Fui al centro comercial cercano a la casa a comprar otra correa para poder pasear a mis mascotas, ahora que estoy lesionado y en una papelería compré una tabla periódica de los elementos para ponerme a estudiar química; la inactividad intelectual me está haciendo daño. He tratado de escribir en mi blog pero no ha sido posible, me he quedado en blanco.
En la red social Quora he encontrado información que casi me ha dado la seguridad de que además tener el trastorno límite de la personalidad (TLP), también soy Asperger y eso explica muchas cosas, pero no hace que mi existencia sea menos dolorosa. Mi pasado pesa una barbaridad y lo llevo a cuestas todo el tiempo, en todo momento, en todo lugar, esté haciendo lo que esté haciendo. En los últimos días, el gringo maricón que se casó con mi hermana Mónica ha ocupado mi mente, pero al mismo tiempo tengo que reconocer que me satisface haberlo lastimado como evidencia el hecho de que este pobre idiota haya puesto robots a visitar mi blog cotidianamente, quién sabe con qué objeto. Me imagino que ya se dio cuenta de que no va a conseguir su objetivo, sea este cual sea, reverendo pendejo.
Bueno, la protagonista de la novela es una adolescente de 14 años de nombre Sofía, su madre difunta se llamaba Laura Krupiwickz y el desconocido al que llega a buscar a un edificio de departamentos se llama Lucas Marittano, y es su padre.
Lucas parece ser bastante pendejo, se lleva a Sofía a tomar un café y unas medialunas (no sé qué es eso) a un negocio en la esquina más cercana y le informa que está casado. Este hombre se encuentra perplejo, su esposa se llama Fabiana y llegará de su trabajo en media hora.
Estoy dentro de mi casa entre la sala y las escaleras que conducen al piso de arriba. Mi mamá fastidió mi lectura durante 45 minutos al venir a prender la televisión, si bien no lo hizo con intención. Pese a hallarme dentro de casa, el estrés debido al tráfico me parece excesivo, pasan por la calle demasiados vehículos de motor, muchos de ellos pesados y más particulares. Peor aún son los que se quedan estáticos con el motor andando. Ayer vino un camión a surtirle gas a la casa que habitan Ricardo el pelón y su esposa Laura con sus tres hijas, gente detestable. Hace unas cuantas semanas les habían surtido el mismo insumo, seguramente hasta el tope, lo que significa que les suministraron 200 litros y los consumieron en muy poco tiempo. Esta gentuza es la que tiene mayor responsabilidad por el deterioro ecológico por sus altos consumos energéticos de gas, electricidad, gasolina, agua, etc., y me parece que a cambio lo único que producen es estiércol, de manera muy regular, eso sí.
Esta porquería de gente también tiene muchos automóviles, la señora tiene su camioneta town & country que consume una barbaridad de gasolina y produce muchos gramos de gasolina por kilómetro que recorre, además de ocupar una área muy grande y contribuir a colapsar la movilidad. El automóvil es posiblemente el símbolo más representativo de la decadencia actual. Es cierto que para muchas personas resulta necesario e incluso indispensable, pero para muchas otras no es más que un símbolo de estatus y es un objeto peligroso que en el mejor de los casos produce gases de efecto invernadero y colapsa la vialidad (con sus respectivas consecuencias); y en el peor causa lesiones graves, muchas veces irreversibles y muerte en accidentes en los que se ve involucrado.
No entiendo cómo es que tantos pendejos no se dan cuenta que poseer un objeto motorizado no les va a resolver un problema que radica en un vacío interno. Tu automóvil podrá valer una fortuna, tú sigues siendo un gusano insignificante y eso se hace extensivo a las posesiones materiales.
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