miércoles, 3 de mayo de 2017

Miércoles 3 de mayo


Ayer martes fue un día difícil. Había dormido poco y mal durante la noche debido a un malestar estomacal muy intenso y al comenzar el turno laboral, antes de las siete de la mañana fui a enfermería y la atención que recibí no me sirvió, por lo que regresé un poco más tarde y le expliqué a la enfermera que desde el viernes traía un malestar que parecía ser colitis. Entonces esta señora me dio un medicamento (ciprasida), que la verdad no sé si me sirvió para algo, pareció quitarme el malestar en cierta medida y me comí mi lonche de atún con dos tazas de café alrededor del medio día. Poco más tarde volví a sentirme mal y esto en combinación con el déficit de sueño convirtió la jornada en un evento doloroso. A las 14:30 horas me tomé mis 60 minutos destinados a la comida, pero no me dirigí al comedor, sino que me quedé en la salita de mi edificio y dormí unos cuarenta minutos. Se supone que no debemos hacer esto (dormir), pero la directora de mi departamento es inteligente y tolerante, sabe que nuestra jornada de trabajo es larga y en ocasiones difícil.

Al llegar a la casa me sentía extremadamente cansado y seguía sintiendo ese acusado malestar por lo que decidí no comer nada y una vez que llegó la hora de irme a la cama, pensé en la posibilidad de tomarme el día siguiente como descanso. Acabo de cumplir dos años en mi empleo y vuelvo a generar vacaciones y un día de descanso era exactamente lo que necesitaba.

Le hablé entonces a mi jefa directa, a Esmeralda y le comenté que me hallaba indispuesto y le pedí el día y ella accedió de buena gana. El día de hoy me dirigí en la mañana a un centro comercial donde compré Omeprazol en la farmacia y café en Walmart. Mi madre, mi osito dormilón tenía razón y su atención fue más competente que la de la enfermera de la empresa en la que trabajo. Al regresar desayuné y después me fui a pasear a mis perritas Chora y Clara, que el pasado lunes cumplieron un mes en casa.

Ayer martes me sentí abrumado en parte por la incompetencia de la enfermera que me atendió en la empresa —la incompetencia de una gran parte del personal es cosa muy seria, especialmente de gente de recursos humanos— y me sentí peor cuando al salir de trabajar, a una corta distancia de mi lugar de trabajo tuve que bajarme de la banqueta porque una patrulla de la Secretaría de Vialidad y varios vehículos de compañías aseguradoras y dos vehículos chocados habían sido subidos a la misma para que no obstaculizaran el paso de los vehículos de motor por la calle, sin importar que los peatones tuviéramos que bajarnos de la banqueta. Al pasar se lo dije a uno de los oficiales de la Secretaría de Vialidad (que era del sexo femenino), que me contestó muy enojada ‘¿y que quiere, hubo un choque?’
La autoridad haciendo eso. Eso es México, mi país es un estado fallido, donde todo se hace mal, en este caso se pone en peligro al peatón para beneficiar a quienes circulan en vehículos de motor. En fin.

Lo importante es que hoy me siento bien y le quedan dos jornadas a la semana laboral. Mañana y el viernes la oficina va a estar casi vacía. La gente de Transferencias de Tecnología y de Formulaciones, junto con la Directora del departamento y dos personas de Documentación van a acudir a un curso, lo que significa que vamos a estar unas cuatro o cinco personas en una oficina donde normalmente trabajamos más de 20.

Tengo intenciones de platicar con Silvia, la directora de mi departamento sobre asuntos de la empresa que se ven bastante mal, varios de ellos tienen que ver con el servicio de comedor, otros con lo mal que trabaja la gente del departamento de recursos humanos. Me he dado cuenta de que tengo una manera de enfocar los problemas en la que en el fondo el diagnóstico es correcto, pero el modo es demasiado duro, tal vez demasiado emocional y eso pudiera ser perjudicial a la larga, para mí.
Ya tengo 53 años y estoy en la mejor situación de toda mi vida, es necesario madurar y aprovechar esta oportunidad.

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