En noviembre de 1997 entre a trabajar a aquella empresa de la maquiladora electrónica de la que el infame traidor me echó a principios del año siguiente, con un sueldo equivalente a mil dólares mensuales. Al ingresar a la empresa donde trabajo actualmente, a finales de abril de 2015, comencé con un sueldo de unos 500 dólares mensuales, que no se va a duplicar.
Y entre esas dos fechas no hubo prácticamente nada que no fuera pobreza, enfermedad y violencia, cortesía de mi familia entera liderada por mi padre, y 19 años más tarde, con mi hermana menor y mi padre fallecidos la situación no ha cambiado mucho. Me quedan mi madre y mis hermanas Mónica y Yolanda, quienes siguen violentándome haciendo equipo con sus respectivos cónyuges. Mi madre ahora vive conmigo y cuando se viene una crisis como esta, no puedo evitar reclamarle que me haya dejado solo hace 19 años dándole al monstruo que tuvo como cónyuge la posibilidad de acabar conmigo, ocasión que el hijo de puta no desaprovechó en absoluto.
¿Existe Dios? Por supuesto que no. Sé muy bien que muchísimas personas en el mundo sufren mucho más que yo y que su situación es mucho más terrible que la mía, pero eso no resuelve mi problema. Otra vez siento el deseo de acostarme a dormir y ya no despertar.
No sé si estas crisis le son comunes a muchas personas, o quienes están cegados por la estupidez son inmunes a ellas. Algo que complica mucho la vida es la sobrepoblación, que haya tantísima gente, el hacinamiento, el estrés que generan, el tráfico de las horas pico, su comportamiento, su aspecto, su fealdad repulsiva, su pobreza.
¿Por qué sigue creciendo la población de tantos países? ¿Por qué sigue creciendo la población de mi país? Las condiciones de vida son cada vez más difíciles y la gente sigue apareándose sin tomar medidas para evitar la concepción. Lo peor del asunto es que entre más jodida está la gente, más se multiplica y los problemas crecen exponencialmente.
No puedo evitar contemplar el pasado y recordar a mis abuelos. Comencemos por mis abuelos maternos. Mi abuelo Enrique era la clase de persona que debió tener uno o dos hijos (si bien lo mejor habría sido que no tuviera ninguno) y tuvo muchos (no puedo determinar el número exacto). ¿Cuál era la intención? No me es posible saberlo. Tal vez tener un séquito de admiradores, de gente que le rindiera culto. Con la mujer con la que contrajo nupcias, crio una familia a la que obsequió pobreza y violencia en abundancia, preparando a sus hijos para ser padres a su vez y criar a sus hijos en hogares que fueran una pesadilla donde privara el conflicto, la injusticia y la desesperanza.
Con el paso del tiempo se presentaron las tragedias, como el suicidio de uno de sus hijos, o la muerte por atropellamiento de otro hijo alcohólico, y muchos años más tarde, otra hija arrollada por un vehículo de motor en esa Cd. de México donde nació y vivió toda su existencia.
La familia de mi padre parecía muy diferente, pero de hecho era gente todavía más destructiva. A mi abuelo Rafael lo traté poco, a mi abuela Carmen no la conocí, pues murió cuando mi padre era un niño o estaba llegando a la pubertad. Tuvieron seis hijos varones, cinco de los cuales se convirtieron en alcohólicos, todos contrajeron nupcias, todos tuvieron hijos, y todos dañaron seriamente a sus familias. A ninguno de estos pendejos le pasó por la cabeza la idea de no tener hijos. Habían sido programados para casarse y tener descendencia y no fueron capaces de cuestionar este mandato idiota e irracional.
Ahora, en el siglo XXI, en mi familia nuclear, entre mis tres hermanas tuvieron siete hijos. No puedo saber qué hay en el futuro y por supuesto, a ninguno de mis sobrinos (tres del sexo masculino y cuatro del sexo femenino) le deseo nada malo. No sé si voy a estar aquí para presenciar lo que va a suceder con sus vidas, lo que sí sé es que a mi hermana Mónica (madre de Nicholas y Andrew) está henchida de odio y eso no le permite amar a sus hijos ni a nadie y su resentimiento será un obstáculo infranqueable para que pueda ofrecerle a sus hijos una atmósfera de bienestar para que se desarrollen sanamente.
En lo que respecta a Yolanda, está educando a sus hijas Paola e Yris predicando el valor del trabajo, pero en la práctica manteniendo a un vividor, y todo el embrollo de mentiras y argumentos incongruentes y retorcidos van a acabar enredándola, convirtiendo su relación con su familia en un berenjenal.
Independientemente de todo, tengo que plantearme un proyecto y plantearme objetivos claros y realistas para poder superar este malestar y esta crisis.
Habrá que seguir adelante, de alguna manera.
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