martes, 9 de mayo de 2017

De clavículas fracturadas, un primer empleo, el imss y círculos que se cierran


Siendo un adolescente algo me motivó a convertirme en un deportista, a mis 53 años no sé qué fue, pero sea lo que sea, lo agradezco mucho.

A los veintitantos años, después de un número indeterminado de años como corredor (que comenzaron en 1980 cuando yo tenía 16) me convertí en un ciclista y ese es el deporte que más he practicado, el que más he disfrutado y al que más le debo. También he sufrido mis reveses, como un 28 de septiembre de 1993, que teniendo 29 años en la carretera a Colotlán, corriendo cuesta abajo perdí el control y salí de la carretera y en un estrellón me rompí la clavícula derecha. Fractura simple, pasarían seis semanas para que el hueso sanara. El accidente no fue grave, pero estuvo acompañado de sucesos importantes, mi hermana Yolanda se había casado un mes antes y como parte del evento yo había visto a una prima hermana, lo que tuvo como resultado que regresara a la universidad a intentar terminar mi licenciatura en ingeniería.

Menos de dos años después, un sábado 15 de julio de 1995, con 31 años de edad, regresando del mismo rumbo (carretera a Colotlán) pero ya dentro de la ciudad, en Av. Vallarta, choqué contra un automóvil y volví a romperme la clavícula derecha, además de los ligamentos del hombro. Este accidente tampoco fue grave, pero se presentó en el año más difícil de toda mi vida; había fallado por segunda vez en la universidad y mi vida parecía acabada. Al concluir ese año, 1995, enfrentaría una crisis que casi terminaría con mi existencia.

A mediados de noviembre de 1997, David, el infame hijo de puta me contrató para trabajar en una empresa de la maquiladora electrónica que iba llegando a Jalisco. Todas esas compañías son una auténtica basura, pero esta, AVEX Electronics de México, que después se convertiría en Benchmark, se convertiría en una de las peores, de la crema y nata de la porquería. Como quiera que fuera, que David me expulsara fue uno de los eventos más dañinos de toda mi existencia.

Viene al caso porque el viernes 30 de enero de 1998 fui a la clínica que me corresponde de acuerdo con mi domicilio (que sigue siendo el mismo) y llegué al trabajo (en la zona industrial) unas dos horas más tarde de la hora habitual. Conforme pasaron las horas fue creciendo el malestar por el modo como me había tratado durante los últimos días el traidor cobarde hijo de puta que era mi jefe (el gerente de ingeniería) a quien yo había considerado mi amigo y aun así yo no imaginaba que ese sería mi último día de trabajo, y el inicio de otro infierno en vida.

Al salir me dirigí a casa y al llegar traté de comunicarme por teléfono con la mujer que era mi pareja, al día siguiente sería su cumpleaños. Ella también tenía problemas de salud mental y yo me hallaba en una crisis. Al día siguiente vi en consulta al que era mi psiquiatra, Flavio Miramontes, un tipo de plano muy inútil y el siguiente lunes decidí presentar mi renuncia, que era lo que quería el traidor David Iturbe Gutiérrez.

Pues 19 años más tarde, cuando finalmente he hecho uso de la clínica del imss que me corresponde para tramitar una incapacidad, debida a una fractura de clavícula se ha cerrado otro círculo gigantesco.

Los acontecimientos suceden y no hay nada que nadie pueda hacer para impedirlo.

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