jueves, 3 de agosto de 2017

Adiós a Laura, de una vez por todas


He pensado tanto en Laura, esa mujer a la que conocí hace cerca de 10 años, al día siguiente de que murió el peor enemigo que he tenido jamás (mi padre) en diciembre de 2007, de quien me alejé a finales del 2009 para volver a contactarla brevemente al año siguiente cuando me enteré que se había casado con otra mujer, a quien volví a encontrar a mediados del 2015 y con quien comencé a hacer amistad en enero de 2016.

A partir de entonces la he visto en cuatro ocasiones: tres veces el año pasado (dos en que fuimos a desayunar y otra en su consultorio) y una vez este año que volvimos a desayunar, el 1 de abril pasado.

La semana pasada le envié un mensaje de Whatsapp saludándola solamente y de pasadita le pregunté ‘¿cuándo vamos a desayunar?’ a lo que ella respondió ‘la semana que entra’. Ayer miércoles 2 de agosto, le envié un saludo por ese medio y ella me respondió ‘oye, ¿nos vemos el sábado a las nueve?’ Se refería a las nueve de la mañana, por supuesto, para desayunar en un restaurant Toks o Applebee y traté de continuar el diálogo y ella no me contestó. Imaginé que había una justificación para ello, que tal vez se hallaba en su consultorio atendiendo un paciente o algo así, y pasaron las horas y en algún momento me llegó otro mensaje. Yo me sentía un poco contrariado porque al llegar a mi casa, mis mascotas Chora y Clara se salieron a la calle y tuve que entrar a toda prisa a buscar sus correas para salir a buscarlas. Entonces tomé mi teléfono y marqué su número y Laura me rechazó la llamada. Volví a pensar que lo había hecho con una justificación y simplemente le pregunté vía Whatsapp ‘¿estás ocupada?’. Laura jamás me respondió. En ese momento eran poco más de las 19:00 horas. Cerca de las 20:00 horas ella consultó su Whatsapp, pero no leyó el mensaje que yo le había mandado.

Sintiéndome muy mal, llegué a mi casa y me cambié de ropa y me puse a hacer ejercicio. De alguna manera el pedaleo rápido en mi bicicleta de carreras me ayudó a eliminar un poco del estrés y de la frustración que me produjo pensar en la probabilidad de que Laura me hubiera ignorado. Y uso la palabra ‘probabilidad’ porque pensaba que lo que había hecho podía tener una justificación. Sin embargo, cuando más tarde vi que cerca de las 20:00 horas había visto su Whatsapp y ni siquiera había leído mi último mensaje, me sentí de veras muy mal.

Me hallaba cenando cuando me llegaron un par de mensajes de Laura saludándome estúpidamente con un ‘Hola tenía el cel en silencio’ y un segundo mensaje en el que aparecía escrita otra pendejada. Decidí no responder nada.

Laura me había ignorado antes y eso me había llevado a pensar seriamente en terminar mi difícil relación con ella. La verdad respecto a esa relación duele. Laura no me necesita absolutamente para nada. Si me voy de su vida, su existencia sigue, no pasa absolutamente nada. Soy yo quien está solo, soy yo a quien le afecta no tener relaciones con otras personas y quien lleva una vida de aislamiento y tristeza, no ella.

Y sin embargo, no estoy dispuesto a permitirle que me vuelva a ignorar. Puedo soportar muchas cosas, pero no eso. Si tan solo me hubiera dicho ‘dame unos minutos, estoy ocupada’ o algo por el estilo, hubiera sido muy diferente, pero Laura me ignoró y volvió a demostrar que no tiene ninguna consideración por mis sentimientos y que no le importa lo mal que me pueda sentir por lo que ella hace o deja de hacer.

Vete de mi vida, Laura. Tú no quieres ser mi amiga, yo no significo nada para ti y no me necesitas.

El mundo no se va a detener por eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario