miércoles, 17 de mayo de 2017

El modelo vigente del éxito, camionetas town & country y estar a favor de la vida


Miro por la ventana pensando en que pese a hallarme en el interior de mi casa siento un gran estrés. Es muy poco lo que puedo ver, solamente una pequeña vista de la calle por la que pasan vehículos a más velocidad de la que debieran, la gran mayoría camionetas town & country. Estos armatostes motorizados son un símbolo de la decadencia en que vivimos, porque fueron diseñados para que los usaran gente que vive en el campo y en áreas rurales y suburbanas y no para que se usaran en las ciudades, pues ocupan mucho espacio y colapsan la vialidad en las urbes.

Cómprate una porquería de esas porque es parte del modelo vigente del éxito. Se te inculca desde la infancia, acudes a la escuela y tienes un buen aprovechamiento, serás profesional como tu padre, te casarás y tendrás hijos —si no lo hicieres se extinguirá la raza humana, habrase escuchado pendejada más grande— serás empresario o alto ejecutivo de una empresa importante y para que todos se enteren vivirás en una residencia en uno de los mejores fraccionamientos de tu localidad, ganarás mucho dinero, lo que se hará manifiesto en tu estilo de vida para lo cual, uno de los indicadores más importantes será la camioneta town & country que le comprarás a tu mujer en la que llevará a tus niños a la escuela y acudirá puntualmente a recogerlos y asistirá a todos sus eventos sociales, al igual que todas las viejas pendejas que componen su círculo de amistades.

¿Cuántas personas repiten el cliché ‘estoy a favor de la vida’ al oponerse a la interrupción del embarazo, por ejemplo? Así de sencillo. Y esas personas no se toman la molestia de averiguar cómo usar un vehículo grande y pesado contribuye a dañar el ambiente arrojando más gramos de bióxido de carbono (CO2) por kilómetro recorrido que si usaran un vehículo mediano o compacto.

Tengo a mis perritas adoptivas Chora y Clara correteando por el piso de abajo mientras escribo todo esto y en unos minutos deberé llevarlas a caminar y un evento tan sencillo me llena de angustia anticipatoria pues pienso en lo difícil que es caminar por calles que se angostan con vehículos muy anchos que circulan por ellos, mientras otros se encuentran estacionados en sus costados, muchos invadiendo las banquetas y entre los que van y vienen muchos lo hacen en sentido contrario.

Y regresando al modelo vigente del éxito, se te educa para que pases décadas trabajando para acumular bienes materiales mientras preparas a tus hijos para que en el futuro hagan lo propio y mientras te ocupas de tan absurda y estéril labor, la vida transcurre y te olvidas de vivirla. Cuando te retiras estás anciano, agotado y enfermo y miras hacia atrás y te das cuenta de que la única función que cumpliste fue dejar hijos que pasarán sus respectivas existencias haciendo las mismas pendejadas que tú hiciste, en lugar de vivir sus vidas.

Contribuiste a dañar los ecosistemas, pero siempre estuviste a favor de la vida. Valiente pendejada.

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