jueves, 3 de septiembre de 2015

Personas con rasgos Asperger, ¿es mi caso?

En el artículo que me envió mi querida K, se mencionan características y todo aquello que tiene que ver con pacientes con rasgos asperger. Es mi intención comentar sobre algunas de ellas.

Las personas con “rasgos asperger”, con frecuencia han crecido en hogares con poca empatía parental.

Mi papá murió hace siete años y ocho meses, y fue el padre más violento, embrutecido y pendejo que me pudo tocar. Ha sido difícil perdonarlo, en parte porque no he hecho el intento simple y sencillamente porque no puedo. Creo que perdonar no está en mí. He pensado que si llego a superar mis problemas y a recuperar por lo menos parte de lo que perdí, es decir, si mejora mi calidad de vida, dejaré de odiarlo. En este momento estoy mejor que nunca y me siento bien, pero llevo encima la pesada carga del resentimiento y estar consciente de ello, de que el resentimiento pesa mucho, es sólo el primer paso para dejar de odiar y no sé si quiero dar el paso siguiente.

Estas personas presentan una manera peculiar de pensar y actuar, su lenguaje es poco usual, tienen unas preocupaciones personales muy particulares, una conducta perseverante casi obsesiva, algunos pueden presentar movimientos descoordinados o torpes, y muchos sobresalen por sus capacidades intelectuales aunque presentan dificultades de aprendizaje, atención y organización que son más frecuentes en las áreas que requieren una comprensión simbólica.

Honestamente no sé si mi manera de pensar y actuar sea peculiar, muy probablemente sí. Si bien detesto a las personas que se sienten dueñas de la verdad, escuchar ideas de gente cuyos pensamientos son muy diferentes a los míos me llena de enojo, que expreso con argumentos claros y correctos, pero frecuentemente con palabras muy ofensivas.

A este respecto, hay algo que considero especialmente importante: doy una enorme importancia a la apariencia física de las personas. Consecuentemente, le doy una tremenda importancia a la mía. Le doy más importancia a la apariencia de los hombres, no porque me sienta atraído por ellos (estoy bien seguro de mi heterosexualidad), sino porque por alguna razón, me revuelve el estómago ver un individuo con sobrepeso, con poca masa muscular, desprovisto de características masculinas tales como una espalda ancha, una cintura pequeña, y piernas macizas sin tejido adiposo ni demasiado delgadas.

La explicación para esto podría hallarse en mi llegada a la pubertad, al inicio de mi desarrollo, al inicio de la transición que lleva a un niño a la edad adulta. Era yo excesivamente delgado y debilucho, con un buen cociente intelectual pero con un desempeño académico muy pobre y que participaba poco en juegos con mis compañeros; mi desempeño físico era tan pobre, que rara vez hacía algo que implicara algún tipo de competencia. Sin embargo, siempre había sido muy activo aunque cuando practicaba algún deporte, tendía a hacerlo en solitario. Llegando a la adolescencia, comencé a saltar la cuerda y unos años más tarde, a correr en la calle. Estas actividades me ayudaron a superar mis problemas de coordinación y ayudaron en mi desarrollo, aunque seguía siendo un muchacho muy delgado y poco potente, era medianamente competitivo en los deportes, en los que empezaba a participar; pero volviendo al asunto de la apariencia física, pensé que había hecho un enorme esfuerzo, digno de reconocimiento, para superar una deficiencia importante (todavía lo creo) y ver hombres con un aspecto físico deplorable comenzó a despertar en mí un intenso desprecio.

En la actualidad, a mis 51 años, mido 1.80 m (con zapatos) y peso alrededor de 75 kg. Si bien no poseo el atractivo de un deportista profesional o de alto rendimiento, mi anatomía parece mejor que la de un gran número de hombres de mi edad, podría decir que la mayoría. Para lograr esto, he invertido una gran cantidad de tiempo y energía, pues ha habido periodos en mi vida en los que he ganado peso, como cuando comencé con el tratamiento con valproato de magnesio, un antidepresivo y risperidona, en el que gané unos 6 kg. Durante un tiempo prolongado, me fue imposible perder talla y peso, pero una vez que me apliqué a entrenar en mi bicicleta de carreras, cuando pude llegar a 10 horas de práctica por semana, perdí peso y recuperé mi aspecto físico, que es el único que puedo aceptar.

Creo que los párrafos anteriores hablan sobre preocupaciones personales muy particulares y una conducta perseverante casi obsesiva. Ahora me referiré a mis capacidades intelectuales (que no son excepcionales, pero sí parecen estar arriba del promedio).

Continúo en la siguiente entrada.

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