Como mencionaba en una entrada reciente, el lunes pasado hablé con Leticia Martínez, una psicóloga a la que tengo en alta estima y la vi en consulta al día siguiente e inmediatamente me di cuenta de que tengo que cambiar el modo como vivo. He convertido mi existencia en un acto de venganza y he logrado pegarle fuerte a un cierto número de personas, lo cual está muy bien, pero es necesario dejar de hacerlo porque esa no es la solución a mis problemas y ese comportamiento me mantiene ‘enganchado’ en el sufrimiento por un pasado que mantengo vivo en lugar de dejarlo atrás y tomar de él la experiencia para convertirla en conocimiento, experiencia y sabiduría.
Mañana, lunes 22 de mayo deberé ir al IMSS a ver el asunto de mi incapacidad, esperando que esta termine para regresar a mi trabajo el próximo martes y al mismo tiempo llevar a cabo ese cambio en mi vida, dejar de contemplar un pasado lleno de violencia y dolor y en lugar de eso apreciar en mi presente la oportunidad de consolidar los esfuerzos que comencé hace muchos años buscando mi superación y mi realización. Ahora mi labor es de índole intelectual e involucra la traducción de un idioma a otro y conocimientos que me tomó mucho tiempo aprender.
Por otra parte, sufrí un accidente durante la práctica de actividad física, algo que comencé a hacer durante mi adolescencia y continúe de ahí en adelante como un mecanismo de evasión. Esto tiene un aspecto positivo bastante obvio: haberme mantenido lejos de las adicciones (al alcohol y a las drogas), pero al mismo tiempo, me ha mantenido una actitud vital un tanto mórbida pues ha ido aparejado de un estado mental supersticioso (no sé si debería llamarle así), en el que le atribuyo a mi desempeño deportivo (a lo que haga en mi bicicleta de carreras, específicamente al kilometraje recorrido) mi porvenir, sea algo positivo, o el desastre que pueda acontecer en un futuro a corto o mediano plazo.
También y no menos importante, le doy una gran importancia a mi apariencia física, intentando proyectar la imagen de un hombre sin sobrepeso que es un deportista serio, físicamente apto, atlético, pero que sus características como individuo no se limitan a sus cualidades físicas sino que también sobresale intelectualmente. He dedicado mucha energía a mantenerme en forma y de eso no me arrepiento, pero ahora que tengo más de 50 años y he hecho tan poco con mi vida (aún si hay una justificación), tengo que aprovechar más el tiempo de que dispongo para integrar las diferentes partes que componen mi vida y hacer algo con ella.
Es muy importante internalizar que estar al pendiente de las vidas de otras personas —de las vidas de mis hermanas y sus cónyuges, familiares, ‘amigos,’ conocidos, etc., — que me han hecho daño esperando que enfrenten consecuencias o que la vida se las cobre, así como vivir odiándolas, constituye un tremendo gasto de energía psíquica que necesito para plantearme objetivos y trabajar para conseguirlos.
Mi vida ha cambiado para bien en los últimos dos años, pero es necesario identificar lo que no está bien y corregirlo. Recordemos ese refrán en inglés que dice ‘Success is the best revenge.’
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