

Algo que me motiva es ver cómo cambia mi apariencia con un poco de actividad, cómo adelgazo y adquiero definición muscular con una combinación de ejercicio, buenos hábitos de alimentación e higiene y orden. Tengo más de 50 años y mi aspecto físico es muy bueno, eso es importante, y satisfactorio.

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